Los Días Terribles ¿Nos suena de algo?


Los tiempos están revueltos y todo parece indicar que hemos entrado en una espiral de acontecimientos, que hielan el corazón hasta de los más fuertes.

La comunidad internacional mira con atención y conmoción las grandes catástrofes, dicen de origen natural, que están sucediendo en medio mundo. La pandemia, los huracanes, ciclones, tsunamis, incendios, terremotos y no sé cuántas más catástrofes inundan, valga la redundancia, los grandes espacios en los cuales nos creíamos orgullosamente seguros.

Los expertos en climatología dicen, que ellos ya lo advirtieron. Los agoreros se atribuyen el mérito de ser quienes predijeron lo que está pasando y un ejército de profetas del desastre levantan sus manos en señal de victoria, atribuyéndose el mérito de dar a conocer las catástrofes, que están aconteciendo en la actualidad, pero ¿Alguien sabe lo que está pasando? La inmensa mayoría parece, que no saben lo que está pasando.

En lo que a mí me toca no soy profeta, ni hijo de profeta, como dijera el insigne Amós, y por tanto el hacer predicciones no es mi cometido, en el contexto de estas líneas de pensamiento.

La verdad es que no hace falta ser profeta, agorero o visionario, para darse cuenta de que algo está pasando particularmente, en esta época del año. No descubrimos nada nuevo si decimos, que hemos entrado en otro año. El Calendario Hebreo nos dice que estamos en el año 5781. Un año nuevo que trae Juicios nuevos muy repartidos, en todas las partes del mundo.

La historia por muy lineal que la dibujemos, en nuestros gráficos del tiempo histórico, es absolutamente cíclica. Los acontecimientos se van superponiendo los unos a los otros al igual, que llegan las estaciones del año. La historia se repite una y otra vez, pero nosotros no aprendemos lo suficiente, ni de los ciclos naturales, ni de la naturaleza humana. El problema de la humanidad somos nosotros mismos, aquellos que nos llamamos humanos. Por lo general queremos echar las culpas a otros, de aquello, que solo nosotros somos responsables. El mundo gira mareando vertiginosamente a esa misma humanidad, que no quiere reconocer la responsabilidad de sus hechos.

Todo parece indicar, una frase muy socorrida, que hemos entrado en un huracán de acontecimientos, que han de desembocar en alguna tragedia, pero ¿Por qué suceden estas grandes catástrofes, naturales, sociales, financieras o políticas? ¿Tenemos que pasar por todo esto, por alguna razón? La diferencia para entender lo que está sucediendo reside, básicamente en dos pequeñas preposiciones, a saber, por y para. La pregunta no debería ser porqué pasa esto u lo otro, sino para qué pasa esto o aquello.

La Festividad de Rosh Hashaná marca el inicio de un juicio que desembocará, en la sentencia de Yom Kipur. Un periodo de tiempo que ha sido denominado como Días Terribles o Yamim Noraim. Unos días de austeridad mezclados con dulzura y con sentimientos encontrados por la proximidad de una sentencia, que esperamos nos sea favorable. Todos queremos salir indemnes de un juicio, pero ¿Estamos haciendo los cambios necesarios, para enfrentarnos al mencionado Juicio?

¿Estamos conscientes de que ese juicio determinará lo que suceda en nuestras vidas el resto del año? Una pregunta que debe contener otra pregunta ¿Para qué suceden todas estas cosas? Nos toquen o no directamente todos somos afectados por los acontecimientos, sean del carácter que sean, causando ansiedad o preocupación. La buena noticia es que todo lo que sucede alberga un propósito, que dará sentido a nuestra vida.

Los Días Terribles han llegado, para llamar la atención de toda la humanidad sobre lo que estamos haciendo y lo que estamos dejando de hacer. Un buen tiempo de reflexión e interiorización personal, que nos elevará más cerca del Cielo y más cerca a nuestra cotidiana realidad. La mejor manera de empezar bien el año es hacer bien todos los días del año.

En medio de las grandes catástrofes Israel ha enviado contingentes de ayuda a diferentes países, para paliar en lo posible los sufrimientos que muchos están padeciendo. La mejor respuesta a lo que está pasando es para que seamos luz eficaz de ayuda a cuánto tenemos alrededor. Los buenos propósitos deben ser prácticos. Un pequeño país como Israel se engrandece ayudando incluso a sus enemigos

¿Nos suena de algo? Ayudar siempre nos ayuda. Rogamos por un año dulce, agradable y lleno de sueños emocionantes, que nos lleven a realizar los buenos propósitos marcados en nuestras respectivas agendas anuales.

Por José Ignacio Rodríguez, Unidos con Israel

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