El monopolio ortodoxo del judaísmo ahuyentó al pueblo






Para muchos seculares y liberales el judaísmo se convirtió en una amenaza. Los orígenes culturales deben ser un imán para todos los israelíes, y no solo para aquellos que se consideran conectados con la observancia de la halajá.

En mi juventud, allá por los 80, solía asistir a intensos congresos sobre identidad judía. Y en una de ellas un vocero de un movimiento rabínico intentó convencer a la audiencia de que el judaísmo ortodoxo, a raíz de su compromiso con la halajá, es el heredero legal y “dueño” de la tradición judía.


Del otro lado un grupo de intelectuales, entre ellos el fallecido Amos Oz, ofrecieron oposición y argumentaron con fuerza contra la apropiación cultural de los valores judíos, considerados sagrados e inalienables. En el año 2020 estos debates desaparecieron en Israel. Y con ese silencio se consagró la victoria de la ortodoxia sobre la propiedad del judaísmo. 

Pero es un triunfo que tiene un precio: para grupos seculares liberales el judaísmo, un elemento constitutivo de la sociedad israelí, se convirtió en una amenaza. Muchos seculares creen que todo elemento de la tradición atenta contra su forma de vida. Eligen no participar en espacios de los que fueron excluidos. No aprenden la halajá, no se casan a través del rabinato y no dejan que sus hijos se acerquen a todo contenido identificado con el judaísmo ortodoxo.

Fueron empujados hacia el otro lado de la ecuación. Si Israel es un Estado judío y democrático, algunos se apropiaron de lo judío y el resto se queda con el valor que queda, que es la democracia, algo que los grandes vencedores perciben como una simple herramienta olvidada y abandonada.

Dafna Barak Erez, jueza de la Corte Suprema de Israel, ofrece un camino diferente a través de su libro “Lecturas de fallos de la Biblia”. Allí desarrolla pasajes bíblicos sobre la relación de los reyes con sacerdotes y profetas, que reflejan los dilemas modernos del manejo de poder. También destaca la figura de las Hijas de Zelofehad como autoras de un discurso feminista avanzado para su época. Y, en resumen, demuestra cómo a través de soluciones bíblicas se puede inspirar a la política contemporánea.


El libro no solamente ilumina problemas actuales, sino que convoca a una nueva perspectiva sobre el concepto de la “ley hebrea”. Es necesario sumar un enfoque con lugar para valores democráticos y liberales, que incluya al valor de la historia pero también a la cultura occidental y lo que se considera sagrado para aquellos que no rezan tres veces por día.

Los orígenes culturales deben ser considerados un imán para todos los ciudadanos israelíes, y no solo para aquellos que se sienten conectados con la halajá.
(Yoav Dudkevitch)


Los orígenes culturales deben ser considerados un imán para todos los ciudadanos israelíes, y no solo para aquellos que se sienten conectados con la halajá de manera natural. Pero para lograrlo la ortodoxia debe renunciar a esa victoria que logró con tanto esfuerzo.

Aquel que quiera que las fuentes hebreas vuelvan a guiar completamente nuestras vidas, debe empezar a darse por vencido y aceptar otras interpretaciones, leer otros textos, aceptar la diferencias de estilos de vida, comportamientos y creencias.


Los líderes del sector religioso deben ser nobles de espíritu y comprender que el judaísmo es demasiado enriquecedor para ser conservados en un museo. De lo contrario, los valores judíos se convertirán en las manos del rey Midas, que pidió convertir en oro todo lo que tocaba y así fue que se murió de hambre y sed. 

Porque no importa cuánta riqueza se acumule, al final del camino siempre hay cosas más importantes.

Shahar Lifschitz @ ynetespanol

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