Cuando el general seléucida Lisias se enteró de la derrota de sus generales, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Organizó un ejército 60 mil soldados y 5 mil jinetes de unidades de élite. Pero Yehudá no se dejó intimidar. Debido a su fama y éxito logró reclutar un ejército de 10 mil combatientes judíos, pero cuando vieron el impresionante ejército griego, se sintieron desmoralizados. Una vez más, Yehudá los alentó recordándoles que HaShem había entregado a Goliat, un hombre gigante, a las manos de David, y que le otorgó la victoria en la batalla de Mijmás a Yonatán, el hijo del rey Shaul.