La noche, los días y los años de cristales rotos

El 9 de noviembre de 1938, hace 87 años, el pogromo nazi conocido como La Noche de los Cristales Rotos se expandió por Alemania y Austria y preludió el Holocausto por muchas razones, pero una de ellas crucial: los nazis entendieron el silencio, la indiferencia y la complicidad del mundo ante la barbarie, lo sintieron como un apoyo a su muy conocida entonces política de antisemitismo brutal y descarnado, y no vieron barreras que le pudieran impedir el paso a sus objetivos y designios.

En el pogromo perpetrado por Hamas el 7 de octubre de 2023, fueron asesinadas diez veces más personas que en la Noche de los Cristales Rotos de 1938. Sin embargo, hoy hay muchos que no actúan diferente que hace 87 años. Concretamente, esta semana el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel acusó de “corrupción moral” al primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre, después de que este asistiera a un acto alternativo de presunta recordación de La Noche de los Cristales organizado por una ONG Centro Noruego contra el Racismo, que entre otras declaraciones recientes ha acusado a Israel de cometer genocidio en Gaza. El acto tuvo como coorganizador al Comité Palestina de Noruega. El primer ministro noruego consideró más apropiado participar de este acto y no del que organiza habitualmente la comunidad judía del país.
La Cancillería israelí afirmó que la participación de Støre en el acto alternativo, representó “un récord de corrupción moral, hostilidad hacia Israel y antisemitismo”.

“El primer ministro noruego eligió asistir a una ceremonia que convirtió un evento horrendo de asesinato y persecución de judíos —el aniversario de la Krystallnacht— en un arma contra el Estado judío, los israelíes y los judíos. Es una ofensa a la memoria de las víctimas del Holocausto, especialmente a los más de 750 judíos noruegos deportados y asesinados por los nazis y sus colaboradores. El primer ministro ha enviado un mensaje peligroso al demostrar que incluso la memoria de las víctimas del Holocausto puede ser manipulada con fines políticos”.

El premier noruego intentó demostrar su presunta buena fe y expresó: “Sabemos que la persecución no comienza de la noche a la mañana; se planifica a plena luz del día, tal como la deportación de los judíos de Noruega en 1942 que fue planificada meticulosamente, en su mayoría por noruegos. Así que debemos preguntarnos: ¿estamos realmente tan lejos de la Alemania nazi de 1938? Como primer ministro, quiero decir que mi gobierno hará todo lo posible por proteger, apoyar y acompañar a los judíos de Noruega y a todas las minorías. Noruega debe ser un país donde uno pueda decir con orgullo: soy judío”.

Decir todo eso rodeado de antisemitas no convenció ni dentro ni fuera de Noruega. El presidente de Yad Vashem Dani Dayan dijo que no recuerda a un líder europeo denigrando de esa forma al Holocausto.” Usó el aniversario de la Krystallnacht para juntarse con quienes hoy están asociados con aquellos que quieren que el Estado judío desaparezca”. Además, Noruega no es un lugar cualquiera en la historia de la Shoá y en particular de los verdugos voluntarios de Hitler que en Europa acompañaron la barbarie del Holocausto.

El 1 de febrero de 1942, Vidkun Quisling, jefe del Partido Unión Nacional Nazi de Noruega fue designado primer ministro por Josef Terboven, nombrado comisionado nazi por Hitler. Quisling se distinguió por el antisemitismo extremo y trató siempre de interpretar todos los acontecimientos de la política mundial sobre la base de la teoría de “la conspiración judía”. Un nazi militante y convencido. Apenas asumió como primer ministro, Quisling inició medidas antijudías que incluían la confiscación de propiedades y el establecimiento de campos de concentración. La mitad de los 1.600 judíos del país fueron deportados al campo de exterminio Auschwitz. En el mandato de tres años de Quisling se establecieron campos de concentración en Noruega, en los cuales los opositores fueron encarcelados, comunistas, socialistas, y más que nada, judíos. Al terminar la guerra, Quisling fue procesado y encontrado culpable de los cargos de malversación de fondos, asesinato y alta traición. Fue ejecutado en Oslo, el 24 de octubre de 1945. Durante la Segunda Guerra Mundial, y por muchas décadas el término quisling se convirtió en sinónimo de traidor. Pero fue mucho más que eso. Traicionó sí a Noruega abrazando a Hitler y al nazismo mucho antes de conseguir ser primer ministro. Pero fue un símbolo de que la maldad, la perversidad, el odio ilimitado, fue una hoguera que el nazismo supo encender y que pasó a constituirse en un incendio tras otro por las complicidades al este y al oeste de toda Europa.

Con ese contexto y antecedente histórico, y a pesar de algunas expresiones pretendidamente civilizatorias respecto al pueblo judío, el actual primer ministro noruego quizás no se equivocó esta semana, como alegan como disculpa sus seguidores, sino que como se dijo en Israel con palabras más diplomáticas, se zambulló en una piscina de barro no tan alejada de la que utilizan los otros quisling de hoy, que han decidido hacer todo lo que pueden y se les permite para borrar de la memoria que fue Hamas y su propietario Irán quienes perpetraron el 7/10/23 el asesinato en masa de judíos más brutal desde que terminó el Holocausto.
También en noviembre, pero hace 50 años, sucedió un acto masivo de avasallamiento contra el pueblo judío. El 10 de noviembre de 1975, la ya entonces malhadada Naciones Unidas votó en su Asamblea General la resolución 3379, señalando que el sionismo “es una forma de racismo y discriminación racial”. Y aunque en 1991 el libelo votado 16 años antes fue revocado, el cimiento quedó y así lo anunció entonces el Embajador de Israel en la ONU, después presidente del país, Jaim Herzog. Desde el podio del edificio en Nueva York, Herzog dijo que “así como las Naciones Unidas nacieron como una alianza antinazi, ahora están iniciando el camino para convertirse en el centro mundial del antisemitismo”. ¿Premonición? Para nada. Sabiduría y visión. La resolución intentó deslegitimar desde entonces el derecho del pueblo judío a tener un hogar nacional. Pero los antisemitas quedaron prendados y prendidos por esa ordalía política, y no la soltaron más.

Herzog fue entonces categórico. “Marcar a un pueblo por ser sionista, o peor aún, etiquetarlo como racista por ser sionista, es negarle al pueblo judío el derecho a su identidad y auto determinación, algo que todas las naciones dan por sentado y que sólo se pretende negar a Israel. Vengo aquí a denunciar los dos grandes males que amenazan a todas las sociedades en general y a la comunidad internacional en particular: el odio y la ignorancia. Esos dos males son la fuerza motivadora de la resolución y de quienes la apoyan. Estos dos males caracterizan a quienes han arrastrado a esta organización al abismo donde está hoy”.

El nazismo no sólo se valió de la aquiescencia fundamentalmente europea para perpetrar La Noche de los Cristales Rotos, sino que vio una señal positiva para pergeñar y planificar meticulosamente el proyectado asesinato de 11 millones de judíos como ha quedado registrado en sus documentos, lo cual finalmente hizo con 6 millones. Pero en todo momento lo hizo acompañado con el odio compartido por miles de rumanos, lituanos, letones, ucranianos, estonios, croatas, polacos, franceses, noruegos, holandeses, belgas, por citar algunos. 30 años después del fin de la guerra, otra vez el odio de más de 70 países liderados por la ex URSS y la mayoría de los países árabes usó esta vez las Naciones Unidas para instalar antisemitismo impune contra la nación judía, antisemitismo que hasta hoy no deja de crecer y que ha ido encontrando complicidades que quizás muchos no pensaron fueran tan fervorosas como en los años de la Shoá, muy especialmente en América Latina.

Y hoy, a 87 años del pogromo nazi, a 50 del ataque colectivo de las Naciones Unidas que nunca más detuvo su accionar de odio, y a 2 años del 7/10, Israel y toda la nación judía siguen, como dijo Jaim Herzog, enfrentando no sólo el odio sino también la ignorancia. Pero hay más perversión. Se trata de la maldad disfrazada de intelectualidad supuestamente pensante.

¿Qué hizo el primer ministro noruego esta semana? Un acto de maldad y desprecio disfrazado de palabras adornadas de un buenismo falso. Parado en un podio desde el cual sólo se incita a la violencia contra los judíos, su promesa de amparo al derecho de los ciudadanos judíos de su país a vivir seguros y libres como corresponde, cayó en un pozo oscuro.
En la Cumbre CELAC-Unión Europea de esta semana donde para variar no se lograron más hechos que la retórica, en lugar de hacer, aunque sea algo mínimo por la gente que dicen representar, decidieron poner dentro de la vacua declaración final: “Instamos a todas las partes del conflicto en Gaza a comprometerse plenamente con la aplicación de todas las fases del plan de paz y a abstenerse de adoptar medidas que puedan poner en peligro el acuerdo. Que se garantice un acceso inmediato y sin trabas, así como la distribución sostenida y a gran escala de la ayuda humanitaria hacia y dentro de Gaza”.

Ignoraron que lo que piden se empezó a resolver hace más de un mes y que ninguno en la CELAC tuvo ni va a tener arte ni parte ni en este ni en ninguno de los procesos de relacionamiento en Medio Oriente más que por su fanatismo ideológico, por su incapacidad política tan a la vista y tan desgraciada. Igualmente quieren protagonizar algo en escenarios que no los reciben. Otra vez entonces: odio, maldad, ignorancia, y de esto último, cada día más.