En el Shabat pasado leímos las leyes espirituales respecto de los animales que D’s les mando al pueblo de Israel, en esta Parashá la Tora se dirige a las leyes de pureza espiritual del hombre.
Una mujer que da a luz debe pasar por un proceso de purificación que incluye la inmersión en la Mikve y traer ofrendas al templo.
Todos los varones que nacen se les deberá hacer el Bris Milah a los 8 días de su nacimiento.
Durante treinta y tres días la madre estará en un estado de purificación y no podrá estar en contacto con ninguna cosa o área sagrada.
Si nace una niña, la madre permanece impura durante dos semanas y durante sesenta y seis días estará en estado de purificación al final de este tiempo ella hará ofrendas al templo.
Luego Hashem le habla a Moshe y Aarón diciéndoles cuando una persona tiene alguna hinchazón, erupción, quemadura, decoloración por erupción escamosa o alguna otra distorsión de la piel se le deberá informar al Cohen Hagadol o algunos de sus hijos cohanim, entonces el sacerdote lo examinará la piel para detectar si la enfermedad es contagiosa (lepra) o no.
Para declarar a la persona limpia de toda enfermedad contagiosa o declararla inmunda de ser así morará fuera del campamento en un sitio aislado y su ropa deberá ser quemada y solo podrá reintegrarse al campamento cuando la enfermedad haya desaparecido.
Shabat Hajodesh
Es el Shabat que cae en el primero del mes de Nisan o previo a el y nos relata las palabras de D’s que le dice a Moshe en Egipto dos semanas antes del Éxodo. Instruyendole la creación del calendario judio regido por la luna nueva y estipulando al mes de Nisan como cabeza de los meses o sea principio del año.
D’s también ordena el sacrificio pascual que debía ser comido con pan sin leudar (matza) y hierbas amargas. La prohibición de comer alimentos leudados por siete días.
Como el primero de Nisan cae en Shabat se sacarán tres rollos de Tora del Aron Hakodesh. El primer rollo se leerá la Parashah semanal (Tazria), el segundo rollo se leerá por ser Rosh Jodesh y el tercer rollo se leerá por ser Shabat hajodesh.
La Haftara que corresponde ser leída es la haftara de Shabat Hajodesh.
Shabat Shalom Umeboraj
por Marcelo Mann
Enseñanzas sobre crecimiento personal basadas en la parashá de la semana.
“El cohén la examinará, y he aquí que la decoloración se ha extendido sobre la piel; el cohén lo declarará impuro; es tzaraat. Si la afección de tzaraat atacase a una persona, ésta será llevada al cohén y el cohén la examinará, y he aquí que es una erupción blanca sobre la piel y el pelo se ha tornado blanco, o hay carne sana, viva dentro de la erupción blanca; es una antigua tzaraat en la piel de su carne y el cohén lo declarará impuro; no dispondrá aislamiento porque es impuro” (Vayikrá 13:9-11).
Esta parashá se ocupa casi en su totalidad de las leyes de tzaraat1, que en ocasiones aquejaba a personas que habían violado ciertas transgresiones.
Para que una persona fuese diagnosticada con tzaraat, era imprescindible que un cohén la identificase como tal y la declarase como tzaraat. Todo el tiempo que ningún cohén la declaraba como tal, no era tzaraat y no se le aplicaban las leyes de tzaraat.
Rav Yaakov Neiman, uno de los Baalei Musar de la generación pasada, cita este versículo y una Mishná en él Tratado de Negaim para ilustrar un concepto muy importante relativo al crecimiento personal. Sabemos que sólo un cohén podía diagnosticar si alguien poseía tzaraat. ¿Qué sucedía cuando la persona que tenía algunas llagas que podían ser tzaraat era también un cohén? ¿Podía él mismo diagnosticar su mal como tzaraat? Al fin y al cabo, él también conocía las leyes relativas a tzaraat y podía identificar sus llagas como tzaraat. La Mishná señala: “La persona puede ver las llagas de cualquier persona, menos las suyas propias”4. Es decir, si la persona tenía tzaraat y era un cohén, necesitaba ir donde otro cohén para que éste declarara si su llaga era de tzaraat o no.
El mensaje es bastante claro: la persona es capaz de ver con claridad los males y defectos ajenos, pero es incapaz de ver objetivamente los defectos propios. En ocasiones no vemos los defectos propios y en ocasiones los vemos (el cohén también se daba cuenta que tenía llagas, pero su percepción no era suficiente para saber si efectivamente era tzaraat o no), pero no con la objetividad necesaria. Sabemos que tenemos un defecto, pero no necesariamente lo vemos con la objetividad adecuada, pues creemos que no es tan grave o, por el contrario, que es más grave de lo que en verdad es.
También para esto necesitamos de un amigo. Tener un amigo posee varios beneficios: alguien en quien confiar, en quién poder desahogarnos de las tribulaciones de la vida o compartir nuestras alegrías. Rav Yaaakov Neiman nos enseña que necesitamos de alguien que nos ayude a identificar nuestras propias carencias. Por sí solos podemos quizás darnos cuenta que tenemos un defecto, pero no necesariamente podremos darnos cuenta qué tan grave o que tan insignificante es este defecto.
No es fácil tener este tipo de amistades. Puede ser que la mayoría de nuestros conocidos no nos conozcan tanto como para ayudarnos a identificar nuestros defectos. Puede ser que sí nos conozcan bien, pero aún así no se atrevan a decirnos con claridad cuáles son nuestros defectos. En ocasiones vale la pena y es suficiente con hablar directa y francamente con ellos y pedirles: “Quiero ser mejor persona y quiero corregir mis defectos. ¿Podrías hacerme un favor y pensar cuáles son desde tu punto de vista mis mayores defectos?” Será raro para ellos, pero si son personas con las cuales uno tiene la suficiente confianza, lo harán, siempre y cuando uno hable con ellos con honestidad.
Si uno tiene este tipo de amigos, la puerta del autoconocimiento verdadero ya está abierta.
Extracto de Aish Latino