Parashat Devarim y comentario de Nejama Leibowitz

devarim

 

En este Shabat comenzaremos a leer el último y quinto libro de la Tora Deuteronomio.
El último libro de la Tora es especial en muchos sentidos está escrito mayoritariamente en segunda persona siendo Moshe el que le habla al pueblo de hecho los sabios mismo llaman a Deuteronomio “ Las Palabras de Moshe”El libro Deuteronomio tiene tres partes:

1) El primer segmento es una lección histórica. Moshé recuerda los eventos del pasado, haciendo aclaraciones para el beneficio de las nuevas generaciones que no lo vivieron.

2) El fin del proceso de entrega de la Ley. Moshé terminó de transmitir las 613 Mitzvot que recibió en el Monte Sinaí, haciendo hincapié en aquellas que se aplican específicamente a aquellos que entran a la Tierra de Israel.

3) La despedida final de Moshé antes de morir, ordenando al pueblo a cumplir con la Torá, poniendo al cielo y la tierra como “ Testigos” y advirtiendo las consecuencias nacionales de olvidar la Tora de D’s.
El primero de Shvat (37 días antes del fallecimiento de Moshé ), Moshé comienza con la repetición de la Torá, repasando cómo dijimos los eventos ocurridos y las leyes entregadas en el transcurso del viaje de 40 años desde la salida de Egipto al Monte Sinaí y a la Tierra Prometida Canaan, amonestando a la gente por sus fallos e iniquidades y enlistándolos en el cumplimiento de la Torá y la observanacia de sus preceptos en la tierra que Hashem les está entregando como herencia eterna, a la cual ingresarán luego de su muerte.

Moshé recuerda el nombramiento de Jueces y Magistrados para aliviar la carga de administrar justicia a la gente y enseñarles la palabra de D’s, el viaje desde el Sinaí a través del enorme y temeroso desierto, el enviado de espías, y el subsiguiente rechazo de la Tierra Prometida , de manera que Hashem decretó que toda generación del Éxodo debía morir en el desierto.
“ También Contra Mi” dice Moshé , Hashem se enojó por causa de Uds diciendo “ Tu Tampoco Entrarás Allí”.
Moshé también recuerda algunos eventos más recientes : La Negativa de las Naciones de Moab y Amon de permitir al pueblo judío pasar por sus tierras, las guerras contra los reyes Emoritas Sijon y Og, el asentamiento en sus tierras por las tribus de Reuben, Gad y media tribu de Menashé y el mensaje de Moshé a su sucesor Ieoshua, que llevará al pueblo a la Tierra Prometida y los liderará en las batallas por su conquista. “ No Teman , porque D’s Tu Señor , Luchará por Ti “.

Shabat Shalom Umeboraj

Marcelo Mann

Estudiando la Parashá

DESPRECIARON LA TIERRA DELEITABLE

Por Nejama Leibowitz

Los Sabios se asombraron de la estructura del primer capítulo de nuestro Libro. Puesto que resulta curioso, que nos relaten respecto al pecado del envío de los espías-exploradores. ¿Es el comienzo de las palabras de Moshé el lugar oportuno para este relato? Si bien el Libro Devarim siendo “Mishné-Torá” – Su­mario de la Torá – no comienza inmediatamente con el repaso de los preceptos y su repetición a los hijos de Israel, y Moshé consideró congruente prologar los preceptos con el relato de los sucesos del desierto. ¿Por qué entonces, no relatar los acontecimientos a partir del día que salieron de Egipto? Abravanel plan­teó formidablemente esta cuestión con su habitual estilo:

Si es que la intención de Moshé fue el de amonestarlos por sus pecados, resulta muy difícil comprender, porque no comenzó con el asunto del becerro, que fue el primer pecado, el cual llegó hasta la profundidad del alma.

No es posible argüir que lo olvidó (a este pecado), puesto que en la parashá Ekev lo refiere, extendiéndose en su relato (cap. 9). Siendo así, es muy dificultoso el que haya referido en primer lugar el pecado de los espías – ulterior en el orden cronológico – y posteriormente el pecado del becerro, que le precedió. Lo mismo el pecado de los que se lamentaron, “de modo que ardió en medio de ellos el fuego del Señor” (Bamidbar 11, 1); y el pecado de “Kivrot Ha-taavá” (lugar denominado así porque “allí enterraron al pueblo codicioso”) ; ambos precedieron al asunto de los espías. Entonces, ¿porqué no los refirió aquí, haciéndolo más adelante en la parashá Ekev (Devarim 9, 22)? ¡Resulta entonces que los pecados están referidos sin orden!

Y si argumentase que su relato no convergía al objeto esencial de la reprensión, sino que fueron referidos en forma de simple narración de sucesos, como las historias de los reyes, ¿porqué entonces no fueron dispuestos según su orden cronológico, y de acuerdo como sucedieron, en primer lugar el primero y luego el ulterior?

Muchos comentaristas trataron de resolver esta incomprensión. R. David Hoffmann en su comentario a Devarim (aparecido en alemán a fines del siglo pasado) explica muy bien el orden de los acontecimientos referidos en nuestra parashá. Las palabras de Moshé son explicadas considerando la oportunidad y la circunstancia en que fueron dichas.

Moshé se dirige aquí a la generación de los que estaban dispuestos a entrar a la tierra prometida y se aprestaban a atravesar el Yardén para tomar posesión de esa tierra. Su situación era muy similar a la de sus padres – los que salieron de Egipto – con treinta y ocho años antes. En aquél entonces, un año y meses después del éxodo de Egipto, se encontraban los hijos de Israel – que eran los padres de éstos, a quienes Moshé dirigía su palabra, y que a la sazón eran todos menores de veinte años – en Kadesh Barnéa, después de ser censados y haber sido ordenados en el campamento “cada cual junto a su propia bandera”, ha­biéndoseles dicho:

“Habéis llegado a la montaña del Emorita, que el Señor, nuestro Dios, nos va a dar.” 1, 20

“Mira que el Señor, tu Dios, ha puesto ante ti la tierra, sube, toma posesión, como te ha dicho el Señor, Dios de tus padres, no temas, ni te amedrentes.” 1,21

Entonces, en ese momento decisivo, vísperas del comienzo de las conquistas, cometieron los judíos ese acto que trabó la entrada a la tierra durante treinta y ocho años. Esa acción por cuya causa erraron en el desierto, rondaron y vagaron; por cuya causa murieron todos los miembros de la generación de los que salieron de Egipto y eran mayores de veinte años:

Con lo cual os acercasteis a mí, todos vosotros, y dijisteis: “Enviemos, por favor, hombres delante de nosotros, que nos exploren la tierra, y nos vuelvan a traer razón del camino. . .” 1, 22

Por culpa de esta ausencia de fe y abandono en El, todo se hechó a perder. Los exploradores volvieron informando lo que informaron e instigaron a los israelitas. A efectos de esa incitación – aprobada por el pueblo – se postergó el “mira que el Señor, tu Dios, ha puesto ante ti la tierra”, hasta el fin de los cuarenta años. Nuevamente se encuentran, esta nueva generación, en una situación muy similar a aquella. Moshé se dirige a ellos “a fines de los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes . . . después que hubo herido a Sijón, rey de los emoritas, que habitada en Jeshbón, y a Og, rey de Bashán, que habitaba en Ashtarot, en Edréi”. Se ha conquistado ya la ban­da oriental del Yardén, encontrándose estacionados en la Transjordania, en la tierra de Moab. Habiéndole dicho a Yehoshúa, el elegido para sucederlo:

“Tus ojos han visto todo lo que acaba de hacer el Señor, vuestro Dios, a estos dos reyes; así hará el Señor con todos los reinos, adonde vas a pasar.

No los temas, porque el Señor, vuestro Dios es el que pelea por vosotros.

Por lo que les resta aprender la lección, y no hechar a perder, como lo hicieron sus antepasados, a fin de que no se postergue nuevamente su entrada a la tierra que el Señor está dispuesto a concederles.

Se comprende ahora fácilmente por qué no nombró al pecado del becerro, ni al de los lamentos, ni al de los rezongos, sino, y precisamente al de los espías, a pesar de ser el más ulterior de ellos, pues fue éste el que provocó el errar por el desierto. Por un pecado así o semejante, ha de advertirse a la nueva generación para que no vayan a incurrir nuevamente en tamaña falta.

Trazaremos una comparación entre distintos versículos del principio y del final de las dos partes en que se divide nuestra parashá, para evidenciar en que medida quiso Moshé advertir – en nuestra parashá – a la nueva generación para que aprendan la lección del pecado cometido por la generación anterior, y del castigo pertinente que sufrieron. La primera parte trata de la generación anterior, y de su fracaso, la otra trata de la generación presente, sus éxitos y sus perspectivas futuras.

Compararemos los siguientes versículos:

Con anterioridad al pecado de los espías le dijeron a la primera generación:

“Bastante tiempo habéis permanecido en este monte.

Volveos, y alzad el campamento, y marchad. . .”

Habiendo concluido el castigo de los cuarenta años le dijeron a la segunda generación:

“Bastante habéis ido rondando esta montaña; volveos hacia el norte”. Compararemos las dos conclusiones:

Después del pecado de los espías y de la rebelión de la primera generación:

“Y dimos la vuelta a la montaña de Seir por muchos días.” 

puesto que eran los días del castigo.

Después de la conquista de la banda oriental del Yardén y vísperas a su entrada al país, la entrada de la segunda generación:

Y nos quedamos en el valle, frente a Beth Peor. 

dispuestos a entrar.

El pecado y su respectivo castigo de la generación que salió de Egipto, en la primera parte.

La obediencia y su pertinente premio de la generación que entró a la tierra prometida, en la segunda parte.

El acercarse a Moshé para solicitar el envío de los espías, causa de los desastres, y provocadora de la postergación de la entrada al país, es comparado por Rashí a la otra petición efectuada ante Moshé, rodeada también – como la otra – con ruegos:

Con lo cual os acercasteis a mí, todos vosotros, y dijisteis: “Enviemos, por favor, hombres delante de nosotros . . .” 

y después de la entrega de la Torá, luego de haber escuchado los diez mandamientos entre voces y relámpagos en el monte Sinay, leemos:

Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz en medio de las tinieblas, en tanto que el monte se abrasaba en fuego, os acercasteis a mí, todas las cabezas de vuestras tribus, con vuestros ancianos. 5, 20

Y dijisteis: “He aquí, el Señor, nuestro Dios, nos ha hecho ver Su gloria y Su grandeza, y hemos oído Su voz de en medio del fuego.

Hoy hemos visto que Dios habla con el hombre, y éste vive. 

Ahora bien, ¿por qué hemos de morir?, pues nos consumirá este gran fuego.

Si volvemos a oír la voz del Señor, nuestro Dios, alguna vez más, entonces moriremos.

Porque, ¿quién hay de toda carne que haya oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, como nosotros, y haya vivido?

Llégate tú, y oye todo lo que dijere el Señor, nuestro Dios; luego tú nos dirás todo lo que te dijere el Señor, nuestro Dios; así nosotros lo oiremos y cumpliremos”. 

El primer acercamiento: Un pedido originado en la ausencia de fe, ausencia de abandono en El, voluntad de basarse en la gente y en sus testimonios, los cuales le merecen más fe que las promesas del Señor pronunciadas a los Patriarcas, la promesa del Señor pronunciada en la zarza ardiente y que las palabras de Moshé hablando en nombre del Señor.

El segundo acercamiento: Sentimiento de la inferioridad humana, de su incapacidad y nulidad; conocimiento de su poder limitado, veneración y temor al Señor, vibración con temblor y estremecimiento.

Rashí que traza un paralelo entre estos dos acercamientos (citando las palabras de los Sabios) nota la distinción existente entre ellos no sólo en el contenido claro de las palabras considera­das, sino también por la forma de su presentación, aludida en las variantes de algunas palabras, en las dos versiones.

En el acercamiento de los que requirieron el espionaje leemos:

Con lo cual os acercasteis a mí, todos vosotros … 

En el acercamiento posterior al acto del Sinay, leemos:

Os acercasteis a mí, todas las cabezas de vuestras tribus, con vuestros ancianos. 

Veamos las palabras de Rashí, sobre “con lo cual os acercasteis a mí, todos vosotros”:

En desorden y confusión. Mientras que más adelante leemos: “Os acercasteis a mí, todas las cabezas de vuestras tribus, con vuestros ancianos, y dijisteis . . .” Ese acercamiento sí que era digno. Los jóvenes respetaban a los ancianos, y los enviaron a su frente; los ancianos respetaban a las cabezas (de las tribus) cediéndoles la delantera: mientras que aquí “os acercasteis a mí, todos vosotros”, es decir: en desorden y confusión. Los jóvenes empujaban a los ancianos, y éstos a las cabezas (de las tribus).

Resulta que existe una perfecta concordancia entre la forma en que la delegación presentó su requerimiento, con el contenido de aquella. Esto es posible deducirlo de las pequeñas variantes en los textos.

Esto puede servirnos de enseñanza de la magnífica importancia de cada vocablo y palabra de la Torá. Cuantas buenas cualidades y hábitos, cuanta moral podemos aprender y deducir de una palabra compuesta de letras negro-blanco, que aparenta a simple vista carecer de importancia.

Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibowitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986 Págs. Págs. 248-253

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *