La Parasha:
Esta parashá nos relata que Moshé envía a doce espías ( uno de cada tribu) a la tierra de Canaan para traer
información de cómo era esas tierras y las personas que lo habitaban. Estos espías vuelven a los cuarenta días cargando un enorme racimo de uvas, una de granadas y otra de higos. De los doce espías, diez de ellos advierten que los habitantes de la tierra prometida eran gigantes y guerreros “ más poderosos que nosotros “ solo Caleb y Iehoshua insisten en que la tierra puede ser conquistada como Hashem indico. La gente llora diciendo que quiere volver a Egipto. D’s decreta que la entrada a la tierra prometida debe ser demorada cuarenta años tiempo durante la cual la generación entera que salió de Egipto fallecerá en el desierto.
Un grupo de judios arrepentidos se abalanza sobre la montaña en el borde de la tierra pero son rechazados por los amalekitas y los canaaitas.
Son entregados las leyes de Menajot ( ofrendas de harina, vino y aceite) así como el precepto de consagrar parte de la masa (jala) a D’s cuando se hornea el pan.
Un hombre violá el Shabat cuando carga ramas y es castigado con pena capital.
Hashem instruye poner flecos (tzitzit) en las cuatro puntas de las vestimentas para recordar la observancia de las mitzvot (preceptos divinidad).
Shabat Shalom Umeboraj
Marcelo Mann
Estudiando la Parashá
ES MAS FUERTE QUE NOSOTROS
Por Nejama Leibowitz
Ya hemos visto en la Parashá anterior, Behaalotjá, la situación espiritual en la que se encuentra la generación del desierto: fe estrecha, ausencia de fe. La fe fue vencida por lo vano, hueco y vacío, por las vanas esperanzas. Tal como entonces la generación del desierto no quiso alimentarse con el cereal celestial, deseando cebollas y ajos, de la misma forma aquí, prefirieron a ser conducidos a la tierra prometida Israel sobre alas de águila, el ser guiados por exploradores, guías y espías.
La pedagogía Divina no fuerza al hombre a cambiar su ruta, aun cuando ésta fuese errada. Los Sabios dijeron: “Por la senda, por la cual el hombre quiere ir, es conducido”. Por ello fue prescripto: “Envía (para ti) hombres”. La expresión “para ti” significa: según tu voluntad y criterio. “Yo no te ordeno, si quieres – envía”. Yo he dicho: “Os sacaré de la opresión de Egipto a la tierra del Kenaanita y del Hitita . . . tierra que mana leche y miel”, mas vosotros no quisisteis ir por esta senda solo os fiáis de las informaciones que esperáis de los espías que os merecen más fe que Mis palabras. Entonces si quieres – envía. Mas a pesar que el hombre es conducido por el camino que eligió, le es ofrecida ayuda para que no tropiece, se le concede la oportunidad de corregir sus acciones, y por ello son elegidos para tal oportunidad, para explorar la tierra, los mejores de entre ellos, y por ello leemos al comenzar el fragmento de los Meraglim (espías): “Por mandamiento del Señor, todos ellos eran hombres, principales de los hijos de Israel”. Los interrogantes que Moshé sometió ante ellos, a los que debían proporcionar respuestas exactas y claras – eran seis:
“… y ved la tierra, que tal es;
y el pueblo que habita en ella, si es fuerte o débil,
si es escaso o numeroso.
Y que tal es la tierra en donde él habita,
si es buena o mala;
y que tal son las ciudades en que habita, si vive en campamentos o en plazas fuertes, y que tal es el suelo, si es feraz o es estéril; y si hay allí árboles o no” .
La misión de los Meraglim era pues específica y clara. Los hombres van, y vuelven con respuestas en su boca. ¿Mas cuál es la respuesta? En tres distintas oportunidades encontramos a los Meraglim haciendo uso de la palabra en nuestro capítulo. Detengámonos sobre sus palabras. En la primera oportunidad, inmediatamente después de su regreso:
¨. . . llegamos a la tierra adonde nos enviaste, la cual ciertamente mana leche y miel; y éste es el fruto de ella.
Empero es muy fuerte el pueblo que habita en aquella tierra; y las ciudades están fortificadas y son muy grandes. Y también a los hijos de Anak (el gigante) hemos visto allí
Amalek habita en la tierra del mediodía (neguev) …
En la segunda oportunidad después de las palabras de Kalev, tranquilizadoras y alentadoras:
“¡Subamos de una vez, y tomemos posesión de ella, porque muy bien podemos conquistarla!”
dicen los espías:
“No podremos subir contra esta gente, porque es más fuerte que nosotros”.
Y nuevamente, por tercera vez, dirigen su palabra, no a Moshé quien los envió, ni a Kalev su colega participante en la delegación, sino a todo el pueblo.
Y trajeron a los hijos de Israel noticia infamatoria contra la tierra que habían explorado, diciendo:
“La tierra por donde hemos pasado para explorarla, es tierra que consume a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en ella son hombres de (enorme) estatura.”
¿Cuál es la diferencia entre estas tres alocuciones, y en qué forma convergen hacia la misma dirección hasta llegar al punto culminante del pecado, crimen y traición? Aparentemente la primera parte es la respuesta precisa a las preguntas de Moshé, y constituyen un informe objetivo. Les oímos decir aquello que les fue encomendado: así es la tierra y estos son sus frutos, así son sus habitantes y así sus ciudades. Ya Rambán pregunta ¿qué se puede objetar a estas palabras? :
¿Que hicieron los Meraglim? Pues Moshé les dijo: “Y ved la tierra, que tal es; y el pueblo que habita en ella … y que tal son las ciudades . . .”, de todo modo debían responderle lo que les fue encomendado, ¿cuál es entonces su pecado al responder: “Empero es muy fuerte el pueblo que habita en aquella tierra?” ¿acaso los envió con la condición de que mientan?
Mas si prestamos atención a esas palabras, veremos que la objetividad de la respuesta no es sino aparente y que ya aquí en su respuesta aluden a la idea de que todas las ventajas de esa tierra de nada valdrán, ya que es “muy fuerte” el pueblo que mora en ella, y su poderío y sus fortalezas impedirán que nosotros la gocemos. A veces una palabra, una sola palabra que parece no tener importancia, revela abismos en el corazón humano. De esta forma explica Rabí Yitzjak Arama en su libro “Akedat Yitzjak” aquellas palabras:
Por su propia voluntad dejaron de ser espías para convertirse en consejeros. Y éste es el motivo por el que pecaron … ésto es similar al caso del hombre que dice a su enviado: “Ve a la casa del comerciante y observarás allí una túnica que él posee, observarás la calidad de su lana, su largo, su ancho, su aspecto y su precio, y me informarás ya que deseo comprarla. “Si el hombre volviese diciendo: “La he visto y he aquí que su lana es pura, su tamaño grande y ancho, su color es verdoso y rojo, y su costo es de 1.000 zuzim” (moneda antigua), cumplió con su misión ateniéndose a ella. Mas si dice: “La he visto y he aquí que es buena y amplia y su lana es buena y pura, pero su precio es elevado, 1.000 monedas”, dejó de ser enviado, para convertirse en consejero, al poner énfasis en la palabra “pero”.
La conclusión es obvia, la palabra “efes” (empero) revela sus intenciones, es como si dijeran: “¿De que nos sirve esa tierra con toda su fertilidad si el pueblo que mora en ella es fuerte?” Mas al escuchar la oposición de Kalev y al temer que quizás sus palabras influyan más que las de ellos, en la segunda vez hablan claramente y en lugar de exponer su informe, expresan abiertamente su opinión “No podremos subir contra esa gente porque es más fuerte que nosotros”.
Es interesante comparar dos distintas interpretaciones de nuestro versículo, del “peshat” (interpretación lisa y llana) y del “derash” (interpretación amplia). La palabra “mimenu”, que se encuentra en el versículo citado (13, 31) tiene dos acepciones. La primera: de nosotros, primera persona del plural; la segunda: tercera persona de singular, de él. En una primera lectura, parece ser la primera acepción la correcta; no podremos vencer a los habitantes de la tierra pues son más fuertes que nosotros. Mas el Midrash, transcripto en el comentario de Rashí, comenta el versículo de otra manera. “Se refirieron a la Divinidad”, es decir la segunda acepción en tercera persona: son más poderosos que El, Bendito sea.
¿Qué movió al Midrash a cambiar la aparente y más simple acepción de esta palabra en este caso? Nos parece que el Midrash aguzó aquí su oído para escuchar, no lo que dijeron con su boca, mas lo que pensaron con el corazón. Sobre las ciudades inexpugnables ya se refirieron con anterioridad, en los versículos 28-29. El mismo Kalev no negó sus palabras, por el contrario, las afirmó, pues a pesar de todo, a pesar de la fiereza del pueblo y de sus amuralladas ciudades – “Subamos . . . porque muy bien podemos conquistarla”. No explicó aquí Kalev con qué poder, pero al no discutir la fortaleza de los moradores de la tierra, parece indudable que quería decir que no en ello reside nuestra fuerza, mas en algo completamente distinto. Y esta fe es la que los Meraglim quisieron demoler al decir: “Pues es más fuerte ‘mimenu’, si queréis es más fuerte que ‘nosotros’, que los hijos de Israel que vienen del desierto, mas si queréis saber la verdad: es más fuerte que ‘El’, en el que vosotros, Moshé y Aharón, Kalev y Yehoshúa depositáis vuestra fe”.
El sentido llano- peshat, y el derash, la interpretación amplia, no se contradicen, mas como en muchas otras partes nos revelan el significado del versículo en dos niveles; en el superficial -visible a simple vista – “es más fuerte que nosotros”; en el profundo – oculto – “es más fuerte que el Todopoderoso”, como si ésto fuese posible, es más fuerte que aquel que es más poderoso que todos los fuertes.
Ahora, cuando deben hablar por tercera vez, ya darán rienda suelta a sus pensamientos, y ya no tratarán siquiera de darles un aspecto de verdad objetiva, sino que dirán simplemente: Y trajeron a los hijos de Israel noticia infamatoria contra la tierra que habían explorado, diciendo: “La tierra por donde hemos pasado para explorarla, es tierra que consume a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en ella son hombres de (enorme) estatura”. ¿Como es ésto posible? ¿Si es una tierra que consume a sus pobladores, como es posible que la gente que en ella mora sea tan poderosa? Hallamos dos distintas explicaciones a esta dificultad. Una – de Sforno – que explica:
A pesar que el pueblo que mora en ella es poderoso, no es ésto alabanza de la tierra; ya que ésto se debe al hecho que sólo sobrevivieron en ello los fuertes, de poderosa constitución, mientras que los demás murieron por su clima malo.
En otras palabras imperaba aquí el principio de la “selección natural”. Mas hay quienes comentan, que los Meraglim, como todos los exageradores y mentirosos se contradijeron, y en su deseo de acumular acusaciones sobre acusaciones, no advirtieron que ésas se contradecían mutuamente.
En pocas palabras: No desearon la tierra, la prometida aborrecieron. Y el autor del libro “Akedat Yitzjak” los critica:
Pues no fue ésto producto exclusivo de la cobardía sino del aborrecimiento, como dice el versículo (14, 31), “Más en cuanto a vuestros pequeñitos, de los cuales dijisteis que iban a ser una presa, a éstos introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros habéis despreciado”. Y este desprecio es la causa que provocó nuestra perdición durante generaciones, y por él hemos sido expulsados de nuestra tierra, alejados de nuestro suelo y hemos sido convertidos en vergüenza ante nuestros vecinos, burla escarnio ante quienes nos rodean. No existe forma de volver a nuestra perfección sino a través de la vuelta a ella.
Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986 págs. 216- 220