El judaísmo es una de las más antiguas religiones practicadas en Irán y se remonta al final de los tiempos bíblicos. Los libros de Isaías, Daniel, Esdras, Nehemías, Ester y Crónicas contienen referencias de los judíos en Persia (Irán fue conocido hasta 1935 como Persia). En el libro de Esdras, que recoge los reyes persas, indica que permitieron salir a los judíos para establecerse en Jerusalén y reconstruir su templo, gracias al “Decreto de Ciro II El Grande”. Este evento en la historia judía tuvo lugar a finales del siglo XI AEC, cuando existía una importante comunidad judía persa.
Posteriormente en el año 642, con la invasión de los árabes a Persia y la imposición del islam como religión oficial, las distintas minorías de Persia, entre ellas los judíos, pasaron a ser ciudadanos de segunda clase. Después de la invasión de los mongoles en la segunda mitad del siglo XIII, la vida de los judíos mejoró notablemente. Gozaban de igualdad y practicaban libremente su religión, incluso llegaron a ocupar importantes cargos públicos y administrativos.
Sin embargo, la situación se modificó cuando los saffaríes – la primera de las dinastías modernas de Irán– tomaron el poder en 1501 con lo cual los judíos fueron discriminados en varios ámbitos de la vida cotidiana. Durante este imperio, el islam chiita fue proclamado la religión oficial del Estado, con lo cual los judíos fueron víctimas constantes de vejaciones por considerarlos inferiores e impuros. Pese a que el reinado Safari concluyó en 1936, la percepción negativa del judaísmo por parte de la población musulmana perduró varias décadas más.
A lo largo del siglo XIX la comunidad fue objeto de sistemáticas persecuciones, lo que llevó a una ola migratoria hacia diferentes partes del mundo. En 1925 con el establecimiento del régimen de los Pahlevi (última dinastía persa), se adoptó una política pro-occidental y se impulsó la emancipación de los judíos. Hacia 1948, cuando se creó el Estado de Israel, habitaban ahí alrededor de 95,000 judíos. A pesar de que la comunidad carecía de rabinos y los contactos con el mundo judío eran limitados, la mayoría tenía una gran conciencia religiosa. Alrededor de 28,000 judíos decidieron emigrar al nuevo Estado.
Con Mohammad Reza Pahlevi, el último gobernante de esta familia, se prohibieron las conversiones forzadas, se luchó por combatir el prejuicio de que los judíos eran impuros y las relaciones con el Estado de Israel eran cordiales. En 1960 el shá confirmó públicamente su reconocimiento a Israel, lo que ocasionó la ruptura de relaciones diplomáticas con Egipto durante diez años. Para 1968 alrededor de 60 mil judíos vivían en Irán, constituyendo la comunidad judía más extensa del norte de África y Asia, sin contar a Israel.
En vísperas de la revolución islámica de 1979, cerca de 80 mil judíos habitaban en las ciudades de Teherán, la capital, Shiraz, Kermanshah e Isfahán. Bajo el régimen de los ayatolas, los judíos comenzaron a ser víctimas de numerosas prohibiciones. Alrededor del 75% de los judíos iraníes se vieron forzados a emigrar, abandonando en manos musulmanas todas sus propiedades.
En la actualidad, el mayor número de judíos persas que emigraron de Irán se encuentran en Israel (75,000 en 1993, incluyendo a los israelíes de segunda generación). Con el tiempo los judíos persas se asimilaron a la población israelí, por lo que es difícil tener una cifra real en el presente, y en EUA 45,000 de primera generación, especialmente en las áreas metropolitanas de Los Ángeles y Nueva York.
Con la llegada del ayatola Jomeini, el gobierno de Irán se convirtió en uno de los oponentes más radicales de Israel y del proceso de paz en el Medio Oriente con fuerte apoyo a grupos extremistas como Hamás y Hezbolá. Su odio hacia Israel ha constituido una parte importante de su plataforma en la política exterior.
En este contexto, Rani Amrani, director de Radio Ran, emisora en idioma farsi de Israel, quien hizo Aliá desde hace años y mantiene vínculos estrechos con iraníes judíos y no judíos, señala que los judíos en Irán en lo que respecta a la religión disfrutan más o menos de libertad, porque los musulmanes no pueden rechazar al judaísmo, que aparece mencionado en el Corán.
Pueden celebrar sus festividades, mantener el Kashrut (normas relacionadas con la alimentación) e ir a las sinagogas. Amrani considera que una de las mejores maneras de que la comunidad judía se asegure de que las cosas se mantengan tranquilas es evitar cualquier indicio de sionismo. El sionismo, es el movimiento político por el retorno del pueblo judío a su patria ancestral, fundado a finales del siglo XIX y deriva de la palabra “Sión”, sinónimo tradicional de Jerusalén y la Tierra de Israel.
De aquí que lo primero que hicieron los judíos de Irán cuando se enteraron de la sorprendente noticia de que el comandante de élite de la Fuerza de la Guardia Revolucionaria Quds, mayor general Qasem Soleimani, había muerto en un ataque estadounidense, fue emitir fuertes condenas contra EUA. “Dios vengará su sangre” decía un mensaje de la comunidad Judía.
Luego, representantes de la comunidad acudieron a la casa de Soleimani para expresar condolencias a la familia y participaron en el funeral; entre los presentes estaba el Gran Rabino de Teherán, Yehuda Gerami, quien incluso condenó el asesinato. En este sentido, “es difícil adivinar cuan asustada está esa comunidad de que la nación desahogue su furia contra ellos”.
En diferentes años se han publicado imágenes de la vida judía en Irán, generalmente durante sus festividades, con el objetivo de demostrar que Irán no tiene problemas con el judaísmo, solo con el sionismo. Por otra parte, Amrani ha comentado que se ha comunicado con judíos iraníes a través de la aplicación de mensajería Whatsapp, indicando que cualquier contacto de ese tipo conlleva un riesgo. “Tienen mucho miedo, porque fácilmente podrían ser acusados de espionaje. Tengo oyentes regulares y todas las sinagogas conocen mi estación de radio, pero su situación es muy delicada. Si un musulmán se comunica con Israel es un problema, pero si un judío lo hace se sospechará que está espiando. Así que ahora hablo mucho menos con ellos para no meterlos en problemas. Sus vidas están realmente en peligro”.
Radio Ran es actualmente la única estación de radio israelí que transmite en farsi y muchos residentes y exresidentes de Irán la sintonizan para obtener informaciones que son censuradas por el régimen de Teherán. En el pasado algunos judíos iraníes viajaban a Israel, sobre todo para participar en celebraciones familiares, pero es peligroso. “Si un judío es descubierto yendo a Israel puede ser castigado con cinco años de prisión”.
Después del ataque contra Soleimani se produjo un aumento de las búsquedas de Google en farsi de palabra “venganza” y los judíos de Irán temen por sus vidas. “La comunidad judía tienen ahora mucho miedo de que los musulmanes los señalen y los vean como un objetivo. Si los judíos mataron a Soleimani, podrían decir, mataremos a los judíos de aquí”. De aquí que la comunidad judía se apresurara a emitir un mensaje de duelo y ofrecer condolencias.
“Si hay una guerra entre Irán e Israel, o entre Irán y EUA, los judíos serán tomados como rehenes y perderán todo lo que tienen”. Eso es lo que sucedió después de la Revolución islámica. Ahorcaron y mataron a todos los judíos ricos para apoderarse de sus propiedades, y también podría suceder ahora. Los judíos de Irán viven sobre un barril de pólvora, que ante un régimen teocrático de extremado fanatismo, podría explotar en cualquier momento. “Están en grave peligro”.
Leon Opalin / @enlacejudio