“Es la primera vez desde la post guerra en que la generación que viene siente que va a vivir peor que la que pasó” Andrés Malamud

Sigmund Freud en 1929 escribió El Malestar de la Civilización; y cuando uno mira lo que acontece en el mundo de hoy, lo que sucedió ayer en Brasil, donde 10 mil personas irrumpieron en los edificios públicos llamando a un golpe militar, o lo que sucede en la Argentina y en los países de nuestra región, pero también en Estados Unidos, donde hace dos años hubo un ataque al Capitolio, lo que sucede en Israel, la guerra en Europa, y otras situaciones en tantos distintos lugares, se  percibe ese ”malestar en la civilización”.

Para que nos ayude a entender lo que nos está pasando como humanidad, recurrimos a la analítica mirada de Andrés Malamud, reconocido politólogo argentino que reside en Portugal.

Coincide Malamud en definir la situación mundial como de “malestar de la civilización”, aunque, señaló que “si lo comparamos con el mundo en el que escribía Freud, este es mucho más benigno”. El Psicoanalista hablaba entre el nazismo y el fascismo, estaba anticipando el Holocausto y lo que nosotros tenemos es a diez mil lunáticos  que tomaron  edificios públicos en Brasil. “Es grave, pero menos grave” que lo de aquella época, y lo que vemos hoy, es una insatisfacción general sobre todo en Occidente, de la situación de vida: “Es la primera vez desde la post guerra en que la generación que viene siente que va a vivir peor que la que pasó, es decir que hay una frustración de las expectativas”, reveló.

Esto se manifiesta en forma de grieta, es decir polarización afectiva, en algunos países, y en otros no se presenta así. Tanto en Brasil como en Estados Unidos, esa polarización afectiva es enorme, y además, está condimentada por creencias religiosas rígidas. Y que se ve que, “en la religión, cuando uno se pone halcón, no acepta al contrario porque es el hereje, el infiel”. Y en la política, es el adversario, entonces, lo que se hace es tornar las creencias religiosas radicalizadas, como por ejemplo en Brasil y Estados Unidos, en convicciones y posiciones políticas. Dijo que eso no es un invento interpretativo, porque si se miran los billetes de esos dos países, ambos tienen a Dios en su moneda: En el dólar,  In God we trust (En Dios confiamos)y Deus seja louvado (Dios sea alabado), en el Real.  Por ello, lo que se ve acá son posiciones de extremo que son incompatibles, poque está en juego la verdad, está en juego Dios.

“Para estos tipos, Lula habla con el demonio”, afirmó. Y remarcó que eso se puede ver claramente en los comentarios de las redes sociales, hasta el punto de que Lula en su campaña tuvo que salir a decir explícitamente que “no solo no había hecho un acuerdo con el demonio, sino que ni siquiera se había comunicado con él”.   Es un nivel de locura terrible, pero ese nivel de locura no se aproxima al nazismo, ni al Holocausto,  que es mucho más lunático, más inorgánico. En el caso de ayer , esos lunáticos bolsonaristas tomaron tres edificios sin dirigentes, sin gobernantes, porque estaban todos fuera de Brasil, no estaba Lula, no estaban los diputados ni los jueces, y se tuvieron que conformar con romper vidrios.

Acerca de Argentina, donde hay una grieta, pero en donde el factor religioso no está presente, Malamud lanzó una revelación, que advirtió, nos iba a sorprender: “Veo a la Argentina mejor que Brasil, mejor que Estados Unidos”. Y explicó que lo dice en el sentido de que las diferencias políticas no se administran por vía violenta, “no hay tiros, no hay ocupación del Congreso, hay piedras, hay roce, hay fricción, pero que no hay Marielle Franco, la concejal carioca asesinada a balazos en Río de Janeiro; no hay activistas ambientales acribillados todas las semanas en la Amazonia, o periodistas que, por realizar investigación, son masacrados en México por docenas. “En Argentina tenemos una grieta que es muy fuerte, pero es retórica”, definió. “Nos peleamos en los asados, nos separamos de los cuñados, nos dejamos de hablar con los amigos, pero no nos agarramos a tiros”, Nuestra grieta, no es religiosa, es política, y el otro, es concebido como enemigo retórico, discursivo; no nos vamos a las manos, y por eso cinco millones de personas pueden manifestar en paz por la Copa del Mundo, sin prácticamente incidentes, sin que la política se meta, de la que tampoco se sienten representados. “Somos mucho más pacíficos que los brasileños y que los norteamericanos”, opinó.

Respecto de los argentinos que no se sienten representados por la política de nuestro país, el politólogo argentino, señaló que en parte es un tema de la administración, porque si hay un ciento por ciento de inflación, no hay razones para que la gente esté contenta con los gobernantes, y en parte porque los gobernantes se parecen más entre sí, la gente comienza a pensar que son todo lo mismo, y los que gobiernan hoy y ayer son lo mismo, deciden buscar algo nuevo. “Cuando uno ve las relaciones entre Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales, es para pensar que algo de razón tiene la gente”, sostuvo.

Sobre cuál sería el camino de salida a esta situación tan problemática, si tal vez hiciese falta la llegada de un estadista, Malamud reveló: “Los estadistas nunca existen en tiempo presente, siempre los reconocemos en el pasado”. El caso más claro es el de Winston Churchill, que ganó la Segunda Guerra Mundial, y que perdió inmediatamente las elecciones. “La gente, a su héroe, al mayor británico de todos los tiempos, como lo reconocen hoy, lo  echó a patadas después de ganar la Segunda Guerra Mundial”, indicó. Y por otro lado, en las sociedades polarizadas, nunca hay dirigentes populares. Es algo que tenemos que aprender y con los que los líderes, especialmente los narcisistas, tienen que empezar a lidiar, porque si la sociedad está dividida, uno representa a una mitad, y es popular para esa mitad; pero hay otra que lo odia, y por eso debemos olvidarnos de estadistas en tiempo presente, ni siquiera de  dirigentes consensuales. “No esperemos soluciones en este aspecto, las soluciones tienen que ser económicas, tiene que bajar la inflación”, remarcó.

Sobre la situación de otros países de la Región, el politólogo la definió como “incierta”. No se pueden catalogar a todos los países de la región de la misma manera. Venezuela y Nicaragua son dictaduras; Argentina, una democracia estable pero con un ciento por ciento de inflación; Perú es una macroeconomía super estable, con baja inflación pero con un 70 por ciento de informalidad y 50 por ciento de familias sin heladera, y el problema allí es la pobreza y la informalidad. En Chile existe un divorcio entre la clase política y el electorado, y en Bolivia, lo que hay es una división regional entre Santa Cruz y las tierras altas, entre los originarios que viven en La Paz y los proclamados “blancos” que viven en Santa Cruz, y son todos problemas diferentes que generan una sensación de incertidumbre.

“Cada país tiene un problema distinto”, y no son todas dictaduras como en el pasado, no son todos pobres, como en otras épocas, sacando a Argentina y Uruguay; cada uno tiene sus problemas que convergen en una sensación de turbulencia y falta de certeza, pero que no se resuelven todos con la misma receta.

“Se acabaron los tiempos pacíficos, vivimos tiempos turbulentos, volátiles e inciertos en todos lados”, sostuvo Malamud para dirigir su mirada al resto del mundo. Citó a China, un país estable que había capeado la tormenta de la pandemia y de repente ablanda la política de covid cero y hay una explosión de contagios.

Están todos los países complicados, por diferentes razones, pero la que nos engloba a todos es la transición de poder: La gran potencia, Estados Unidos que organizaba el orden que conocíamos, está en declinación relativa,  la potencia que emerge, China, no tiene condiciones para sustituir a Estados Unidos,  y mientras tanto,  el poder de dispersa, de sectores estatales a no estatales, como por ejemplo Carteles de narcotráfico, que en algunos casos son más poderosos que los Estados, como en México, o en grandes compañías lideradas por individuos como Elon Musk o como Bill Gates . Gates decide entrar en la Organización Mundial de la Salud, sustituyendo a Estados Unidos, y Elon Musk que hoy está lanzando más satélites en órbita que la NASA.

“Tenemos entonces la transición del poder entre Estados Unidos y China, que está incompleta, pero que había pasado antes, y la difusión del poder, que no había pasado antes y que no sabemos cómo manejarlo”, concluyó.

Reacción gentileza de la Profesora Cita Litvak