Parashá Teruma

mishpatim
La Parashá
(relato los hechos antes del estudio posterior)

Por Marcelo Mann

Parasha Teruma ( El Poder de Elevar)
En esta Parasha transcribo pensamiento y conceptos por Uriel Edery que me parecieron fascinantes.
“ En hebreo la palabra “ Teruma” proviene de la raíz “Rum” qué significa “ Elevar”. Al Pueblo de Israel se le da una cualidad peculiar que es el poder elevar las cosas materiales, para así consagrarlas.
Nos dice la Tora en nuestra Parasha “ Y esta es la ofrenda que habéis de tomar de ellos: Oro, Plata y Cobre”. El Oro, Plata y cobre , tanto como el resto de los objetos materiales, pueden ser consagrados y elevados al ser utilizados por el judío de forma adecuada y en su debido momento. Este concepto no es exclusivo de nuestra Parasha, sino que es enseñado a lo largo de toda la Tora. Encontramos en la Parasha Mishpatim, la cual fue leída la semana anterior, el siguiente versículo: “ Y hombres consagrados habréis de ser para mi”. Explica el Rebbe de Kotzk que así dijo Hashem: Angeles y Seres Celestiales ya tengo suficientes, no necesito que Uds también lo sean, sino que mi deseo es que sean hombres consagrados, es decir, que puedan consagrarse siendo humanos, con todo lo que eso trae consigo. De igual forma explican los maestros de la Ética Judía-“ Guedolei Hamusar”- el versículo de Tehilim: “ Bienaventurado el hombre quien es temeroso de D”s- “ Bienaventurado el hombre – mientras es hombre”, es decir el objetivo es ser temeroso de D”s mientras siga siendo hombre, con todas sus necesidades e instintos propios del ser humano.
Este concepto explica la razon por la cual el alma desciende a este mundo, ya que podríamos preguntarnos si nuestro objetivo es llegar al Mundo de la Verdad, el Mundo Venidero, en el cual el alma se reencontrará con su Creador para así deleitarse del resplandor de la presencia Divina, que necesidad hay que el alma descienda a este mundo si en realidad previó a tal descenso ella se encuentra en esa situación ideal a la cual aspiramos.
Por todo lo dicho anteriormente entendemos que el alma desciende a este mundo ya que este es el único camino que ella tiene para elevarse; Los Ángeles, al igual que las demás criaturas celestiales, a nivel espiritual son constantes. A diferencia de ellos, el judío se lo dio el poder de “ Dinámica Espiritual “ junto con el libre albedrío, lo que determina que está en sus propias manos decidir elevarse o descender. Quiera el Creador que sepamos utilizar correctamente las herramientas que nos fueron dadas para así permitir que la presencia de Hashem resida en cada uno y uno de nosotros tal como acota el Midrash respecto al versículo de nuestra Parasha: “ Haran ellos, en Mi Nombre, un Santuario y Yo residiré entre ellos “
– en el seno de él no fue dicho sino
“ Betojam “- Entre ellos, en el corazón de los hombres.

Shabat Shalom Umebora

 

Estudiando la Parashá

“Y Me harán un Santuario”
Por Nejama Leibowitz

Esta sidrá es la primera de las últimas cinco del libro Shemot, que están dedicadas a la construcción del Tabernáculo (cuatro íntegramente y una, sólo en parte, Ki-Tisá). Las instrucciones divinas a Moshé; las palabras de éste a los constructores y el modo en que fue ejecutada la obra son relatados minuciosamente. La Torá no revela explícitamente el significado de esta labor, ejecutada en cumplimiento de la voluntad divina sino que lo hace llamando nuestra atención mediante palabras y frases clave. Nuestros Sabios enseñan la importancia de cada palabra del texto y el paralelo entre expresiones similares que aparecen en diferentes pasajes. Diversos capítulos de las Escrituras, que habían permanecido incomprendidos hasta nuestra época, fueron elucidados de tal modo por Buber y Rosenzweig que dedicaron atención cuidadosa a estas repeticiones.

El verbo “asó” (=hacer) se repite en la Creación siete veces – número significativo en la Torá. El mismo término es empleado – más de doscientas veces – en el relato de la construcción del Tabernáculo. ¿Acaso hay una intención en comparar la obra divina con la obra humana? Veamos los detalles.

Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo cuanto en ellos hay, y descansó en el séptimo día. 20, 9

Un estudio del relato del Tabernáculo revelará una semejanza con este texto. El Tabernáculo y sus utensilios fueron obra del hombre, conforme al modelo que le fue mostrado a Moshé. Este hecho es mencionado varias veces:

Y me harán un santuario, y Yo habitaré en medio de ellos. 25, 8
Conforme a todo lo que Yo te muestro, a saber, el diseño del Tabernáculo y el diseño de todos sus utensilios. 25, 9

También al final de los mandamientos relativos a la construcción de tres de los principales utensilios del Tabernáculo, después que el Señor especificó que:

Harán, pues, un arca de madera de acacia. 25, 10
También harás una mesa de madera de acacia. 25, 23
También harás un candelabro de oro puro, 25, 31

Volvió a resumirlo todo:

Y mira que lo hagas según el diseño de ellos que te es mostrado en el monte.
26, 30

Después que ha sido detallada la construcción del altar, leemos:

Hueco, de tablas, lo harás; conforme a lo que te ha sido mostrado en el monte, así lo han de hacer. 27, 8

El verbo mostrar en el modo hofal se repite en cada uno de los tres versículos mencionados a fin de enseñarnos hasta que punto penetró la visión celeste el plan del Tabernáculo en la conciencia de Moshé para que éste pudiera llevar a cabo su obra terrenal. ¿Dónde y cuándo le fue mostrado a Moshé este plan? Hemos citado ya el versículo de Shemot 25, 40, que se graba en nuestra memoria por la sola fuerza del ritmo que tiene en hebreo. Está escrito “en el monte”, pero no está escrito cuándo.
Este interrogante tendrá respuesta si leemos el siguiente versículo del final de Mishpatim, antes de los capítulos del Tabernáculo:
Y era la apariencia de la gloria del Señor como un fuego devorador sobre la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel, y la gloria del Señor hizo mansión sobre el monte del Sinai; y la nube la cubrió por seis días, y al séptimo día El llamó a Moshé de en medio de la nube. 24, 16
….entonces Moshé entró en medio de la nube … 24, 18

En seis días hizo el Señor los cielos y la tierra. También para la hechura del Tabernáculo fueron necesarios que transcurrieran seis días para que en el séptimo pudiera serle mostrado a Moshé el plan celeste del Tabernáculo, que los hombres habrían de hacer sobre la tierra.
No son éstas las únicas coincidencias entre la creación del mundo y la construcción del Tabernáculo. Comparemos el final de ambos relatos, el de la Creación y el del Tabernáculo.

Bereshit 2, 1-2 Shemot 39, 32; 40, 33
Y fueron acabados el cielo y la Así fue acabada toda la obra
tierra, y todo el ejército de ellos. del Tabernáculo de la tienda
de la reunión.
Y acabó Dios en el día séptimo De esta suerte acabó Moshé la
su obra que había hecho; y obra.
descansó en el día séptimo de
toda Su obra que había efectuado.

La semejanza es notable no sólo en el fraseo general del acabado de las obras de la Creación y del Tabernáculo. Llama la atención incluso en los detalles. Así como el acabado de la Creación es descrito primero en la voz pasiva y luego en la activa, al mencionar al Señor, a saber: “Y fueron acabados los cielos …”, y “acabó Dios…”, asi también en el relato de la construcción del Tabernáculo encontramos: “Así fue acabada toda la obra…” y “Acabó Moshé la obra.” Más aún: siete veces vió el Señor lo que creó – como si revisara lo hecho – y le diera el visto bueno, en la séptima vez está escrito:

Y vió todo lo que había hecho y he aquí que era muy bueno. Bereshit 1, 31

Del mismo modo Moshé. Al finalizar la obra examina lo hecho, pero, el hombre no puede calificar la obra de sus manos de muy buena, de perfecta, lo más que podía esperarse en tal caso era “que la había acabado de hacer; como había mandado el Señor, así lo habían hecho” (Shemot 39, 43). Pero, la creación divina no finalizó aún ni con el ver ni con el visto bueno sino con la bendición; con el transcurso de los seis días de la creación no acabó aún la obra, sino que el día del Sábado fue su coronación; por ello finaliza el capítulo de la Creación con el siguiente versículo:

Y bendijo Dios el séptimo día. Bereshit 2, 3

Del mismo modo:
Y los bendijo Moshé. 39, 43

Rashí, al explicar el significado de esta bendición, dice:

Les dijo: “¡Ojalá que la obra de vuestras manos sea bendita de Dios!”

Rashí nos proporciona así la clave de la comprensión del Tabernáculo, que hemos venido intuyendo en las siete semejanzas entre Maasé Bereshit – La Creación, y Maasé Hamishkán, – la construcción del Tabernáculo: (Hacer…seis días…en el séptimo día…y acabó…vió…he aquí…y bendijo).
Dios creó los cielos y la tiera y todo lo que en ellos hay para que sean morada del hombre. Los creó en seis días y en el séptimo descansó. Del mismo modo el hombre fué llamado a la nube en el séptimo día para ver el plan del Tabernáculo que habría de erigir como morada del Señor sobre la tierra.
El hombre debe bregar por asemejarse en sus cualidades al Creador; le ha sido encomendada la misión de ser partícipe en la Creación del mundo.
Y Me harán un santuario, y Yo habitaré entre ellos. 25, 8
Conforme a todo lo que Yo te muestro, a saber, el diseño del Tabernáculo y el diseño de todos sus utensilios. 25, 9

Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986 págs. 108-111.

 
 

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