La mayoría de los efectos de la COVID-19 se resuelve en un año tras infección leve, según un estudio israelí

Esa investigación halló que, en particular, las personas vacunadas corrían un riesgo menor de sufrir dificultades respiratorias -el efecto más común tras contraer una infección leve de coronavirus- frente a aquellos no vacunados.

Si bien se ha debatido desde el comienzo de la pandemia el fenómeno de la COVID de larga duración, la gran mayoría de los casos de enfermedades leves no sufren enfermedades graves o crónicas en el largo plazo, conforme a estos hallazgos.

La COVID-19 de larga duración presenta síntomas persistentes o nuevos síntomas que surgen tras más de cuatro semanas desde la infección inicial.

En marzo de 2022, 1,5 millones de personas en el Reino Unido -el 2,4 % de la población- notificó síntomas de COVID de larga duración, principalmente fatiga, dificultad respiratoria, pérdida del sentido del olfato, del gusto y dificultades de concentración.

No obstante, los efectos clínicos un año después de una infección leve y su asociación con la edad, el sexo y las distintas variantes de coronavirus y con el estatus de vacunación siguen sin estar claros.

El equipo investigador comparó el estado de salud de aquellos individuos no infectados con los que se habían recuperado de la infección por COVID-19 leve durante un año.

Durante su investigación, la infección de COVID-19 se asoció de manera significativa con un mayor riesgo de sufrir varias condiciones como pérdida de olfato y gusto, concentración y deterioro de memoria, dificultades respiratorias, debilidad, palpitaciones, amigdalitis y mareos en periodos tempranos tras la infección -entre 30 y 180 días- y tardíos -entre 180-360 días después-.

Vieron asimismo que en el periodo tardío se detectaron dolores en el pecho, tos, dolor muscular y desórdenes respiratorios.

Los expertos observaron también que los pacientes, independientemente de que fueran hombres o mujeres, mostraban diferencias menores y que los niños presentaban menos síntomas que los adultos durante las fases tempranas de la infección, que en la mayoría de casos se resolvía en el periodo más tardío.

El estudio apuntó que los vacunados que se infectaban sufrían un menor riesgo de padecer dificultades respiratorias y un riesgo similar de sufrir otras condiciones frente a los pacientes infectados que no estaban vacunados.

Los investigadores subrayaron que la investigación «sugiere que los pacientes de COVID-19 leve corren riesgo de sufrir un pequeño número de situaciones sanitarias y la mayoría de ellas se resuelven en el plazo de un año tras el diagnóstico».

Destacaron asimismo que «el riesgo de que perdure la disnea se redujo en pacientes vacunados con infección frente a los no vacunados, mientras que los riesgos de los otros resultados fueron comparables». EFE

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