Parashá Sheminí

shemini

Octavo 
Libro Vayikra / Levitico (9:1 – 11:47)
 

Resumen de la Parasha 

Después de ocho días desde la iniciación de los rituales para ungir a Aharón y sus hijos como sacerdotes, asumieron sus cargos.  Toda la congregación estuvo frente al altar, mientras Aharón ofrecía sacrificios por sí mismo y por todo el Pueblo de Israel.  Luego Aharón alzó sus manos hacia el pueblo y los bendijo.  Posteriormente, Moshé y Aharón entraron al Mishkán y los restos de sacrificios que aún había, fueron consumidos por un fuego Divino.  Ante este hecho, el Pueblo se arrodilló, en actitud de adoración al Eterno.

Dos hijos de Aharón, Nadav y Avihú, tomaron inciensos nunca indicados por el Eterno para su uso, y los encendieron en el Santuario, presentando ante el Creador un fuego extraño.  Fue entonces, que apareció un gran fuego que les produjo la muerte.  Sus cuerpos fueron retirados por Mishael y Eltzafán, hijos de Uziel, tío de Aharón, y llevados fuera del campamento.  Este hecho conmovió a Aharón, pero Moshé le explicó que los Cohanim tenían la responsabilidad de salvaguardar el nivel de santidad que Hashem requirió.  Aharón y sus dos hijos restantes, Elazar e Itamar fueron instruidos por Moshé de no exteriorizar aflicción, siendo sumisos a la voluntad del Eterno. 

El Todopoderoso le dijo a Aharón, que los Cohanim no debían beber vino o licor antes de entrar al Tabernáculo, para cumplir con sus deberes en el Mishkán o al instruir al Pueblo.

El Eterno ordenó a Moshé y a Aharón para que instruyeran al Pueblo sobre su alimentación.    Podían comer carne de animales, pero debían observar que no fueran impuros, no kasher.

Solamente se puede ingerir carne de animales cuadrúpedos que tuvieran pezuñas partidas y rumiantes.  Por lo tanto quedó prohibido comer carne de camellos, conejos, liebres y cerdos. 

De los animales que viven en el agua, sólo aquellos que tienen aletas y escamas.  Todos los demás quedaron prohibidos para consumir, como ser los moluscos.

De las aves, fueron prohibidas las de rapiña, como el águila, buitre, etc.  También son impuros los insectos y otros seres que se arrastran, como ratón, comadreja, lagarto, caracol, reptiles, etc. 

La pureza y la santidad son bases en la vida de los judíos.


Reticencia vs. impetuosidad por el Rabino Jonatham Sacks

Debería haber sido un día de júbilo. Los israelitas habían finalizado  el Mishkán, el Santuario. Durante siete días Moshé había hecho los preparativos para su consagración[1]. El octavo día — el primero de Nissan (Éxodo 10:2) a un año del día en que los israelitas recibieron la orden, dos semanas antes  del Éxodo­­­­­ — el servicio en el  Santuario estaba por comenzar. Los sabios luego dirían que en el cielo fue el día más glorioso desde la Creación (Meguilá 19b).

Pero la tragedia ocurrió. Los dos hijos mayores de Aarón “ofrecieron un fuego extraño que no había sido ordenado” (Levítico 10:1) y un fuego proveniente del cielo destinado a consumir los sacrificios, los consumió también a ellos. Murieron. La alegría de Aarón se tornó en duelo. Vayidom Aarón. Y Aarón permaneció en silencio (10:3). El hombre que había sido vocero de Moshé no pudo hablar. Las palabras se transformaron en ceniza en su boca.

Hay muchos aspectos de este episodio que son difíciles de entender, y mucho tiene que ver con el concepto de santidad y la energía potente liberada que, como la energía nuclear actual, puede ser muy peligrosa si no se usa adecuadamente. Pero hay también una historia más humana acerca de  dos enfoques sobre el liderazgo que aún  resuenan en la actualidad.

Primero está la historia de Aarón. Leemos cómo Moshé le dijo que comenzara su rol como Sumo Sacerdote. “Moshé (entonces) le dijo a Aarón: ‘Acércate al altar y prepara tu ofrenda de pecado y la ofrenda de fuego como expiación para ti y para el pueblo… Luego prepara la ofrenda del pueblo como expiación de ellos, como lo ordenó Dios’ ” (Levítico 9:7).

Los sabios percibieron una sutileza en las palabras “Acércate al altar,” como si Aarón estuviera a cierta distancia, a acercarse. Dijeron: “Al principio Aarón estaba avergonzado de acercarse. Moshé le dijo: ‘No te avergüences. Es para esto que tú has sido elegido[2].’ ”

¿Por qué estaba avergonzado Aarón? La tradición propone dos explicaciones, las dos presentadas por Najmánides en su comentario sobre la Torá. La primera, es que Aarón simplemente estaba abrumado por estar tan cerca de la  Presencia Divina. La segunda, es que al ver Aarón los “cuernos” sobre el altar, le recordó el episodio del Becerro de Oro, su gran pecado. ¿Cómo podía ser que él, que había tenido una participación clave en ese terrible evento, pudiera asumir el rol de expiar los pecados del pueblo? Eso requería una inocencia que ya no tenía. Moshé tuvo que recordarle que era precisamente para la expiación de los pecados del pueblo que fue hecho el altar; y el hecho de que había sido elegido como Sumo Sacerdote por Dios, era una señal inequívoca de que había sido perdonado.

 Hay una tercera explicación, quizás menos espiritual. Hasta ahora Aarón había sido en todo aspecto el segundo de Moshé. Había estado a su lado en todo momento, ayudándolo a hablar y liderar. Pero hay una gran diferencia psicológica entre ser el asistente principal y ser un líder por mérito propio. Seguramente, todos conocemos ejemplos de personas que están cómodas en el rol de ser asistentes pero aterrorizados de asumir el liderazgo por su cuenta.

Cualquiera sea la explicación correcta (y quizás todas lo son) Aarón se mostró reticente a asumir su nuevo rol, y Moshé tuvo que darle ánimo. “Es para esto que  has sido elegido”.

La otra historia es la trágica, la de los dos hijos de Aron, Nadav y Avihu, que ofrecieron “un fuego extraño, que no había sido ordenado”. Los sabios propusieron varias explicaciones de este episodio, todas basadas en una lectura detallada de varios tramos de la Torá en el que se hace referencia a la muerte. Algunos afirmaron que habían estado bebiendo alcohol[3]. Otros, que eran arrogantes, que se posicionaban por encima de la comunidad, y fue por eso que nunca se habían casado[4].

Algunos dicen que eran culpables de pronunciar un dictamen halájico sobre el uso del fuego hecho por el hombre, sin haberle preguntado a su maestro Moshé si estaba permitido (Eruvin 63a). Otros afirmaron que estaban  por la presencia de Moshé y Aarón. Dijeron: ¿cuándo se morirán estos dos ancianos para que nosotros podamos liderar la congregación? (Sanedrín 52a).

Sin embargo, al leer el episodio, parece claro que estaban demasiado impacientes para ejercer el liderazgo. Llevados por el entusiasmo de cumplir un rol en la inauguración, hicieron algo que no se les había ordenado. Después de todo, ¿no había hecho Moshé algo por total iniciativa propia al romper las tablas cuando bajó de la montaña y vio el Becerro de Oro? Si él pudo actuar espontáneamente, ¿por qué  ellos no?

Olvidaron la diferencia entre Sacerdote y Profeta. Como hemos visto en ediciones anteriores de Convenio y Conversación, el Profeta vive y actúa en el tiempo (en este momento que no es igual a ningún otro). El Sacerdote actúa y vive en la eternidad, al seguir una serie de normas que son inmutables. Todo lo “santo” permanece en el ámbito del Sacerdote, precisamente detallado con anterioridad. Lo santo es el lugar donde el que decide es Dios, no el hombre.

Nadav y Avihu no comprendieron que hay distintos tipos de liderazgo, y que no son intercambiables. Lo que es apropiado para uno puede resultar radicalmente inapropiado para el otro. Un juez no es político. El Rey no es Primer Ministro. Un líder religioso no es una persona famosa en busca de la popularidad. Si se confundes estos roles no solo hará que falles, sino  también afectarán el rol para el cual habías sido elegido.

Sin embargo, el verdadero contraste aquí es la diferencia entre Aarón y sus dos hijos. Parece que fueran opuestos. Aarón era demasiado cauteloso, y tuvo que ser persuadido por Moshé hasta para comenzar. Nadav y Avihu no eran lo suficiente. Fueron tan entusiastas que quisieron colocar su propio sello en el rol del sacerdocio, y eso precipitó su caída.

Estos son, desde siempre, los desafíos que los líderes deben superar. El primero es la reticencia a liderar. ¿Por qué yo? ¿Para qué involucrarme? ¿Por qué asumir la responsabilidad y todo lo que conlleva (un gran nivel de estrés, el importante volumen de trabajo y las interminables críticas que los líderes siempre tienen que enfrentar)? Además de que, seguramente, hay otras personas mejor calificadas que yo.

Aún los más grandes personajes eran reticentes a liderar. Moshé en la Zarza Ardiente planteó repetidas excusas para demostrar que no era la persona indicada para el rol…Tanto Isaías como Jeremías se sintieron inadecuados para sus roles.  Convocado a liderar, Jonás huyó. El desafío es verdaderamente atemorizante, pero cuando uno siente que ha sido llamado para la tarea, y sabe que la misión es necesaria e importante, no hay otra respuesta posible que decir Hineni, “acá estoy” (Éxodo 3:4). En palabras del título de un famoso libro, hay que “sentir el temor y hacerlo de todas formas[5]”.

El otro desafío es el polo opuesto. Hay algunas personas que se ven a sí mismas como líderes por derecho propio. Están convencidas de que pueden hacer todo mejor que cualquiera. Recordamos las célebres palabras del primer presidente de Israel, Jaim Weitzmann, que era el presidente de una nación de un millón de presidentes. 

Desde afuera parece todo fácil. ¿No es obvio que el líder debe hacer X y no Y? El homo sapiens contiene muchos supuestos conductores que saben más que aquellos  que tienen sus manos sobre el volante. Ponerlos en una posición de liderazgo puede resultar en un gran daño. Al no haber estado nunca en ese puesto, no tienen ni idea de cuántas consideraciones hay que tomar en cuenta, cuántas voces de la oposición hay que superar, cuán difícil es lidiar con la presión de los sucesos sin perder de vista los objetivos e ideales del largo plazo. El fallecido John F. Kennedy mencionó que el shock más profundo que experimentó al ser elegido presidente fue “cuando llegué a la Casa Blanca y comprobé que las cosas estaban tan mal como habíamos estado diciendo que estaban”. Nada te prepara para las presiones de liderazgo cuando hay mucho en juego.

Los líderes híper entusiastas, excesivamente confiados, pueden causar grandes daños. Antes de llegar al liderazgo comprenden los sucesos de acuerdo a su propia perspectiva. Lo que no entendieron es que el liderazgo significa tomar en cuenta muchas perspectivas, muchos grupos de interés y puntos de vista. Eso no significa que hay que satisfacer a todo el mundo. Los que así lo hacen terminan sin complacer a ninguno. Pero hay que consultar y persuadir. En algunas ocasiones, es necesario honrar los antecedentes y la tradición de una determinada institución. Debes saber exactamente cuándo comportarte como tus predecesores y cuándo no. Todo esto requiere un considerable nivel de juicio, no un entusiasmo exagerado debido a la excitación del momento.

Nadav y Avihu seguramente eran grandes personas. El problema fue que creyeron que eran grandes personajes. No eran como su padre Aarón, que tuvo que ser persuadido para  acercarse al altar por su sensación de inseguridad[6].

Para hacer algo grande debemos tener en cuenta estas dos tentaciones. Una, es el temor a la grandeza: ¿quién soy yo? La otra, es estar convencido de tu grandeza: ¿Quiénes son ellos? Yo lo puedo hacer mejor. Podemos hacer grandes cosas si a) la tarea importa más que la persona, b) si estamos dispuestos a brindar lo mejor de nosotros mismos sin sentirnos superiores a otros, y c) si estamos dispuestos a recibir consejos, lo que Nadav y Avihu no hicieron.

Las personas no se transforman en líderes por ser grandes, se convierten en grandes porque  están dispuestas a servir como líderes. No importa sentirnos inadecuados. Moshé lo sintió. También Aarón. Lo que importa es la voluntad, cuando llega el desafío, de decir Hineni, “acá estoy”.


  1. ¿Por qué el primero de Nisán comienza como un día tan alegre?
  2. ¿Tendríamos más confianza en un líder reticente o en uno impetuoso/impulsivo?
  3. ¿Alguno de estos dos extremos afectan a la persona en otras áreas de la vida, aun cuando no ejerce un rol de liderazgo?

[1] Como se describe en Éxodo 40.

[2] Rashi en Lev. 9:7, citando a Sifra.

[3] Vaikrá Rabá 12:1; Ramban en Lev. 10:9.

[4] Vaikrá Rabá 20:10.

[5] Susan Jeffers, Feel the Fear and Do it Anyway, Ballantine Books, 2006.

[6] El compositor Beriloz una vez dijo sobre un joven músico: “Él sabe todo. Lo único que le falta es la  inexperiencia”,


Traductores

Carlos Betesh

Editores

Michelle Lahan

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