31 años y contando

El próximo viernes se conmemora un año más del fatídico atentado terrorista contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, que dejó un saldo de 22 personas fallecidas y 242 heridos.

El coche bomba una Ford F-100 conducido por un atacante suicida, no solo destrozó el edificio que albergaba la Embajada y el Consulado Israelí, sino que causó grandes daños a una escuela y una iglesia aledaña.

El terror se fija un objetivo, pero en su ejecución acaba con los sueños de muchas personas, inclusive niños o mujeres embarazadas, que por el azar del destino se encontraban en el lugar, día y hora elegidos por los asesinos.

La justicia argentina al día de hoy no ha acusado formalmente a alguna persona o movimiento, solo la conjetura de teorías, inclusive ha cambiado en varias oportunidades hasta del elemento que causó la explosión, aun cuando ya el Informe del Mosad del pasado año, indica que el grupo operativo pertenece a Hezboláh o una de sus facciones armadas, financiado y entrenados por Irán.

Se han hecho muchas hipótesis de porque se eligió a Argentina como target, saliendo a relucir la figura de Carlos Saúl Menem, presidente de Argentina entre 1989 a 1999, de origen sirio, quien ya siendo candidato a la presidencia por el Partido Justicialista, había hecho alianza y propuestas a países del Medio Oriente, específicamente a Siria donde viajó con una comitiva y se reunió con Háfez al-Ássad donde se comenta, que le ofreció asesorar a Siria para desarrollar una central nuclear, cuestión que ya como Presidente nunca cumplió.

En ese viaje, Menem visitó la cuidad de sus padres Yabroud, aun cuando no hablaba árabe y de su comitiva prácticamente nadie inclusive Menem, no tenían mucha idea de las costumbres, historia o tradiciones de sus pueblos.

Ya como presidente, Menem envió en 1991, dos buques de guerra para apoyar la coalición liderada por EEUU por la invasión de Irak a Kuwait y en fin toda esa serie de actuaciones cercanas a occidente inclusive alejada de sus proclamas como candidato presidencial, que pudieron haber tenido algún impacto en los hechos de terror futuro, no solo con la voladura de la Embajada de Israel, sino también con el peor atentado terrorista en suelo sudamericano, como fue la destrucción de la Mutual Israelita Amia en 1994.

Aun cuando la pista siria ha quedado desechada por las pesquisas e investigadores, no está demás reseñar estos hechos históricos que forman parte de nuestra cultura política, el desconocimiento, la improvisación, el ofrecimiento de proyectos, dádivas o quien sabe cuántas locuras más, con el propósito de llegar al poder.

El hecho cierto es que las rivalidades milenarias entre judíos y árabes siguen hasta el día de hoy, aplacadas en parte por los diferentes acuerdos de paz y/o acercamientos entre Israel y diferentes países tanto árabes como musulmanes, pero por otro lado el mundo musulmán más radical liderado por Irán y sus satélites en Gaza, Líbano, Yemen, Irak entre otros, son un punto de inflexión que impide en alguna medida el avance de la paz y los acuerdos de convivencia, aun cuando a decir verdad, me sorprendió el recién anuncio de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita bajo la coordinación de China.

Pienso que cualquier acuerdo en la línea de la coexistencia y convivencia fraterna es positivo siempre y cuando no tenga como finalidad una fuerza superior capaz de destruir al otro bien sean personas, comunidades o Estados.

En definitiva el atentado terrorista contra la Embajada de Israel y la impunidad que rodeó el caso fue un aliciente para realizar otro de mayor envergadura y dolor, solo 2 años más tarde, dejando 85 muertos y más de 300 heridos, sangre humana, la sangre no tiene religión, color, raza o ideología, es siempre roja y cuando corre de estas formas, siempre es dolorosa.

Las huellas dejadas por estos dos hechos barbáricos, sigue retumbando en nuestros corazones ante la sociedad que ve con espanto que inclusive el fiscal Alberto Nisman de bendita memoria a cargo de la investigación de la Amia, fue asesinado un día antes de presentar su informe al Congreso, es realmente inconcebible lo que ha sucedido y que deja la puerta abierta para quien sabe cuándo y dónde, la sangre inocente vuelva a inundar las calles de nuestra América.

Miguel Truzman

Fuente: El Universal

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