Parashat Sucot

sucot

La Parashá

Shabat Jol Hamoed Sucot:

En este Shabat celebraremos el sexto día de Sucot. Con la llegada del otoño, en el hemisferio norte los labradores, viñateros, los fruticultores recogerán y almacenarán los frutos de su labor. En él Deuteronomio ( Dvarim), el quinto libro del pentateuco leemos “ Celebrarás las Fiestas de las Cabañas durante 7 días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lugar. Te regocijarás en esta Fiesta Tú, tu Hijo, tu Hija , tu siervo y tu sierva, así como el Levita, el Extrangero, el Huérfano y la Viuda que habitan en tu ciudad”.
Dice después el texto “ y te darás por enterado a la alegría “ ( Vehaita Aj Sameaj). De ahí la tercera denominación de esta Festividad:
“ Zman Simjatenu” ( el tiempo de nuestra Alegría).
Y a veces es llamada simplemente “ La Fiesta” ( Hejag). Sin embargo no todos los campesinos podrían alegrarse por igual, ya que los frutos de sus tierras serían variados.
Por eso el levítico ( Vaikra) ordena “ Morareis los 7 días en cabañas.”…….
“ Que yo hice habitar en cabañas a los hijos de Israel cuando los saque de la Tierra de Egipto. Sin duda , se trata de una rememoración histórica. Pero es también un símbolo de igualdad. En el desierto que los judíos debieron recorrer durante los 40 años , no había Palacios junto a las precarias cabañas. Todos moraban allí. La Suca que los representa es para el pueblo de Israel un recuerdo de aquella vida sencilla que llevaban e igualitaria. En la época del Segundo Templo en Jol Hamoed Sucot , tenía lugar una ceremonia en la que se extraía el agua que brotaba de una fuente y se la ofrendaba en el altar , en medio de grandes manifestaciones de Alegría.
Durante los días de la festividad de Sucot leemos la Tora y hay una lectura especial correspondiente a cada día. También en Shabat Jol Hamoed leemos una porción distinta. Un tema fundamental en las oraciones de esta festividad es la lluvia. Los agricultores le dan las gracias a D”s por la cosecha del año presente y le ruegan que les envíe lluvia para el año venidero en el octavo día Shemini Atzeret.

Shabat Shalom Umeboraj Ve Jag Sucot Sameaj.

Marcelo Mann

Estudiando la Parashá

Parashat VezotHabreja

Y NO HA SABIDO HOMBRE ALGUNO EL LUGAR DE SU SEPULTURA HASTA EL DIA DE HOY

Por Nejama Leibowitz

En esta parashá encontrarnos las últimas palabras de Moshé a los Hijos de Israel, su bendición a las tribus y al pueblo entero, y una descripción del fallecimiento y del entierro de Moshé.

Al comienzo de la parashá le es concedido a Moshé un título, que no encontramos su igual en toda la Torá:

Y ésta es la bendición con que Moshé, varón de Dios, bendijo a los hijos de Israel, antes de su muerte. 

Hay quienes comentan, que le fue concedido este título, precisamente en esta oportunidad, con la expresa intención de ha­cernos saber, que esta bendición tiene carácter de profecía, y no son palabras de su personal inspiración.

Pero hay quienes opinan lo contrario. Moshé – el fiel pastor – se despide de su pueblo y lo bendice de su propia inspira­ción, y dado que esta bendición en su totalidad emanó de su corazón – no del Señor, como el canto Haazinu y la Torá – fue necesario destacar la personalidad de quien bendijo al pue­blo de Israel: de boca de “Moshé, varón de Dios”. 

Sin embargo el autor de “Haamek Davar” ve la explicación de este asombroso título en el hecho de haber sido concedido a Moshé, precisamente ante la inminencia de su muerte; en el día de su muerte:

Ante la inminencia de su muerte, flameó con la mayor fuerza la llama divina, que alumbró los días de su vida; así como la vela que se apaga al extinguirse el fuego, se inflama con mayor fuerza, como si volviese a aferrarse a su base, así también el alma del Justo, en el momento de dejarnos, en el instante de pasar a la vida eterna, se yergue con la gran fuerza, propia de su alma… Así estaba Moshé, nuestro maestro, en el grado supremo de su vida.

Pero, después de bendecir a los hijos de Israel – su último acto – casi al borde mismo de su muerte, ya no se lo denomina sino con el título con el cuál lo calificó el Señor mismo al reprender a Miriam y a Aharón, quienes hablaron contra Moshé y trataron de igualársele. Allí lo denominó “Moshé Mi siervo”. Ciertamente es el grado supremo. De la misma manera lo apodó el versículo en el último capítulo de la Torá:

Así Moshé siervo del Señor, murió allí … 

Es el último título que le fue concedido luego, en el Libro Yehoshúa, y con el cuál comienza el Señor sus primeras palabras dirigidas a Yehoshúa su lugarteniente y continuador de su función:

Moshé, Mi siervo, ha muerto. Yehoshúa.

Ya hemos comentado en la parashá correspondiente a Vayélej cuan numerosas son las plegarias que nuestros sabios pusieron en boca de Moshé, de los momentos previos a su fallecimiento; y en que medida han abundado los comentarios y las leyendas, que relatan su pertinaz debatirse contra el decreto del Señor que le anunció: “He aquí, se acercan los días en que has de morir”.

En esta oportunidad hemos de analizar una de esas plegarias, que consta en el Midrash Rabá:

Cuando llegó el día en el cual Moshé debía despedirse de este mundo, le dijo el Señor: “He aquí, se acercan los días en que has de morir”.

ContestóLe él: ¡Dueño del Mundo! ¿Después de toda mi fatigosa labor me dices: “He aquí, se acercan los días en que has de morir?” “¡No moriré, sino viviré, y contaré las obras del Señor!”.

Replicóle entonces el Señor: No es posible: “¡Porque esto es la suma del deber humano!”

Dijo Moshé: ¡Dueño del mundo! Un sólo pedido tengo para solicitarTe antes de mi muerte; cuando me retire de este mundo, ¡que se rompan los portones del cielo y de las profundidades y quede a la vista que no existe otro fuera de Ti! Como leemos: “¡Entiende esto, pues hoy y recapacítalo en tu corazón, que sólo el Señor es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro alguno!”.

Díjole el Señor: Tú has dicho “no hay otro alguno”, también Yo diré: “Mas no se ha levantado todavía profeta en Is­rael semejante a Moshé … en cuanto a todas las señales y maravillas que el Señor le envió a hacer … ni en cuanto a toda aquella mano poderosa, ni aquellos terrores estupendos que obró Moshé en presencia de todo Israel”.

Moshé no pide aquí ver la tierra prometida, ni dirigir a los hijos de Israel, ni comandar sus guerras; aquí queda establecido claramente el propósito del pedido de Moshé para el cual quiere que se le extienda su vida: “!y contaré las obras del Señor!”. Al no serle concedida su solicitud, que se realice pues el gran milagro que repentinamente revelaría a todos que “no existe otro fuera de Ti”. Es decir, Moshé tenía absoluta conciencia del hecho, de que a pesar de haber visto las plagas de Egipto, la salida de Egipto, los milagros sobre el Mar Rojo, los milagros acaecidos durante la estadía de cuarenta años en el desierto, el maná y la codorniz, las columnas de nube y de fuego, y por sobre todo el Acto en el monte Sinay – el sabía, que a pesar de todo esto:

Después de mi muerte os corromperéis de seguro y os apar­taréis del camino que os he prescrito … 

¿Cual es su pedido entonces? Que se realice el gran milagro, que aparezca la última y definitiva demostración, la absoluta, que no deja lugar a dudas, y ninguna posibilidad de corrupción: “que se rompan todos los portones y quede a la vista que no existe otro fuera de Ti”, como leemos:

Entiende esto, pues, hoy … que sólo el Señor es Dios, arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro alguno.

¿Cual es la respuesta divina a sus palabras? Qué sentido hemos de dar a este juego de palabras análogas:

Tu has dicho “no hay otro alguno’”, también yo diré: “Mas no se ha levantado todavía otro profeta en Israel semejante a Moshé . . .”.

Tu pedido ya fue concedido: no hay revelación más lúcida y más clara que ésta, que es el contenido de toda la Torá, de ésta denominada la Torá de Moshé, y en la cual están relatados:

En cuanto a todas las señales y maravillas que el Señor

le envió a realizar. . . 

Ni cuanto a toda aquella mano poderosa, ni aquellos terrores estupendos que obró Moshé en presencia de todo Israel. 

Con ella fueron ya rotos todos los portones. y en ella y de ella:

A ti te fue mostrado esto, para que supieses que el Señor sólo es Dios: ningún otro hay fuera de El. 

Y de la misma manera que la Torá de Moshé es una revelación lúcida, que por esa razón leemos:

La Ley del Señor es perfecta, conforta el alma …

El mandamiento del Señor es claro, alumbra los ojos ­

del mismo modo el final de Moshé es misterioso, incomprensible y desconocido para nosotros:

Y El le enterró en un valle en la tierra de Moav, frente a Beth Peór; y no ha sabido hombre alguno (el lugar) de su sepultura hasta el día de hoy. 

“Y le enterró”,[1] oración cuyo sujeto tácito es misterioso y oculto – desconocido – ampliándose la extrañeza en el segundo hemistiquio del versículo:

Y no ha sabido hombre alguno de su sepultura.

Préstese atención que no dice: “su sepulcro”, sino: “su sepultura”. Nos resulta desconocida la forma en que fue sepultado a la vez que el lugar de su sepultura.

Por lo tanto, nos parecen muy acertadas las palabras de Ral­bag:

Resulta muy maravilloso todo este asunto, que la Torá trató de precisar en lo posible el lugar del sepulcro: “en la tierra de Moav, en un valle, frente a Beth Peór”; con todo, dispuso el Señor que el sepulcro sea desconocido, a fin de que las generaciones posteriores no yerren rindiéndole culto como a un ídolo.

Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986 págs. 308-311

[1] Traducción literal (N. del T.).

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