Los Acuerdos de Abraham cosechan frutos políticos, económicos y sociales

Una circunstancia anecdótica que, sin embargo, refleja el profundo cambio geopolítico, económico y social que, tras más de dos años de vigencia, los Acuerdos de Abraham han traído a Oriente Medio.

La confluencia de intereses entre los países árabes del Golfo Pérsico (Emiratos Árabes, sobre todo), sus acólitos regionales como Marruecos e Israel se ha revelado a lo largo de 2022 como algo mucho más profundo de lo que se podía aventurar en 2020, y ha desatado un acelerado y fructífero deshielo.

El recelo ha dado paso a una cada vez más cómoda y menos rígida relación, que se sostiene mucho más allá de Irán, el catalizador original una «amistad» que ya cosecha otros «frutos».

Tal es el éxito que incluso los países árabes más renuentes a reconocer a Israel han comenzado a dar pequeños pasos en ese sentido.

Líbano firmó en octubre un inédito acuerdo con su vecino del sur -a quien no reconoce- para definir la frontera marítima y poder así explotar los yacimientos de gas que comparten bajo el Mediterráneo.

Qatar, el mayor defensor público de la llamada “causa palestina”, aceptó por vez primera vuelos directos entre ambos países, mientras que Israel abrió un servicio de atención consular en Doha y permitió la llegada de periodistas israelíes y la instalación de cocinas «kosher» para atender a viajeros de observancia judía durante el Mundial de Fútbol.

Hasta Arabia Saudita ha permitido que aviones civiles israelíes sobrevuelen su espacio aéreo, un pequeño pero significativo paso.

ENEMIGOS, DINERO Y PERSONAS

Donald Trump fue el impulsor del reconocimiento entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), quienes en 2020 establecieron plenas relaciones diplomáticas después de algunos años de aproximación indirecta.

Bahréin y Marruecos se sumaron a este cambio geopolítico, cuyas repercusiones prácticas han crecido de forma exponencial.

El amenazante programa nuclear de Irán y el amplio telón de fondo de la «seguridad» fueron el origen de este acercamiento, que este año perdió toda sutileza con una serie de reuniones y cumbres ministeriales orientadas a crear algún tipo de «alianza» antiiraní.

Las armas y la tecnología militar y de espionaje han sido notorias industrias beneficiadas por los Acuerdos de Abraham.

También lo han sido otro tipo de negocios en los que Israel ofrece soluciones vitales, como las tecnologías agrícolas o para mitigar problemas ambientales o desafíos climáticos.

Henrique Cymerman, periodista hispano-israelí, fundador de la Cámara de Comercio e Industria Israel-Países del Golfo, dijo que los Acuerdos de Abraham significan «la mayor revolución para Oriente Medio desde los acuerdos de paz entre Israel y Egipto de 1979».

Su importancia «no es solo por las relaciones económicas, que son enormes, sino porque marcan un cambio de mentalidad». De hecho, «600.000 israelíes visitaron EAU desde su firma» y «hay 400 vuelos mensuales entre Tel Aviv y Dubái», casi «un puente aéreo», indicó.

Uno de los ámbitos en los que se produjo un mayor acercamiento fue precisamente en los lazos económicos entre Israel y EAU: «Los 500 millones (de dólares) de intercambios comerciales de hace dos años son ya 2.000 millones, y se prevé llegar a 10.000 millones en cinco años».

La boda rabínica en Abu Dabhi se enmarcó en este escenario: centenares de invitados, familias reales, lujo y desparpajo debidamente publicitado para reflejar esta nueva realidad y un futuro promisorio.

Los vínculos de Israel con los otros firmantes van hacia una dirección parecida, mientras «se cocinan nuevos acuerdos con otros países» árabes y musulmanes. Esto avanzará «independientemente del gobierno que haya en Israel, porque es uno de los asuntos inusuales en los que hay consenso» interno, dijo el periodista.

«Hay cooperación, se están creando clínicas, hospitales, hay investigación… ‘Start ups’ israelíes se instalan en estos países», apuntó Cymerman.

La percepción árabe es similar, si bien un poco más disimulada en la esfera pública.

PALESTINOS

«La firma de los Acuerdos de Abraham ha sido un enorme triunfo diplomático para Israel», estimó en declaraciones Yoel Guzansky, experto en el Golfo y miembro del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel.

Sin embargo, «no hubo más países que se unieran y tampoco avances en la cuestión palestina».

Según Guzansky, «una de las razones (del éxito de los acuerdos) es porque hay mala sangre entre algunos de los países del Golfo -sobre todo EAU- y los palestinos, que no se soportan entre sí».

Algunos de estos Estados incluso «ven a la cuestión palestina como algo negativo», y «no quieren que los palestinos pongan en peligro lo que tienen con Israel», remarcó.

En su opinión, “es demasiado pronto para saber” si el futuro gobierno israelí, encabezado por Benjamín Netanyahu y sus aliados ultraderechistas y religiosos, afectará negativamente a los acuerdos.

Nada debería cambiar, pues fue Netanyahu quien los firmó en primer lugar, pero la figura del extremista Itamar Ben Gvir, quien seguramente entrará en el gobierno, «será más difícil de digerir para algunos países».

Sus provocaciones «podrían perjudicar las relaciones» de Israel con sus nuevos socios. Aurora y EFE

La entrada Los Acuerdos de Abraham cosechan frutos políticos, económicos y sociales aparece primero en Aurora.