Por Meir Elran y Pnina Sharvit Baruch
El público está dividido entre dos bloques y numerosos partidos políticos que reflejan puntos de vista divergentes sobre una variedad de temas.
El partidismo no es nuevo en la sociedad israelí, pero parece que con cada vuelta aumenta la tensión entre los distintos partidos y sus respectivos sectores, junto con una intensificación de la incitación en la esfera pública.
En consecuencia, las disputas y el odio mutuo se profundizan, agudizan las divisiones sociales multifacéticas en el Estado de Israel y amenazan con fomentar una atmósfera de violencia.
Existe el peligro real de que nos acostumbremos a este fenómeno y, con el tiempo, nos volvamos indiferentes a él y sus consecuencias tóxicas.
Corresponde a la sociedad en su totalidad comprender plenamente el grave daño, algunos de ellos inmediatos, inherentes a estos desarrollos nocivos.
Nadie se beneficia de ellos y tienen el potencial de causar un perjuicio grave a la resiliencia social, que es uno de los pilares de nuestra seguridad nacional en el sentido más amplio.
El público en general, las redes sociales, los principales medios de comunicación y, sobre todo, los líderes políticos, aquellos que buscan la confianza del público, tienen un papel central para obstruir y frustrar estas tendencias destructivas.
Los políticos que se presenten a las elecciones deben formular normas aceptadas que sean profesionales y responsables, y abstenerse de incitar a la retórica que genera divisiones.
Los medios de comunicación pueden ayudar manteniendo el debate público orientado hacia el tema y no permitiendo que sirva como plataforma para el discurso incendiario.
Incluso si esto significa un rating más bajo, es el camino correcto a seguir, y de hecho puede resultar ser lo que prefiere el público.
El público, por su parte, puede contribuir a la resiliencia de la sociedad evitando la incitación en las redes sociales, verificando los hechos antes de difundir noticias falsas y exigiendo que los candidatos hablen sobre los temas de la agenda.
También deberíamos aprender a escuchar opiniones que no son las nuestras y que incluso pueden resultarnos inaceptables. Una sociedad dividida es una ventaja para nuestros enemigos; reforzar nuestra resiliencia nacional está en nuestras manos.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
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