LA HAFTARA DE LA SEMANA

HAFTARAH BEHAR
Irmiahu (Jeremías) 16:19 – 17:14
La haftará de esta semana ha sido extraída del libro del profeta Irmiahu, y en ella encontramos que el profeta describe dos categorías de personas, que utilizando un lenguaje moderno podríamos llamarlos: los «hombres de fe» y los «ateos»:
«Así ha dicho D’os: Maldito es el hombre que confía en el hombre; pone a alguien de carne y hueso como ayuda para él,y de D’os se desvía su corazón.
Será como un árbol en el desierto, no verá cuando venga lo bueno, y morará en la sequía del desierto,en una tierra salina, sin habitantes»
(17:5-6)
Por un lado el profeta nos muestra la gravedad de los ideales del «ateo» y el futuro que le espera a él. Pero no debemos equivocarnos en el entendimiento de estos versículos. No es incorrecto buscar ayuda en el prójimo, pero si él «pone a alguien de carne y hueso como ayuda para él» y como consecuencia de esa actitud «de D’os se desvía su corazón», entonces él «será como un árbol en el desierto». Por apoyarse solamente en el poder que cree tener, aunque D’os lo quiera ayudar, este hombre «no verá cuando venga lo bueno» – pues lo bueno sin duda llegará, mas él no podrá obtener beneficio de ello, ya que no podrá ver, es decir, entender cómo funciona la benevolencia Divina.
Sin embargo, también se encuentra el «hombre de fe»:
«Bendito es el hombre que confía en D’os; D’os será su protector.Será como un árbol plantado sobre el agua, en el curso de agua echará sus raíces y no sentirá cuando venga el calor; estarán sus hojas húmedas y en años de sequía no se preocupará, y no dejará de dar frutos»
(17:7-8)
Por cuanto que él confía en D’os, Su Creador lo protegerá y éste sí podrá ver Su bendición.
La Mishná al final del tratado de Peá, al referirse a la importancia de la tzedaká (caridad), cita nuestro versículo y dice:
«…Todo el que no necesita tomar [de la caridad] y lo hace, no se irá de este mundo hasta que necesite de las personas. Mas todo el que necesita tomar y no lo hace, morirá en ancianidad habiendo mantenido a otros hombres con su dinero, y sobre él dice el versículo: ‘Bendito es el hombre que confía en D’os; D’os será su protector’ (Irmiahu 17:7)…» (Peá 8:9).
Es fácil entender que este pasuk (versículo) que trajo la Mishná, habla de la importancia que tiene el hecho de que el pobre confía en D’os albergando en su corazón la continua esperanza de que su Creador le enviará rápidamente su sustento, y que por no haber tomado de la tzedaká pública – a pesar de que podría haberlo hecho – D’os lo recompensará proveyéndolo de todas sus necesidades. Pero, de dónde aprendió nuestra Mishná que él además, morirá después de largos y buenos años de vida, y que también él podrá ayudar económicamente a otros pobres?
Respondiendo a esta pregunta el Maharshá (Rabí Shemuel Eliézer Haleví Idels, 1555 – 1632) nos explica que en los versículos anteriores al nuestro dice el profeta: «Maldito es el hombre que confía en el hombre; pone a alguien de carne y hueso como ayuda para él, y de D’os se desvía su corazón», y ese pasuk está haciendo referencia a quien no debe tomar de la tzedaká y a pesar de eso lo hace. Es por eso que el Maharshá nos explica que nuestro versículo que dice: «Bendito es el hombre que confía en D’os, D’os será su protector», seguramente está refiriéndose a la persona que podría tomar de la tzedaká mas no lo hace.
Y ahora comprendemos todo, pues vemos que en el versículo siguiente, dice el pasuk respecto de esa persona que no desea tomar de la caridad: «Será como un árbol plantado sobre el agua» – pues tendrá abundancia de alimentos; «en el curso de agua echará sus raíces» – es decir que también tendrá suficiente sustento para alimentar a otros, «y no sentirá cuando venga el calor, estarán sus hojas húmedas y en años de sequía no se preocupará, y no dejará de dar frutos» – es decir que no fallecerá sin haber entrado en la ancianidad después de haber vivido maravillosos años de vida plena.
Pero la tzedaká no sólo le trae la bendición al individuo en particular. Nuestros Sabios en la Toseftá también nos enseñan acerca de la importancia de la tzedaká para el pueblo de Israel en su totalidad:
«Dijo Rabí Elazar Bar Iosí: De dónde aprendemos que la tzedaká y las buenas acciones traen una gran paz e interceden para bien entre Israel y su Padre celestial? Como está escrito: ‘Pues así dijo D’os: No te acerques a la casa del deudo, ni vayas a lamentarlo, ni los consueles, pues ha finalizado Mi paz con este pueblo – palabra de D’os – la benevolencia y la misericordia’ (Irmiahu 16:5). ‘La benevolencia’ – se refiere a las buenas acciones y ‘la misericordia’ se refiere a la tzedaká. De aquí aprendes que la caridad y las buenas acciones traen una gran paz e interceden para bien entre Israel y su Padre celestial» (Toseftá Peá 4:20).
Rabí Shemuel Avigdor de Karlín en su comentario «Minjat Bikurim» nos explica que D’os le dijo al profeta Irmiahu que no vaya a consolar a deudos, es decir que no haga buenas acciones con ellos, ya que D’os había hecho que concluya Su paz con Su pueblo porque ellos también dejaron de hacer la benevolencia y la misericordia. Pero si las personas del pueblo no hubieran interrumpido su benevolencia (buenas acciones) y su misericordia (tzedaká) entre ellos, Él no hubiera hecho esto, y hubiera habido paz entre Él y Su pueblo Israel.
Es por eso que no debemos abandonar este preciado precepto, ya que su cumplimiento nos trae una triple bendición para nuestra vidas: en el campo de lo material, en lo espiritual (ambas en este mundo) y también nos asegura un lugar en el mundo venidero.

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