La Parashá
(relato los hechos antes del estudio posterior)
Reflexiones para Pesaj en tiempo de coronavirus:
Por mi Maestro el Rab: Avi Skorka
Uno de los momentos más importantes en la tradición judía es la comida ritual que debe realizar toda la familia en la noche del Primer día de Pesaj, y repetirse la segunda noche en la diáspora. En ella los padres deben enseñarles a sus hijos acerca del concepto de libertad tal como es presentado en la Tora.
Un análisis del texto bíblico nos revela que ser libre no es meramente la condición de no servir a ningún amo ni de servir como esclavo a un soberano, sino que es plenamente libre cuando, amén de lo nombrado, se sirve a D’-s desechando todo tipo de paganismo. Este concepto se halla resumido en Levítico 25:55 donde leemos “ Porque para Mi son siervos los Hijos de Israel, son mis siervos, a los cuales saque de la Tierra de Egipto, Yo soy el Señor vuestro D’-s”. La relación entre la creencia en el D’-s descripto en la Tora y el concepto de esclavitud pagana es tan intima que en el primero de los Diez Mandamientos en sus dos versiones ( Éxodo 20:2 y Deuteronomio 5:6) D’-s se dirige a los Benei Israel diciéndoles que El fue quien los sacó de la casa de la esclavitud, que no tenga deidades delante de él. Libertad, en última instancia, es hallarse libre de toda idolatría. El faraón era considerado una deidad en Egipto, y las plagas fueron signos divinos para demostrarle a los opresores la futilidad de sus dioses, como dice el versículo: “ y juzgaré a todas las deidades de Egipto “ ( Éxodo 12:12).
Cuando nos hallamos en derredor de la mesa del Seder de Pesaj la plaga del coronavirus que castiga a la humanidad toda seguramente será un tema central de las preguntas que debemos enseñar a formular a nuestros hijos. Que debiera la humanidad toda aprender como moraleja de esta calamidad? Cuales son los ídolos que se derrumban en el mundo con este azote?
Por un lado, la concepcion de la previsibilidad y de los poderes del conocimiento científico de los que el hombre y posmoderno presumía, han recibido un fuerte golpe y fueron desafiados por este virus. No se trata de disminuir el valor de la ciencia y el conocimiento de la humanidad, ellos demuestran la grandeza de la condición humana. Pero en muchos aspectos la creencia que el hombre posee un control sobre casi todas las cosas caracteriza nuestro tiempo. Esta pandemia refuta tal actitud. El poco cuidado del planeta, el abuso de la naturaleza con fines lucrativos, la creación de residuos difícilmente degradables, pueden conllevarnos a desbastaciones de proporciones superlativas. Nos hallamos frente a la posibilidad de nuevos holocaustos como concecuencia, esta vez, de la apetencia desmedida de los líderes y factores de poder a nivel mundial.
Esta pandemia revela claramente que las sociedades, en general, no invirtieron lo suficiente en los sistemas de salud, la salud , en gran parte del planeta , es un lujo para pocos, cuando debiera ser derecho para todos. Todo se mide por el rédito monetario obtenido o a obtener. Se priorizan los espectáculos deportivos y de entretenimientos el pan y circo Romano, manipulando las masas, como si fueran subhumanos. Las ideas de superhombres que dominan al mundo que presentó el nazismo tan explícitamente, siguen vigentes, con ropaje distinto pero con la misma ponzoña.
Esta pandemia revela claramente la poca inversión que se destina a la investigación científica que hace a la salud, al conocimiento biológico en general, el que nos provee la información para resolver los problemas inmediatos con los que nos enfrentamos. Por otra parte esta enfermedad que no respetó clases sociales ni pueblos, ni países, perforando todas las barreras que el hombre ha construido para con su prójimo, puso a la vista la futilidad de las rivalidades cotidianas y de las ansias insaciables por el poder y los bienes. De un día para otro la humanidad quedó globalizada en el horror y el espanto.
Desde antaño el seder sirvió para el análisis de las distintas coyunturas del presente a la luz de la historia bíblica. El famoso párrafo de la Hagadah en el que se relata la reunión de los sabios más importantes de Israel en casa de Rabí Akiva, en Benei Berak, que duró toda la noche hasta el amanecer, tiene como explicación primaria el enseñarnos acerca de los múltiples aspectos para analizar en la historia de Pesaj, que hasta los sabiondos necesitaron de tanto tiempo y no pudieron finalizar sus comentarios. Pero hay suficientes coincidencias como para suponer que el tema de discusión de los sabios fue si habría que apoyar a la sublevación contra Adriano encabezada por Shimon Bar Kojva en la primavera del 132 EC.
Mil ochocientos once después, el 19 de Abril de 1943, 14 de Nisan de 5703, vísperas de Pesaj, se libró la primera batalla entre las tropas nazis y los combatientes judíos en el Ghetto de Varsovia. Los celebrantes del seder en el Ghetto escuchaban las explosiones y el silbido de las balas de la que fue unas de las gestas heroicas más relevantes de la Segunda Guerra Mundial y de la historia del pueblo judío.
Cinco años más tarde, bajo el silbido de las balas y el tronar de las bombas se celebraba el seder en Jerusalem. El Pueblo Judio se preparaba con desesperación para luchar a fin de tener un lugar propio en el mundo, en su tierra ancestral. Pesaj no es un momento de alegria completa. Cuando las plagas que sufrieron los egipcios son recitadas, debe quitarse una gota de la copa de vino- bebida que alegra el corazón del hombre ( Salmo 104:15)
En recuerdo de su dolor y aflicción. Recordamos el sufrimiento propio y el de nuestros semejantes.
Este Pesaj será signado por la presencia del coronavirus. Pero la esencia de Pesaj es el concepto de redención. La capacidad intelectual humana hallará seguramente la respuesta adecuada a este flagelo, y entonces volverá a surgir el constante desafío humano desde los tiempos de su estada en el Edén: superar sus arrogancias y demás necedades a fin de hallar la senda de redención propuesta en todos y cada uno de los elementos que hacen a esta celebración.
Jag Pesaj Casher VeSameaj
Marcelo Mann
Estudiando la Parashá
Pesaj y la tarea judía
(del Majzor Koren-Sacks)
Pesaj es una historia de esperanza, la más antigua y más transformadora que se conoce. Cuenta cómo un grupo de esclavos sin especial particularidad consiguió la libertad en uno de los imperios antiguos más grandes y extensos de la época. En realidad, de todas las épocas. Cuenta la revolucionaria narrativa cómo el poder Supremo intervino en la historia para liberar a los supremamente desposeídos.
Es la historia de la derrota de la probabilidad por la fuerza de la posibilidad. Define lo que es ser judío: un símbolo viviente de la esperanza.
Pesaj nos dice que la fortaleza de una nación no reside en sus caballos y carruajes, armas y ejércitos, estatuas colosales ni construcciones monumentales, todas ellas muestras de poder y riqueza.
Depende de factores más elementales: humildad en presencia del Dios de la creación, fe en el Dios de la historia y de la redención, y un sentimiento no negociable de la santidad de la vida humana, creada por Dios a Su imagen: aún si se tratara de la vida de un esclavo o de la de un niño demasiado pequeño para hacer preguntas.
Pesaj es la crítica eterna del poder usado por los hombres para presionar y disminuir a sus congéneres.
Es la historia de más de cien generaciones de nuestros antecesores, transmitida a nuestros hijos, y ellos a los suyos. Como de igual manera hacemos nosotros hoy, un milenio más tarde, sabiendo lo que significa ser el pueblo de la historia, los guardianes de una narrativa no inscripta mediante jeroglíficos en los muros de los monumentos, sino grabada en las mentes de los seres humanos que respiran, que viven, que ha mantenido la fe en el pasado y en el futuro por más tiempo que
cualquier otra cultura, siendo testigos del poder del espíritu humano cuando se abre ante un Poder mayor, conducidos a un mundo de libertad, responsabilidad y dignidad.
Pesaj es más que simplemente una festividad más del calendario judío, es más aún que el aniversario del nacimiento de Israel como pueblo libre yendo hacia la Tierra Prometida.
Intentaré demostrar cómo surgió, de cuatro maneras distintas, como el
evento revolucionario alrededor del cual gira una buena parte del judaísmo.
Primero, un examen detallado de la narrativa de Génesis desde Abraham a Yaakov nos muestra una serie de anticipaciones del éxodo, concentrando nuestra atención e incrementando nuestra percepción de lo que eventualmente ocurrirá en tiempos de Moshé.
Segundo, el recordar que “una vez fuisteis esclavos en Egipto” es la singular y más frecuentemente mencionada “razón por los mandamientos”. El éxodo no fue solamente un evento en la historia. Forma parte esencial de la lógica de la ley judía.
Tercero, los elementos clave de la ley y del pensamiento judío pueden comprenderse mejor como protesta o alternativa al Egipto de los faraones, aún cuando la Torá no lo afirma explícitamente.
El conocimiento de ese mundo antiguo nos dio nuevas pautas
de por qué el judaísmo es como es.
Cuarto, la sostenida reflexión sobre el contraste entre Egipto y la sociedad que los israelitas fueron llamados a crear, revela la elección fundamental que deben hacer las civilizaciones, en ese entonces, ahora, y quizás en los tiempos venideros. No hay nada
antiguo en los temas que surgen en Pesaj: esclavitud, libertad, política, poder, estado, dignidad humana y responsabilidad. Estas son tan relevantes ahora como en los tiempos de Moshé. Pesaj nunca será obsoleta.
El corazón de la festividad es una experiencia histórica concreta. Los israelitas como fueron descriptos en la Torá, eran un grupo fraccionado de esclavos con ancestros en común, uno de los tantos grupos humanos atraídos por Egipto desde el norte, debido a su riqueza y a su poder, solo para terminar siendo sus víctimas. El Egipto de los
faraones era el imperio más longevo que ha conocido el mundo, y ya sumaban dieciocho siglos de antigüedad en el tiempo del éxodo. Por más de mil años antes de Moshé, la gran pirámide de Giza ya dominaba el panorama, siendo la estructura de mayor altura hecha por el hombre hasta la construcción de la torre Eiffel en 1889. El descubrimiento por parte del arqueólogo inglés Howard Carter de la tumba de un
faraón relativamente menor, Tutankamón, reveló la sorprendente riqueza y sofisticación de la corte real de aquel tiempo. Si los historiadores acertaron al identificar a Ramsés II como el faraón del éxodo, Egipto había llegado entonces en esa era al pináculo de su poderío, dominando el estrecho mundo como un coloso.En cierto nivel es una historia de maravillas y milagros. Pero el mensaje de Pesaj que
perdura es más profundo, ya que presenta una visión dramáticamente novedosa sobre cómo podría ser la sociedad si el único soberano fuera Dios y todos los ciudadanos fueran a Su imagen. Se trata del poder de los desposeídos y de la carencia de poder de los poderosos. Nunca la política ha sido más extrema, más ética y más humana.
Heinrich Heine dijo: “Desde el Éxodo, la libertad ha hablado con acento hebreo.”
Pero es, como fue citado por Emmanuel Levinas, “una libertad difícil”, por estar fundamentada en un código individual exigente y en la responsabilidad colectiva.
Pesaj nos induce a elegir, por un lado, el pan de la aflicción y hierbas amargas, y por el otro, las cuatro copas de vino en la que cada una marca una etapa en el largo camino a la libertad. Mientras los seres humanos quieran ejercer el poder unos sobre otros, la historia continuará y la elección seguirá siendo nuestra.