Me permito escribirte como amigo, porque bien podríamos serlo. Tenemos la misma edad, tenemos el mismo origen humilde. Los dos jugamos con la pelota que estaba a nuestro alcance, hecha con medias viejas rellenas con diarios usados, en la calle o en el campito del barrio. ¿Te olvidaste de eso? No creo, yo tampoco.
No tengo nada que ver con el título y la posición que ocupás actualmente, que con franqueza no te envidio. Yo me dediqué a otra cosa, que nada tiene que ver con religiones.
Te escribo en nuestro idioma común, el rioplatense, tal vez con pequeñas diferencias porque soy de la orilla de enfrente.… Leer más