Un proyecto recién anunciado y financiado por la Unión Europea catalogará y recreará los olores del continente desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX.
Durante cientos de años, a través de plagas y otras pandemias, la gente solía creer que la enfermedad se propagaba no a través de gotículas o picaduras de pulgas, sino a través de la inhalación de olores desagradables. Para purificar el aire a su alrededor, quemaban romero y brea caliente.