Haftará Jaiei Sará – Reyes 1:1-31

 

Pero el amor es más fuerte

Si solo imagináramos a los protagonistas de esta haftará con acento centroamericano y cambiáramos sus nombres por otros más caribeños, tendríamos una excelente novela para regocijo vespertino. La historia es la que leímos y vimos en decenas de libros, películas y series. Hijos de diferentes madres luchan por el legado paterno.

No puedo evitar pensar en el jajam que hace siglos eligió este relato del NAJ (siglas hebreas de Profetas y Escritos ) entre tantas otras. Por qué razón quiso destacar la parte final de la Parashá, en donde Abraham “indemniza” a los hijos de sus concubinas, para que se dirijan hacia el este alejándose de Itzjak.

Paralelamente en la haftará, Hadonia -hijo de Jaguit y el rey David-, inicia las “cenas de camaradería” destinadas a festejar su próximo ascenso al trono, ante la irreversible decadencia de su padre. Pero Bat-Sheva reclama el trono prometido a su hijo Shlomó.

En ambos casos, la línea de primogenitura es interrumpida y la elección recae sobre el hijo engendrado por la mujer amada, esta es solo una de tantas oportunidades en que el hijo de la mujer amada es preferido– recordemos solo a

modo de ejemplo el caso de Yosef- .

¿Es acaso el amor de estos prohombres -que en el otoño de su existencia, legitiman que su estirpe solo será aquella que el corazón le indicó- justificativo suficiente para elegir su continuidad?

Parecería ser así, baste con analizar que evoca el significado de sus nombres, en el caso de Abraham es la imagen de la madre riendo (Hi Zahak -ella rió), y en el caso de David el futuro que le augura a ese, Shlomó (su paz), ambos con una carga personal importante, claro índice de la emoción que embargaba al padre a la hora de elevarlo en sus brazos para nombrarlo.

La expresión hebrea que indica apercibirse de la belleza de alguien es limzó jen beeinei… (hallar gracia ante los ojos de…) como si la mirara del observador se enriqueciera ante la presencia de quien es observado. Y el observador a su vez fuera capaz de detectar ese “ángel” que posee quien es observado.

¿Qué más necesitamos para comprender el mensaje del jajam, de que una casa (sinónimo hebreo de dinastía) solo es fuerte cuando el adhesivo que la mantiene unida es el amor?

Dudi Finkielsztein

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