El ADN revela uno de los grandes misterios de los Rollos del Mar Muerto

Las pieles sobre las que fueron escritos muestran diversas procedencias animales, por lo que todo apunta a que no todos fueron escritos en el mismo sitio.
Algunos de los Rollos del Mar Muerto probablemente no fueron fabricados localmente, pero se abrieron camino en algún momento posterior hacia la singular comunidad que amasó la incomparable biblioteca de las Cuevas de Qumran, según ha revelado un proyecto pionero de extracción y análisis del ADN de los Rollos.
Durante décadas, los estudiosos han debatido el origen de la extraordinaria colección de cientos de manuscritos recopilados en el corazón del desierto de Judea. El esfuerzo de siete años llevado a cabo en unos 35 fragmentos significativos ha abierto nuevos horizontes para una posible solución al misterio, así como a muchos otros enigmas – incluyendo cómo unir fragmentos que podrían haber pertenecido al mismo rollo.
“Se nos ocurrió la idea de usar la información genética de la piel en la que estaban escritos para investigar la posible conexión entre diferentes fragmentos de Rollos del Mar Muerto”, dijo Rechavi al Jerusalem Post.
“No estaba del todo claro para nosotros que, hacerlo, fuera del todo posible: El proceso de convertir la piel en rollo así como el envejecimiento de 2.000 años dañan el ADN significativamente. Además, no podíamos simplemente tomar un fragmento de Rollos del Mar Muerto y cortarlo en pedazos”,
“Tuvimos que ser muy cuidadosos, pero entre el primer fragmento de Rollos del Mar Muerto que muestreamos y el último, nos dimos cuenta de que también podíamos raspar la parte posterior del rollo y nos daría suficiente material para ser analizado, así que o lo hacíamos o cortábamos un diminuto trozo del rollo”, explicó.Otro desafío fue representado por el hecho de que, a lo largo de los siglos, los Rollos del Mar Muerto habían sido contaminados por diferentes animales, bacterias y humanos que los manipularon tanto en la antigüedad como en los últimos años.“Teníamos que filtrar todos esos residuos utilizando herramientas computacionales y algoritmos”, explicó Rechavi.
Sin embargo, una vez superados los principales retos, los resultados del análisis de la muy limitada cantidad de Rollos del Mar Muerto -elegidos por su importancia frente a las cuestiones con las que los estudiosos habían estado lidiando durante décadas- han demostrado ser extraordinarios.
Si casi todos los fragmentos analizados resultaron estar hechos de pieles de oveja, una especie compatible con el medio ambiente del desierto, el rollo de los otros dos fue identificado como piel de vaca, lo que representó uno de los resultados más cruciales del proyecto.“En principio, la cría de ganado no es posible en el desierto, ya que las vacas requieren mucha hierba y agua, por lo que lo más probable es que esos Rollos no se hayan producido localmente, sino que se hayan traído de fuera”, dijo el biblista Mizrahi. “Esto es muy importante porque existe un debate de larga data entre los estudiosos sobre la procedencia de los Rollos del Mar Muerto y cuáles podrían reflejar el mundo muy peculiar de la secta judía que probablemente residía en Qumrán, y cuáles fueron traídos desde el exterior y podrían reflejar la sociedad judía más amplia de la época”.
Además, muchos expertos creían que uno de los dos fragmentos de Rollos del Mar Muerto escritos en piel de vaca, con algún texto del libro bíblico de Jeremías, formaba parte del mismo rollo de otros dos fragmentos del mismo libro. Sin embargo, la investigación demostró que esto no era posible, ya que el rollo era diferente.
Los investigadores no se detuvieron en la especie animal: Fueron capaces de averiguar más que si dos fragmentos estaban hechos de rollo fabricado a partir del mismo animal o de animales genéticamente relacionados.“Esto nos permitió agrupar algunos trozos de rollo y separar otros”, dijo Rechavi.“Ahora podemos comparar esta clasificación con otras propuestas en el pasado en base a la evidencia filológica”, añadió Mizrahi.
Entre los fragmentos analizados había un rollo descubierto en Masada que presentaba la Canción del Sacrificio del Sabbath, considerada muy conectada con la comunidad de Qumran. 
El artefacto confirmó uno de los pilares de la teoría de que los refugiados de Qumran llegaron a Masada después de su destrucción por los romanos en el 68 EC. 
Sin embargo, ese rollo fue creado usando la piel de una oveja que parece no tener relación genética con las utilizadas para las copias de Qumran examinadas, lo que sugiere que el rollo no era en realidad originario de allí.
“Otro aspecto es que, si el texto de Masada no era de Qumran, probablemente fue traído allí desde otro lugar, por lo que la Canción era conocida más allá de Qumran en la sociedad judía del Segundo Templo. Esto podría representar el eslabón perdido entre este texto y las tradiciones místicas posteriores que tienen algunas similitudes. 
Podríamos tener aquí una de las raíces del misticismo occidental”, añadió el erudito.
En otras áreas, el análisis de ADN apoyó las teorías propuestas en el pasado.Confirmó que la mayoría de los fragmentos clasificados bajo lo que se conoce como “Práctica de escribas de Qumran”, una clasificación filológica para distinguir entre los manuscritos considerados específicos de la comunidad de Qumran de los manuscritos judíos generales, estaban escritos en la piel de ovejas genéticamente relacionadas.
En el futuro, el equipo tiene como objetivo analizar más fragmentos, pero también comprender más sobre la genética de las especies utilizadas para producir el rollo en el antiguo Israel, por ejemplo, extrayendo de los huesos de animales contemporáneos.“Con el paso del tiempo comprendimos mejor los desafíos, incluyendo los computacionales”, explicó Rechavi. “Esperamos que ahora procedamos más rápido”.
Con cerca de 25.000 fragmentos aún pendientes, muchos enigmas están aún por resolver, incluyendo el mayor de todos: ¿quién escribió y ensambló esos manuscritos únicos, que 2.000 años después han ofrecido al mundo el más raro vistazo al antiguo mundo judío antes del exilio?

Artículo de Rossella Tercatin en The Jerusalem Post

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