HAFTARÁ REÉ. ISAÍAS (YESHAYAHU) 54:11-55:5
De todas las tristezas y pérdidas que guardamos en nuestra memoria colectiva, la destrucción de Jerusalem es la que ha marcado una huella más duradera.
No debe ser fácil convivir con la certeza de que la ciudad de David será destruida. Desde esa angustiante situación, el profeta Yeshayahu construye su prédica (recordemos que prédica proviene de predicción).
Pero Yeshayahu comprende en algún momento que ese destino es irreversible y decide dejar de fustigar a los que traicionan a Hashem, para difundir palabras de consuelo ante la inminente desolación que se aproxima.
Compara a las ruinas de su visión (jazón- raíz del vocablo tajazit-pronóstico) como si fuera una pobre atormentada y desconsolada mujer y anticipa una reconstrucción con piedras preciosas (¿acaso no le cantamos hoy a una Jerusalem de oro?).
Una nota curiosa: varios de los apellidos judeoeuropeos que hacen referencia a piedras preciosas (Shapira-zafiro-, Rubinstein, Finkielstein-rubí-, etcétera), surgen de esta haftará. Recordemos que el hebreo era considerado lengua sacra (lashón kadosh) en la Europa ashkenazí por lo que solo se utilizaba para la lectura de la torá, y para su estudio el idioma era generalmente el ídish.
¿Quién sabe? ¿Quizás Yeshayahu pudo vislumbrar con tanta profundidad el resurgimiento después del desastre como para ver en cada uno de nosotros las piedras preciosas a las que se refiere en su vaticinio de reconstrucción?
Shabat shalom
Dudi Finkielsztein