La pandemia no terminó, el antisemitismo tampoco

Por Eduardo Kohn

Hace un año, ya con seis meses de pandemia de coronavirus destruyendo al planeta, Henri Nickels, uno de los expertos en discriminación y xenofobia de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, advertía: “Observamos teorías de la conspiración en relación a los judíos y el Covid y eso está circulando peligrosamente en redes sociales, sin provocar las reacciones que se requieren”.

Un par de meses antes, el Centro Kantor de la Universidad de Tel Aviv emitía un informe sobre crecimiento del antisemitismo en todo el mundo y subrayaba que era notorio cómo se utilizaban las teorías conspirativas y el coronavirus para multiplicar los ataques físicos y en redes sociales en todos los continentes. El resumen del Centro Kantor que forma parte de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Tel Aviv, era entonces: “Vuelve el “libelo de sangre”; la pandemia de coronavirus ha generado una nueva ola –y muy singular– de antisemitismo en todo el mundo, cuyo denominador común es que los judíos, los sionistas y el Estado de Israel tienen la culpa del coronavirus y se benefician de la pandemia”.

En la misma fecha, una investigación de la Universidad de Oxford mostró que la quinta parte de los ingleses (el 19,1 por ciento) creen que los judíos fueron los causantes de la propagación de la pandemia. La catedrática Dina Porat, directora del Centro Kantor, dijo que el tema común en el “antisemitismo del coronavirus” consiste en “seguir echándole la culpa a los judíos de los desastres mundiales, como se ha hecho desde hace muchas generaciones, y se vuelve a crear la imagen del judío demoníaco. El antisemitismo del coronavirus es intenso y persistente, lleva varios meses seguidos, y es señal del elevado nivel de ansiedad y miedo que existe en muchos grupos y poblaciones”.

Los investigadores del Centro Kantor señalan que “el antisemitismo del coronavirus” se manifiesta en muchos lugares del mundo. Una gran parte se da en Estados Unidos y en países de Oriente Medio. Entre éstos, Irán, Turquía y la Autoridad Palestina, pero también Europa y Sudamérica. En Estados Unidos, las calumnias provienen sobre todo de grupos que defienden la supremacía blanca y de cristianos ultraconservadores. Y en Oriente Medio, las difamaciones están dirigidas a Israel, al sionismo y al Mossad, a los que acusan de haber inventado y propagado el virus, y dicen que con ello ganarán sumas extraordinarias de dinero gracias a la venta de fármacos y a la vacuna.

Entre los ejemplos de antisemitismo clásico, en el informe se menciona la calumnia de que los judíos envenenaron pozos durante la Peste Negra, que vuelve ahora en forma de una caricatura que circuló en Francia, y en la que se ve a la ex ministra de Salud de ese país, la señora judía Agnès Buzyn, envenenando un pozo con cara de contenta. La nariz larga alude al hecho de que es judía. Lo peor de Der Stürmer.

La versión moderna del libro Los protocolos de los sabios de Sión (que dice, entre otras cosas, que los judíos aspiran constantemente a dominar el mundo), consiste en culpar a los judíos de propagar intencionadamente el virus con objeto de socavar la economía y la sociedad de los diferentes países.

La estrella de David de tela amarilla que actualmente llevan los manifestantes que se oponen a las vacunas tiene por objeto sugerir que a quienes no son inmunes les espera un destino similar al de los judíos perseguidos en la Alemania nazi. Eso lo vemos reiteradamente en Uruguay donde un grupo pequeño, ruidoso, agresivo y grosero liderado por desaforados de extrema derecha y profundamente antijudía, usan y banalizan la estrella amarilla. En Múnich, sin mucha vuelta, prohibieron llevar en las manifestaciones de los desaforados antivacunas, esa estrella de tela amarilla transformada.

Lo que ya se vio y advirtió el año pasado no quedó ahí. Este año empeoró. El domingo pasado, la comunidad judía de Bulgaria publicó fotos de cómo había sido vandalizada con cruces gamadas la sinagoga principal de Sofía. La indignación llegó desde todo el mundo: el Congreso Judío Europeo, y B´nai B´rith Internacional desde Estados Unidos exigieron una respuesta del gobierno. Por ahora, están esperándola.

En Long Island, Nueva York, también esta semana, un sujeto que fue detenido por la policía , vandalizó, robó rollos de la Torá e hizo destrozos en un Templo Jabad.

La semana anterior, un joven judío de 18 años que usaba una kipá, caminando en Colonia, Alemania fue atacado por diez vándalos en un espacio público y le fracturaron la nariz y le provocaron otras heridas. Sólo detuvieron a dos de sus atacantes, pero de todos modos, es bastante inusual que logren detener a quienes cometen crímenes de odio. No lo decimos nosotros, lo declaró tal cual, Félix Klein, Comisionado alemán para la lucha contra el antisemitismo.

La semana pasada, en Londres, las cámaras de seguridad callejeras mostraron como un hombre corpulento – a quien todavía están buscando -atacó y golpeó a un judío ortodoxo de 64 años en la vía pública, provocándole rotura de costillas y lastimaduras en su cabeza. Esa misma semana, el hombre al cual la policía no encuentra todavía, también atacó a un niño judío que iba caminando por la calle, pero esta vez, sin causarle heridas serias. El 12 de agosto, un hombre de 72 años usando kipá y su esposa, iban caminando cerca del teatro Wyndham, cuando fueron atacados, el hombre abofeteado y tirado en la acera. En 6 meses de 2021 hubo 1.308 incidentes antisemitas en Inglaterra. Hace 40 años que no pasaba algo ni parecido.

Londres, París, Bruselas, Múnich, Berlín, Santiago, Montevideo, Buenos Aires, y podemos seguir ad infinitum, son lugares donde los atentados y crímenes de odio antijudíos crecen y crecen. La pandemia es una excusa que tiene un año y medio. El trasfondo llega desde la Edad Media y antes.  Hay muchos motivos para que se multipliquen, y eso todos lo sabemos. La impunidad que otorgan las redes sociales, los silencios de muchos gobiernos, la complicidad de gobiernos y partidos políticos con la constante incitación al odio antijudío y el facilismo con el cual señalizan a Israel en los organismos internacionales sin importarles la violencia que eso genera, son todos ellos, el contexto que demuestra como el antisemitismo sigue instalado con libertades que en algunos lugares recuerdan la Europa de los años 30. Pero, cuidado!. Los antivacunas nazis de hoy no son diferentes a los del siglo XX. Van por los judíos por supuesto. Pero van también por todos los demás. ¿Se olvidaron?. Nosotros no.

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