HAFTARÁ VAIGASH – EZEQUIEL: 37:15-28

 

Y júntalos uno con el otro como una sola vara, y serán uno en mi mano

Ezequiel fue un profeta hijo de sacerdote y probablemente sacerdote él también. Vivió en los días del exilio, se supone que residía en Babel.

Tuvo la terrible experiencia de vivir la destrucción de Ierushalaim, a él pertenecen las profecías de la “carroza celestial”, Majaseh Mercaváh, como la de Hajatsamot Haieveshot, la de los huesos secos, que nos habla de la resurrección y el renacimiento del pueblo de Israel.
Y de algún modo se hace presente en esta haftará.

Sus palabras nos conducen desde la historia misma de nuestro pueblo y nos llevan a reflexionar mucho sobre nuestras experiencias cotidianas con nuestros semejantes.
En ese entonces, nuestro profeta nos habla de reunir los dos reinos, el de Iehudá y el de Efraim, de tener un solo reino y un solo rey y vivir todos reunidos en la Tierra de Israel.
Congruentemente esto lleva a dejar de lado ídolos y transgresiones, ” ellos como pueblo para Mí, Yo como D’s para ellos”.

Dejar de lado por sobre todo, los egos de cada uno que luchan para ser considerados dioses, quizás de eso se trate la peor de las idolatrías, de intentar que nuestro Yo esté por encima del nosotros, de los deseos y necesidades de otros.

La profecía completa se refiere a la unión de los hermanos bajo un rey de la dinastía de David y observando la Torá que recibimos de D’s.
Nos lleva a pensar que es imposible la unificación política sino hay unificación del pueblo de Israel, pero bien podríamos extenderlo a otras experiencias de nuestro mundo.

” Juntar las varas”…. Como una hermosa metáfora, la de José en la mano de Efraim y la de Israel-Iaacov en la mano de Iehudá. ( 17-19)
” Y haré de ellas una nación en la tierra, sobre las montañas de Israel, y un rey será rey de ellos, y no serán más dos naciones ni estarán más divididos en dos reinos” (22)

El paralelo con la Parashá es obvio, ya que es en Parashá Vaigash, donde Iosef se reúne con sus hermanos, donde existe perdón y redención.

Es también nuestra primera diáspora, iremos a Goshen y a través de los años volveremos, bus-cando la libertad del brazo de D’s a través de Moshé y con las leyes que nos constituyen en pueblo, nuestra Torá.

Que podamos dar ese primer paso sea dentro nuestro, unificarnos, hacernos ejad y poder vivir en consonancia con nosotros mismos para después trasladar esto a nuestros semejantes y acercar las varas que hagan de nuestro pueblo uno a través de la Ley y como un ejemplo hacia la huma-nidad toda.

Y que sea ésta una forma de vivir en paz.

Norma Dembo