BAMIDBAR / HOSEA 2: 1-2:22

HAFTARÁ BAMIDBAR – HOSEA 2: 1-2:22
Para poder entender un poco más el texto de nuestra Haftará de esta semana, debemos conocer lo que pasó un capítulo anterior. El relato comienza cuando D´s se le presenta a nuestro Profeta y le dice que su pueblo está pecando. Hosea le sugiere que sería mejor que dejara a este pueblo y que eligiera a otro. Entonces D´s le ordena que tome a una prostituta por esposa. El profeta procede y toma una ramera como esposa y ésta le da 3 hijos: Izreel, Rejuma y Loami.
Entonces nuestra Haftará comienza con la profecía de la reunificación de los Hijos de Israel (las 10 tribus perdidas) y los Hijos de Judá (de donde descendemos nosotros) con un solo líder y con la elección de un rey único. Claramente haciendo alusión a los tiempos de Mashíaj.
Luego nos adentramos en un relato maravilloso y casi poético (recomiendo la lectura detallada) donde se describe la relación de un marido y su esposa que se prostituye. Ésta lo engaña con otros hombres y aún así el marido sigue amándola. Ella finalmente retornará a su marido y se unirán para siempre.
Dentro de esta fabulosa historia me gustaría compartir dos pequeños fragmentos para profundizar un poco más. “Iré tras mis amantes, los que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida” y dos versículos más adelante dice “Iré y retornaré con mi primer marido, pues era mejor entonces, que ahora”.
Este relato tiene varias aristas, en primer lugar, describe parte de la vida de nuestro profeta, tal como D´s le había dicho. En segundo lugar, podríamos entender que metafóricamente nos describen la relación entre creador y el pueblo de Israel.
Cuando consultamos con los exégetas por lo general relacionan a los amantes de esta esposa fácil de cautivar con la idolatría tradicional, adorar a otros dioses con formas diversas. Hoy en día hay muchas formas de idolatría que no son estatuas ni ídolos tradicionales. Pero me gustaría volver a estos dos versículos que extraje de forma textual, para poder explicarlo mejor.
El ego y el orgullo también son una forma de idolatría muy común en nuestros días. Es muy normal, escuchar algunas frases como: “Todo lo que tengo me lo gané con el fruto de mi trabajo y de mi esfuerzo, nadie me regaló nada”. Más todas las variaciones que podamos pensar, en torno a esta idea.
Pero, estimados amigos, lamento mucho decirles que no es tan así. Y como la Torah es sabia y todo está en la Torah, extraje dos versículos de Mishle que nos cantan la posta.
“La mano del diligente enriquece” Mishle 10:4
“La bendición de Hashem es la que enriquece” Mishle 10:22
Es muy cierto que para ganar el sustento hay que trabajar y esforzarse. Pero necesitamos de un guiño divino que nos ayude y nos acompañe. Y es obvio que con la bendición de D´s y sin trabajo nuestro, no vamos a ningún lado. Por eso, muchas veces nos volvemos omnipotentes y todo poderosos. Y nos olvidamos de dónde vino la ayuda, esto también es idolatría.
Entonces hagamos como la prostituta de nuestro relato, y volvamos a nuestro marido, “pues era mejor entonces, que ahora”.

Ari Alster

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