El histórico testimonio del Rabino Fritz Winter de la NCI sobre lo que vio en Kristallancht.

Fritz Winter logró salir de su Alemania natal en mayo de 1939. Fue rabino en Cochabamba, Bolivia, de 1939 a 1950, y entre 1950 y 1984, fue el Rabino de  la NCI en Uruguay. Falleció en el año 2000. 

Yo fui testigo De la Kristallnacht

Por Rabino Dr. Fritz Winter

Yo fui testigo…

Yo vi la destrucción de las Sinagogas, en la terrible noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, eufemísticamente llamada “Noche de los Cristales Rotos”. Mejor hubiera sido llamada la Noche del Gran Pogrom.

Este pogrom trajo como consecuencia 191 Sinagogas incendiadas y 76 totalmente destruidas. 
Esta tragedia fue la desgracia principal. El vandalismo colectivo iba acompañado de saqueos y demoliciones de tiendas y casas, de matanzas y del encierro de decenas de miles de judíos en campos de concentración: 7500 negocios dañados y saqueados, 171 casas particulares incendiadas y alrededor de  30000 judíos llevados a los campos de concentración. El número de muertos en esa trágica jornada no pudo nunca determinarse con exactitud como así tampoco la enorme destrucción de valores culturales, religiosos y sociales del judaísmo centro-europeo, de sus instituciones, escuelas, colegios, academias. Bajo los escombros y las cenizas de la aciaga Noche de Critstal, quedó sepultada la vida judía en Alemania. Casi dos milenios de historia y de padeceres en el corazón de Europa hallaron su fin. 
Yo fui testigo…

Me encontré, de repente, ante la Sinagoga en la cual tenía que desempeñar el oficio como Rabino. 
En la misma, pocos días después, un alumno debía haber entrado como Bar Mitzva en el marco de la Comunidad. No pudo ser. El niño ya experimentó, incluso antes de su Bar Mitzva, el destino judío…
En lo que a mi respecta, el comienzo de mi tarea como Rabino en Alemania, fue prácticamente el final…

Yo fui testigo…

Testigo de una devastación total de objetos sagrados, de los rollos de la Tora. Los libros de oraciones (Sidurim) ensuciados y pisados por una horda salvaje que celebraba su “hazaña”…
Yo fui testigo al ver la Menorá, candelabros sabáticos y copas para el Kidush hechos pedazos, al igual que las Lujot, las Tablas con los 10 Mandamientos, destruidas. Esto demostraba el levantamiento de los idólatras del siglo XX contra la ética, la moral y la religión. ¡Fuego, ceniza y destrucción por todas partes!

En esa trágica noche, recordé algunos versículos del Salmo 74: “¿Por qué, oh D’os, nos has despechado?” Acuérdate de tu pueblo, el que adquiriste desde el principio…Ven a ver estas ruinas sin fin. ¡El enemigo lo ha destruido todo en el Santuario! Tus enemigos cantan victoria en tu Santuario. Han puesto sus banderas sobre el portal de la entrada. A golpe de hacha y martillo destrozaron los ornamentos de madera. 
¡Prendieron fuego a su Santuario! ¡Deshonraron tu propio Templo, derrumbándolo hasta el suelo! 
Decidieron destruirnos del todo. ¡Quemaron todos lo lugares del país donde nos reuníamos para adorarte! ¡Ya no vemos nuestros símbolos sagrados. 
Ya no hay ningún profeta. Y ni siquiera sabemos lo que esto durará…¡Levántate, oh D’os, defiende tu casa”
Y , a pesar de todo, un pequeño milagro. En el interior  de una Sinagoga (de las tantas) destruida e incendiada, la lámpara eterna, el Ner Tamid, quedó encendida, intacta. El símbolo de D’os viviente. A pesar de todo, sigue y seguirá viviendo el pueblo de Israel. 
La generación, que presenció los hechos de los cuales yo mismo fui testigo, va desapareciendo poco a poco. Pero nos alienta la firme convicción de que los grades logros y valores del judaísmo alemán de antaño perdurarán a través de las generaciones venideras y que toda esa enorme y luminosa pléyade de científicos, poetas, artistas, filósofos y rabinos judeo-alemanes no habrá de ser olvidada jamás.

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