¿Porqué cree que es importante desarrollar el judaismo en el interior?

Nota detallada acerca de la realidad de las comunidades del interior del país

Hay provincias en las cuales las familias reciben enseñanza judía en sus casas sólo en Rosh Hashaná y Iom Kipur. El dato es alarmante porque las estadísticas revelan que la mayoría de los matrimonios en esas regiones es mixto. El informe también da cuenta de los principales movimientos juveniles judíos y del nivel de la educación no formal.

La organización institucional de la comunidad judeo argentina encuentra sus raíces en el proceso inmigratorio iniciado a partir del proyecto político de la “generación del ’80” del siglo XIX. Una vez instalada, la colectividad debía desarrollarse.
Históricamente, el judaísmo considera que la formación es el valor central y la principal preocupación de la vida comunitaria, ya que es un ingrediente fundamental para alcanzar su santificación, tal como lo prescribe la ley hebrea. Sin embargo, hay una sustancial diferencia en esta materia entre las comunidades judías de toda la Argentina.
Una de las principales conclusiones del informe realizado por la Agencia Judía de Noticias (AJN) sobre el estado educativo en las distintas provincias del país, fue que las pequeñas comunidades del Interior están lidiando con una profunda crisis y reclamos por la falta de educación judía en las áreas formal y no formal.
En la ciudad de Gualeguay, Entre Ríos, el desafío de sostener la vida judía es diario, ya que no cuentan con una escuela de esa índole, ni clubes o tnuot (movimientos juveniles sionistas).
Gerardo Mayer, miembro de la Sociedad Cultural Israelita “Dr. N. Yarcho”, contó a AJN que reiteradas veces solicitó a las distintas instituciones judaicas que envíen una morá (maestra) para poder educar a los chicos.
El dirigente señaló que, lamentablemente, “ninguna respuesta” recibió, ni se aplicaron medidas para fomentar la educación judía, más allá de los conocimientos que los padres les inculcan a sus hijos.
Pese a los intentos por conservar la tradición milenaria, Mayer explicó que la situación de la comunidad judía local es delicada, ya que “hay unas 20 familias judías, de las cuales la mayoría son matrimonios mixtos. Y la cifra es más generalizada en los jóvenes, que tienen este tipo de casamientos en un 99 por ciento”.
Sin embargo, la de Gualeguay no es la única comunidad que reclama un proceso educativo judío que permita la creación de jóvenes con una identidad segura y mayormente preparados con ideales y valores bien definidos para afrontar los retos del presente y del futuro. 
Las de Santiago del Estero, Trelew y Avigdor son algunas de las que se identifican con la demanda de una digna educación judía.
Elena Bumaguin, presidenta de la Kehilá santiagueña, informó que su comunidad incluye a unas 30 familias, de las cuales la mayoría son matrimonios mixtos.
Los chicos “solamente reciben la enseñanza judía en sus casas, y las fiestas que realizamos son Rosh Hashaná y Iom Kipur”, añadió.
Una de las principales dificultades que enfrenta esta comunidad es la estructura. Por un lado, no cuenta con una cantidad de jóvenes suficiente como para instalar una escuela formal. Por otra parte, tampoco tiene la posibilidad de reemplazarla por un ámbito no formal, ya que “intentamos hacerlo, pero nos cuesta mucho organizarnos”, admitió Bumaguin.
En Trelew hay, aproximadamente, 15 familias, de las cuales la mayoría también son matrimonios mixtos. Incluso, “en estos momentos solamente somos dos matrimonios judíos”, explicó Oscar Sandler, de la Asociación Israelita local.
Su único deseo, agregó, es que “en algún momento se revierta todo y podamos ser un g rupo importante, como lo fuimos en años anteriores”.
La comunidad de Avigdor en Entre Ríos, también tiene ese fuerte deseo de mejorar su situación, pero la realidad es apremiante. “En total somos 17 familias. La única tradición judía que realizamos son las ceremonias de Rosh Hashaná y Iom Kipur”, contó Carmen, miembro de la Comunidad Israelita de la colonia.>
A su vez, describió que durante las festividades intentan que “los poquitos niños sean partícipes”.
Otra forma de que los chicos puedan acercarse a sus raíces es con el campamento de la Fundación Judaica, que se realiza todos los años, en enero.
”Son situaciones difíciles de entender desde las grandes ciudades, pero viéndolo de cerca, es la realidad”, se lamentó Carmen.
Evidentemente, el desarrollo de la vida judía en esas localidades es sumamente complejo, y las soluciones permanentes aún no se ven en un horizonte cercano. Sin embargo, Jabad Lubavitch intenta contribuir con la causa, al menos una vez al año.
 “Tenemos un programa que envía a jóvenes estudiantes y rabinos a visitar las comunidades, para hacer actividades y cubrir sus necesidades. Estos voluntarios también asisten a las áreas de influencia de la zona”, explicó el rabino Israel Kapeluschnik.
Así como el programa “Beit Jabad” ayuda a minimizar la crisis educativa, otras comunidades intentan, con gran esmero, mejorar la situación local. Un ejemplo que demuestra que la unión hace la fuerza, es el de la localidad de Coronel Suárez.
La comunidad está compuesta por 13 familias, unidas permanentemente. “Todos estamos muy abocados a mantener nuestro salón cultural, la sinagoga y el cementerio”, aseguró Amanda  Kleiner, presidenta de la kehilá.
Ante la falta de una educación judía constante, “intentamos formarnos por Internet, ya que somos parte de la Asociación Israelita de las Pampas”, agregó la directiva.
Esta entidad colabora con la asistencia de rabinos y seminaristas, y además les brinda ayuda económica e insta a la consulta en la Web para mantenerse informados sobre el judaísmo y sus tradiciones.
Otras comunidades que demuestran sus esfuerzos por transmitir, de cualquier forma, los valores judaicos son las de Bariloche y General Roca, en Río Negro.
En la primera, la educación se basa en el área no formal, la cual está a cargo de la comunidad. En el caso de los niños y jóvenes, “una tarde por semana tienen clases de hebreo, y el viernes se realizan actividades centradas en tradiciones y juegos. Además, para finalizar el día realizamos un Kabalat Shabat entre todos”, describió Roberto Zysler, miembro de la comunidad judía de Bariloche, la cual cuenta con unas 50 familias.
La Asociación Israelita de General Roca también pone el ímpetu en el marco de la educación no formal. “Tenemos actividades para chicos y jóvenes todos los sábados; además, trabajamos junto con la tnuá Hejalutz Lamerjav y poseemos un programa para aprender hebreo”, dijo su director Pablo Indelman.
El objetivo principal que persiguen las 60 familias que conforman la sociedad judía de la zona es “crear nuevos espacios para todo aquel que tenga interés de vivenciar, permanecer y ser parte de un ámbito judío”,  aseguró Indelman, quien agregó que “cuando enseñar es un arte, aprender es un placer”, citando “a un famoso pensador”.
A diferencia de lo que ocurre en las provincias del interior de la Argentina, desde la AMIA de La Plata, aseguraron que “lo fundamental es que toda la kehilá tenga educación judía, que siga con las tradiciones y la continuidad con el Estado de Israel”.
Para cumplir con este objetivo existen el colegio Max Nordau y la escuela hebrea J. N. Bialik. También se encuentra el club Macabi La Plata, que “tiene más de 120 janijim (educandos), con un total de 800 familias”.
Juan Malat es el director de la Comunidad Judía de Resistencia, Chaco, y en diálogo con AJN resumió los esfuerzos que su colectividad hace para mantener viva las raíces judías.
 “En Resistencia no tenemos colegio integral, pero sí una escuela complementaria -shule- en la cual se dictan clases de hebreo, costumbres y tradiciones del pueblo judío, geografía de Israel, Masoret (tradición), Shirá (música) y Iaadut (judaísmo)”, explicó el funcionario comunitario.
Malat dijo que “cuando los chicos de la shule terminan el último año, tienen educación no formal (Lomdim), que abarca las edades de 13 a 17 años, y también la tnuá Habonim Dror”.
Actualmente, la shule tiene una matrícula de 52 alumnos, desde gan (jardín) hasta séptimo grado. Se estima que en Chaco, incluyendo Sáenz Peña, Charata y Villa Ángela, hay unas 300 familias judías.
Los esfuerzos por mantener las tradiciones y costumbres quedan reflejados en la tarea de Malat, que además de dictar clases en la shule es el jazán (cantor litúrgico) de la comunidad.
“Cumplo la función rabínica sin que tengamos rabino. Me recibí en el Seminario Rabínico Latinoamericano, dicto clases de Introducción al Judaísmo (conversión), Talmud Torá para Bar/Bat Mitzvá e integro la Mesa Interreligiosa, que se encuentra en Resistencia”, resumió.
Malat explicó que el objetivo de la comunidad es “el crecimiento demográfico, apuntando a la educación judía mediante la shule, la tnuá, Lomdim y todo lo que pueda llegar a enriquecer nuestro judaísmo”.
“Junto a la Comisión Directiva, que por segundo mandato preside Bernardo Jaraz, obtuvimos, por medio del gobierno y el Ministerio de Educación, el dictado de clases sobre Shoá a nivel curricular en las escuelas de nuestra provincia”, resaltó el funcionario.
Por su parte, el presidente de la Asociación Israelita de Entre Ríos, Mario Golda, comentó que la comunidad judía de Paraná está integrada por unas 550 familias.
“Tenemos la escuela hebrea complementaria Martin Buber, con 110 alumnos y un staff de 10 morim (maestros). Además, los chicos que no concurren a la escuela reciben educación no formal y deportiva en el Centro Juventud Sionista, club dependiente de la misma institución, donde participan alrededor de 80 chicos”, precisó el dirigente comunitario.
Noemí Almus, directora de la escuela Bialik, el único colegio judío de Rosario, comentó que éste tiene una matrícula de 400 alumnos.
También hay tres movimientos juveniles: Hejalutz, Noam y Dror-Habonim.
Además se dicta instrucción judaica en diferentes templos de las comunidades
sefaradim y en uno de Jabad Lubavitch.
“Como objetivo, siempre estamos en la búsqueda de incorporar más alumnos a la escuela, que ha sufrido los períodos históricos de crisis educacionales y financieros que afectaron al país, como a todo el sistema escolar argentino”, dijo Almus.
La directora explicó que la comunidad está focalizada en “una etapa de incorporación, sobre todo en el jardín y la primaria, porque son -de alguna manera- el semillero de la escuela secundaria de Rosario”. “Hay un proyecto de incorporación (al colegio), pero también pueden instruirse informalmente. A todo aquel que quiera tener un estudio judaico de alguna manera se le plantea algún plan específico”, agregó.
Siempre en diálogo con AJN, Almus comentó que “hay chicos que están en otras escuelas secundarias y tienen la posibilidad de acceder al título judaico que damos en ésta haciendo una equivalencia”.
 “Las puertas no están cerradas, la idea es continuar con algún proyecto” adicional, agregó.
“También tenemos proyectos pedagógicos, para que puedan prepararse para ser futuros morim de las próximas generaciones”, explicó la directora de la escuela Bialik.
En tanto, Marcelo Polakoff, rabino del Centro Unión Israelita de Córdoba, informó que la comunidad mediterránea es la más grande de la Argentina después de Buenos Aires, con unas 10 mil personas y casi 700 alumnos en el Colegio Israelita General San Martín, “más del 80 por ciento de los chicos judíos de Córdoba, y la tendencia es creciente”.
El religioso mencionó una característica particular de su comunidad, que “basa su tarea en un pacto que firma con cada familia anualmente, en el cual se especifican las funciones que tiene que cumplir la Kehilá y los compromisos que asume cada familia, lo cual permite la planificación de la tarea a realizar y su correspondiente evaluación, que es realizada durante los días que median entre Rosh Hashaná y Iom Kipur”.
El “Brit Kehilá” consta de 21 puntos, que incluyen educación, sionismo, crecimiento de la biblioteca judía en los hogares y estudio de Torá, entre otros.
Por último, Carlos Buhacoff, secretario ejecutivo de la Sociedad Israelita de Beneficencia de Mendoza, comentó que la Escuela Israelita Dr. Max Nordau es el único colegio judío de la provincia y tiene un total de 200 alumnos.
 “Hay una tnuá, una escuela de madrijim (instructores), Lomdim y talleres de Torá”, entre otras actividades, detalló Buhacoff.
 

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