Medio Oriente: Cultura tribal y estados pre-modernos

El Medio Oriente es un lugar donde hacer daño y ser cruel con los demás es considerado una virtud y un deber. Los habitantes del Medio Oriente observan su mundo como el lugar donde ganan o pierden mutuamente. Estos creen que siempre son los demás que conspiran con el propósito de promover sus propios intereses, por lo que cada uno debe conspirar para proteger lo suyo contra las conspiraciones de los demás. Los pobladores en el Medio Oriente ven su entorno político como una guerra total de todos contra todos, siendo sus amigos más cercanos sus aliados potenciales.

Existen dos formas principales de organización política en el Medio Oriente: Tribus y estados pre-modernos. Las tribus son las políticas patrimoniales de la región. Estas son organizaciones regionales de seguridad, cimentadas en familias, familias muy amplias, secciones tribales, tribus y confederaciones tribales.

Al enfatizar los términos de igualdad, descentralización y autonomía grupal, las relaciones grupales están basadas en promover una “oposición lo bastantemente equilibrada”, en donde cada grupo se ve equilibrado ante otros grupos tribales del mismo tamaño y posición genealógica. Los miembros de la tribu se ven obligados a apoyar siempre a su propio grupo, que los antropólogos denominan “responsabilidad colectiva” y aliarse con grupos genealógicamente más cercanos en oposición a aquellos que son más distantes, etiquetados como “oposición complementaria”. 

La oposición equilibrada significa que ningún grupo pequeño se enfrenta a uno mayor, porque los grupos genealógicamente más cercanos se unen en contra de aquellos considerados extraños o desconocidos. Por lo tanto, esta estructura tribal equilibrada se ha dispuesto a si misma disuadir contra cualquier tipo de agresión, donde cada grupo sabe que los grupos opuestos se unirán para responder, por lo tanto, el conflicto tribal se verá reducido.

Si los grupos dentro del sistema tribal se equilibran entre sí, garantizando de esta manera cierto grado de paz y de seguridad, las poblaciones foráneas a la tribu, especialmente campesinos y comerciantes, eran considerados como blancos legítimos. 

Las tres fuentes principales de ingresos externos para las poblaciones tribales del Medio Oriente eran la extorsión a los campesinos vecinos a cambio de protección, la captura de esclavos entre los campesinos más distantes y la captura de ganado a las tribus más distantes. Por ejemplo, la tribu iraní Yarahmadzai en Baluchistán, con la que residí durante veintisiete meses de investigación etnográfica, históricamente, hasta el año 1928, regularmente asaltaba aldeas campesinas persas dentro del condado de Narmashir, zona noroeste en la provincia Kerman. Estos se llevaban consigo todo lo valioso: joyas, alfombras, granos, ganado y rehenes a quienes obligaban a trabajar en cultivos o eran vendidos al bando sur. Las incursiones de captura de esclavos junto a la esclavitud eran parte normal de la vida en el Medio Oriente. 

Las tribus turcomanas del noreste de Irán extorsionaban a los campesinos persas ubicados en las zonas sur a ellos, obteniendo pagos regulares por concepto de “protección” y el capturar campesinos persas en tierras más lejanas, enviando rehenes a los mercados de esclavos en Khiva, Bukhara, Samarcanda y Taskent en Asia Central.

Los estados pre-modernos fueron en gran medida creación de militares rufianes que capturaban a una población campesina y vivían de esta extorsionándolos con el pago de impuestos. Las ciudades pre-modernas eran principalmente centros administrativos y de campamentos militares, completadas por las autoridades religiosas que teológicamente racionalizaban el mandato del estado y artesanos que proveían de bienes a la pequeña élite. 

Más del 90% de las poblaciones eran campesinos que vivían de la tierra. Además de ser obligados a pagar impuestos que estos escasamente podían pagar, los campesinos también vieron a sus hijos reclutados en el ejército. Los estados pre-modernos tendían a ser expansionistas, por razones muy prácticas. Debido a que la tecnología y el nivel de producción eran sumamente bajos, el camino más fácil hacia la riqueza era quitarles riqueza a otros. 

Las expansiones le permitieron al estado abarcar una mayor población que pagaba impuestos. Y las expansiones permitieron esclavizar a las poblaciones extranjeras, proporcionando de esta manera mano de obra gratuita y sin compensación para los proyectos estatales y para los funcionarios del estado. La esclavitud era común entre los muchos imperios que se iniciaron en el Medio Oriente, tal como lo fueron para la antigua Grecia y Roma. 

El Imperio Árabe Islámico comenzando en el siglo 7 c.e. recolectó vastas unidades de esclavos desde India hasta Iberia, recompensando regularmente a funcionarios y a guerreros con esclavos para sus actividades domésticas y sexuales. La esclavitud al sur de Europa y África era algo muy común entre los árabes y luego entre los otomanos y de hecho continúa siéndolo hasta el día de hoy en algunos países árabes.

Estos pueden ser tiempos modernos, o incluso pos-modernos, pero los estados del Medio Oriente siguen siendo estados pre-modernos, con sus ejércitos rufianes que han capturado a poblaciones campesinas. Existen teocracias totalitarias tales como Irán, reinos déspotas como el de Arabia Saudita, Jordania y Qatar y dictaduras militares como la de Siria, Egipto y el Líbano. Ningún país del Medio Oriente o de África del Norte, aparte de Israel, es una democracia. 

Además, el supremacismo islámico y el yihadismo son ideologías oficiales de algunos estados del Medio Oriente, tales como el chiismo en Irán, el wahabismo en Arabia Saudita e incrementándose cada vez más Turquía. Los movimientos supremacistas tales como la Hermandad Musulmana son poderosos en Egipto y en Palestina, pero a veces son reprimidos bajo las dictaduras militares. Los conflictos religiosos, como por ejemplo entre sunitas y chiitas y los conflictos étnicos, entre árabes y turcos, árabes y persas, persas y kurdos, persas y turcos, turcos y kurdos, irrumpen de vez en cuando tal como lo han hecho durante los últimos milenios. La identidad tiende a ser excluyente más que inclusiva. Las ideologías prestadas, como el socialismo árabe, tuvieron muy poco impacto sobre estos problemas básicos.

Los estados del Medio Oriente pueden no ser modernos, pero su dinero el cual proviene del petróleo compra equipos militares los cuales estos no temen utilizar contra otros. El reciente territorio del Califato tomado por el Estado Islámico, que se expandió a lo largo de una gran parte de Siria e Irak, fue un imperialismo sunita dirigido a los centros de poder chiitas y cuasi-chiitas y contra las poblaciones no-musulmanas, que este alegremente masacró y esclavizó. 

Aunque la experiencia del poderío aéreo estadounidense y las fuerzas especiales, apoyadas por las botas kurdas en tierra, destruyó el califato territorial de ISIS, sus ramificaciones se han extendido por toda la región y continúan haciendo estragos en nombre del supremacismo sunita. Irán es el campeón totalitario del supremacismo chiita y ha extendido sus fuerzas a todo lo largo y ancho de Irak, Siria y el Líbano para imponer su poderío y utilizar sus poderes contra sus enemigos designados, los sunitas y los Estados Unidos e Israel. 

La neo-otomana Turquía avanza hacia Europa a través de su yihad migratorio y hacia los países vecinos de Siria e Irak a través de una invasión militar y ahora hacia Libia a través de una alianza con una de las facciones. Arabia Saudita continúa difundiendo su maligna ideología extremista wahabí financiando centros religiosos en todo el mundo.

La cultura del Medio Oriente sigue siendo implacablemente pre-moderna. La economía del Medio Oriente se asienta en el petróleo, descubierto por los occidentales, refinado con tecnología occidental y comprado y utilizado por los estados más modernos. El Medio Oriente produce muy poco, importando casi todos los productos modernos. Este depende totalmente de los estados modernos fuera de la región para obtener todos los accesorios necesarios de la modernidad. 

Además, en todos los estados árabes, no existe una universidad distinguida y la educación es generalmente considerada como propaganda religiosa y política. La contribución científica, juzgada por artículos supeditados a revisión junto a citas, es insignificante, ya que toda la región árabe está siendo superada por Finlandia y también España. La única institución educativa y científica moderna se encuentra en el diminuto Estado de Israel, que ha demostrado ser fuente inagotable de ciencia y medicina.

La historia de Occidente está repleta de estados pre-modernos, esclavitud y de conflictos étnicos y religiosos. Ninguna de estas premisas es exclusiva del Medio Oriente. Los regímenes feudales europeos, el derecho divino de los reyes, la guerra civil inglesa, las constantes guerras entre Francia y Gran Bretaña y las repetidas guerras entre católicos y protestantes con sus innumerables matanzas y asesinatos, ilustran la lenta evolución del estado liberal moderno y el gran costo humano de los patrones pre-modernos. 

Es muy cierto que graves fracasos en Europa condujeron a devastadoras guerras mundiales y que algunos estados traicionaron su mandato utilizando el fascismo. Incluso en sociedades avanzadas, es difícil enderezar lo torcido de la humanidad. Independientemente de cómo veamos al Medio Oriente, en Occidente poseemos mucho de lo cual no hay por el que presumir.

Por supuesto, los relativistas de la cultura nos dirán que no podemos juzgar al Medio Oriente o a cualquier otra cultura que no sea la nuestra. Sin embargo, todos en todas partes juzgan a través de las fronteras culturales, tanto internas como externas. No tiene sentido esperar lo contrario. Aún más absurdo es que se nos dice que “todas las culturas son igualmente buenas”, cuando de hecho sabemos que, por cualquier criterio, las culturas pueden clasificarse entre mejores y peores. 

Si juzgamos por la adhesión al Islam, los países del Medio Oriente son mejores y los países euro-americanos son peores. Si juzgamos por la democracia, las libertades individuales y la transparencia de los diferentes gobiernos, los países euro-americanos son mejores y los países del Medio Oriente son peores. Esto no es nada nuevo; el organismo de las Naciones Unidas Arab Human Development Reports lo explica con gran detalle.

La conclusión deriva que, en base a nuestros valores en Occidente, el Medio Oriente es una región bastante desagradable y no es nada realista esperar que se convierta en otra cosa en un futuro previsible. Las implicaciones políticas a ello son que los occidentales deberían actuar con mucha firmeza y decisión en contra de la agresión de los países del Medio Oriente, pero evitar invasiones y ocupaciones a largo plazo. La actual estrategia estadounidense de aplicar sanciones económicas, fuerzas especiales y poderío aéreo es el enfoque más sabio.

Philip Carl Salzman es profesor de antropología en la Universidad McGill y miembro del Foro del Medio Oriente.

Hatzad Hasheni- Por Phiip Carl Salzman (The Middle East Forum)

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