
La Parashá
(relato los hechos antes del estudio posterior)
[9:52, 6/5/2020] Marcelo Mann: La Escalera del Omer:
Por el Rab. Gustavo Surazski Ashkelon Israel:
Cuarenta y nueve días pasan entre el éxodo de hijos de Israel de Egipto ( Pesaj) y la revelación del Monte Sinaí y la recepción de la Tora ( Shavuot).
Esta travesía de siete semanas llamada “ La Cuenta del Omer”, es mencionada en nuestra Parashá, Parasha Emor.
En esta época del año el pueblo de Israel se somete a un proceso de preparación interior para la recepción de la Tora, un proceso en el que se intenta romper con la inmundicia egipcia a fin de ingresar a una nueva vida de pureza y santidad.
De acuerdo a nuestros sabios, el pueblo de Israel en Egipto se hallaba inmerso en un proceso de degeneración espiritual.
Según nos enseñan, existen cincuenta pórticos de impureza y en Egipto los hijos de Israel llegaron hasta el pórtico número cuarenta y nueve, cercanos al punto del No Retorno.
Cada año, y con cada día qué pasa de la cuenta del Omer, el pueblo de Israel se va quitando simbólicamente otra capa de impureza y en lugar de adentrarse en la inmundicia se eleva hacia las puertas de santidad.
Este puente entre ambas fiestas nos lleva a una reflexión. Pesaj es la fiesta de la libertad física y la redención del cuerpo. Pero dicha redención no es un fin en sí mismo, sino más bien un paso hacia la renovación espiritual que propone la entrega de la Tora en el Monte Sinaí.
Así como un novio cuenta los días hasta poder unirse con su amada, la Nación de Israel cuenta los días que separan la redención física de la redención espiritual.
Durante estos días de festejos por los setenta y dos años de Israel, entre carne asada y carbones en brasa, mucho he pensado en este punto. De hecho, existe un claro paralelismo entre la liberación de Pesaj y la Independencia del moderno Estado de Israel.
La independencia es evidentemente algo positivo en sí mismo. Pero como sociedad…… Tenemos un programa espiritual? Cómo estado……. Somos realmente una “ Luz hacia las Naciones ? “. La independencia que hemos logrado hace setenta y dos años es parte de un proceso mayor, o ha sido un fin en sí mismo?
El rabino Moshe Garelik se refiere, en su libro “ Parasha U-Fishra “, en este puente llamado “ La cuenta del Omer”, que conecta la libertad del cuerpo con la del alma:
“A través de esta cuenta, los hijos de la generación del desierto despojaron a la festividad de Pesaj de su entidad independiente, y la transformaron en la promotora de la festividad de Shavuot.
De esa forma se tendió un puente entre ambas festividades que nos enseña la imposibilidad de separar a la redención física de la redención espiritual; la una no existe sin la otra. La redención nacional de un pueblo estará en peligro si es apreciada como un fin en sí mismo. Muchas revoluciones se han visto debilitadas, cuando sus protagonistas creyeron haber llegado al final del camino y no lograron renovar sus aspiraciones.
La estabilidad de muchos países que lograron su independencia, tambaleó cuando todo lo que quedó fueron las incesantes luchas de poder entre sus libertadores.
La cuenta del Omer le dice “ No” a lo que se ha logrado. Considera que el éxodo de Egipto, aún siendo importante y valiosa etapa, nunca podrá reemplazar al puente que nos conduce al crecimiento espiritual representado por la Tora y por la revelación de Sinaí.
“Quiera D’-s que también nosotros podamos unir esta brecha y podamos juntos elevarnos y ascender la escalera que nos completa como sociedad “.
Shabat Shalom Umeboraj
Marcelo Mann
Estudiando la Parashá
Rabino Jonathan Sacks
Tres versiones de Shabat
Junto a la santidad del lugar y de la persona, está la santidad del tiempo, tema que la parashá Emor desarrolla en su aparentemente simple listado de festividades y días sagrados (Lev. 23: 1-44).
El tiempo juega un importante papel en el judaísmo. Lo primero que declaró sagrado fue un día: el Shabat, la conclusión de la creación.
Hay algo singular en la forma en que la parashá Emor habla sobre Shabat. Lo llama mo’ed y mikrá kodesh, cuando en el sentido convencional de las palabras no es ninguna de las dos. Mo’ed es un tiempo asignado con una fecha fijada en el calendario. Mikra kodesh significa, ya sea una congregación sagrada, un tiempo en el que la nación se reúne en el Santuario central, o un día proclamado santo, o sea, a través de la determinación de la corte humana del calendario. Shabat no es ninguna de las dos cosas. No tiene una fecha fija en el calendario. No es un tiempo para la asamblea nacional. Y no es un día consagrado por proclamación de la corte humana. Shabat fue el día que Dios mismo hizo santo desde el comienzo de los tiempos.
La explicación está en el contexto en el que aparece el pasaje que contiene estos términos: los capítulos de la Torá cuyo tema principal es la santidad (Levítico 18-27). La postura radical de estos capítulos consiste en que la santidad, término generalmente reservado para Dios, puede ser adquirido por seres humanos cuando actúan como Dios. Las festividades son al Shabat como el Santuario es al universo. Ambos son dominios de santidad creados por los humanos sobre el modelo de la creación y la santificación divina, como aparecen al comienzo de Génesis. Al invitar a los humanos a crear un Santuario y determinar el calendario mensual y anual, Dios nos inviste de la dignidad de una santidad que no recibimos pasivamente como obsequio, sino que hemos adquirido activamente como co-creadores con Dios.
Mikra kodesh y mo’ed como aparecen en Levítico tienen un sentido adicional que no tienen en otros lados, porque evocan el comienzo del libro: “Él llamó (Vaikrá) a Moshé, y el Señor le habló en la Tienda de Reunión (Ohel Mo’ed) diciendo…” (Lev. 1 1) El foco está en mikra, “llamado” y mo’ed como “reunión.” Cuando la Torá utiliza estas palabras para ser aplicadas a Shabat y las festividades solo en este capítulo, es porque está enfatizando el encuentro entre Dios y la humanidad en el ámbito del tiempo. Ya sea que el llamado sea de Dios a nosotros o de nosotros a Él, ya sea Dios el que inicie ese encuentro o nosotros, el tiempo sagrado se transforma en una reunión de amantes, un punto fijo en el mundo que gira, donde amante y amado, Creador y creación, “encuentran el tiempo” para uno y otro, y se conocen uno y otro en la forma especial de conocimiento que llamamos amor. Si esto es así, ¿qué nos dice parashat Emor sobre Shabat que no podríamos aprender en otro lado? La respuesta se clarifica cuando vemos otros dos pasajes: las dos versiones del Decálogo, los Diez Mandamientos como aparecen en Éxodo y Deuteronomio. Es sabido que las dos versiones son diferentes. La de Éxodo comienza con la palabra Zajor.” Pero se diferencian más profundamente en su verdadera comprensión de la naturaleza y significación del día. Este es el texto de Éxodo:
Recuerda el día de Shabat manteniéndolo sagrado. Seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el séptimo día es Shabat para el Señor tu Dios. En él no harás ningún trabajo…Pues en seis días el Señor creó los cielos y la tierra… pero en el séptimo día Él descansó. Por eso el Señor bendijo el día de Shabat y lo hizo santo.
Éxodo 20: 7-9
Según este pasaje, el Shabat es un recuerdo de la creación. El de Deuteronomio nos da una versión muy diferente:
Seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el séptimo día es Shabat para el Señor tu Dios. En ese día no harás ningún trabajo, tú, tu hijo ni tu hija ni tu sirviente varón o mujer… Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí…Por lo tanto el Señor tu Dios te ha ordenado que observes el día de Shabat.
Deuteronomio 5:11-14
Aquí no hay referencia alguna a la creación. En vez, la Torá habla de un evento histórico: el Éxodo. Guardamos Shabat no porque Dios descansó el séptimo día sino porque Él sacó a nuestros ancestros de Egipto, de la esclavitud a la libertad. Por eso, Shabat es un día libre hasta para los sirvientes, y aún para los animales domésticos. Uno de cada siete días, nadie es esclavo.
Obviamente, ambos motivos son ciertos, y los integramos en el texto del Kidush que celebramos el viernes a la noche. Llamamos Shabat a una recordación de la creación (zikaron lemaasé bereshit) como así también un recordatorio del Éxodo (zejer leietziat Mitzraim). Sin embargo, cuando vemos la versión de Levítico en el contexto de estas otras dos, emerge una visión más plena.
Si prestamos atención, podemos escuchar las tres voces primarias de la Torá: la de los Reyes, la Sacerdotal y la de los Profetas. Estos son los tres roles de liderazgo fundamentales y tienen formas distintas de conocimiento.
Los sacerdotes, los profetas y la élite gobernante (los sabios, los ancianos, los reyes y sus cortes) tienen cada uno su forma de pensar y de hablar. Los reyes y las cortes usan el lenguaje de jojmá, “sabiduría”. Los sacerdotes enseñan Torá, la palabra de Dios a través del tiempo. Los profetas tienen visiones. Tienen la palabra de Dios no para todo el tiempo sino para este tiempo. La profecía trata sobre la historia como interacción entre Dios y la humanidad.
¿Es meramente casual que aparezcan tres voces cuando podrían haber sido cuatro, dos o una sola? La respuesta es que no. Hay tres versiones porque axiomáticamente la fe judía es la creencia de que el encuentro con Dios se produce de tres maneras: en la creación, la revelación y la redención. (1)
La sabiduría reside en la capacidad de ver a Dios en la creación, en la intrincada complejidad del universo natural y de la mente humana. En términos contemporáneos, jojmá es una combinación de las ciencias y las humanidades: todo lo que nos permite ver el universo como obra de Dios y a los seres humanos como imagen de Dios. Está resumido en un versículo de los Salmos (104: 24). “Cuántos son Tus trabajos, oh Dios; Tú los has hecho todos con sabiduría.”
La revelación en la Torá, la especialidad del sacerdote, es la capacidad de escuchar a Dios como la voz que ordena, mayormente caracterizada en forma de ley: “Y Dios dijo,” “y Dios habló,” “y Dios ordenó.” La revelación es materia no tanto de ver sino de escuchar, en el sentido profundo: de oír y acatar, estar y responder. La sabiduría nos dice cómo son las cosas. La revelación nos dice cómo debemos vivir.
La conciencia profética está siempre enfocada en la redención, el largo y tortuoso camino hacia una sociedad basada en la justicia y la compasión, el amor y el perdón, la paz y la dignidad humana. El profeta sabe de dónde vinimos y hacia dónde vamos, a qué etapa de la travesía hemos llegado y qué peligros nos esperan. La voz profética está siempre relacionada a la historia, al presente en relación al pasado y al futuro: no una historia como una mera sucesión de eventos sino como un acercamiento a, o digresión de, la buena sociedad, la Tierra Prometida y la Era Mesiánica.
Creación, revelación y redención representan las tres relaciones básicas dentro de las cuales están planteados el judaísmo y la vida humana. La creación es la relación de Dios con el mundo. La revelación es la relación de Dios con nosotros. Cuando aplicamos la revelación a la creación, el resultado es la redención: el mundo en el cual la voluntad de Dios y la nuestra coinciden.
Ahora comprendemos por qué la Torá contiene tres versiones distintas de Shabat. La primera está en la versión inicial de los Diez Mandamientos, “Porque en seis días el Señor creó los cielos y la tierra”, es el Shabat de la creación. La segunda, “Recuerda que fuimos esclavos en Egipto y que el Señor, vuestro Dios nos sacó”, es el Shabat de la redención. Y la versión de parashat Emor expresada en la voz sacerdotal, es el Shabat de la revelación. En la revelación, Dios llama a la humanidad. Es por eso que el libro central de la Torá (que más que cualquier otro representa a Torat Kohanim, “la ley de los sacerdotes,”) comienza con la palabra Vaikrá, “y Él llamó”. Es también por eso que Shabat está incluido, únicamente aquí, en los días “que proclamarás (tikre’u) como convocatorias sagradas (mikra’ei kodesh),” con el doble énfasis en el verbo k-r-a, “llamar, proclamar, convocar.” Shabat es el día en el que, en el estado de descanso y silencio del alma, escuchamos el Llamado de Dios.
De ahí que la palabra mo’ed, que normalmente significa “tiempos asignados” aquí significa “reunión.” Yehuda Halevi, el poeta y filósofo del siglo XI, dijo que Shabat es como si Dios nos hubiera invitado personalmente a ser Sus huéspedes para cenar en Su mesa. (2) La revelación de Shabat no mira hacia atrás al nacimiento del universo ni hacia adelante a la redención futura. Celebra el momento presente como nuestro tiempo privado con Dios. Representa “el poder del ahora.”
Esta estructura triple no solo está presente en la Torá, también está inserta en el rezo mismo de Shabat. Shabat es el único día del año en que los rezos del atardecer, de la mañana y de la tarde son distintos uno del otro. En la Amidá de la noche del viernes nos referimos al Shabat de la creación: “Tú santificaste el séptimo día por Tu nombre como la culminación de la creación de los cielos y de la tierra.” En la mañana de Shabat hablamos del momento supremo de la revelación: “Moshé se regocijó por el obsequio de su porción…bajó con sus manos las dos tablas de piedra en las que estaba grabada la observancia del Shabat.” En la tarde de Shabat miramos al futuro hacia la redención final, cuando toda la humanidad reconocerá que “Tú eres Uno, Tu nombre es Uno como Tu pueblo Israel, una nación que es una en la tierra.” (3)
Creación, revelación y redención constituyen la triada básica de la fe judía. Asimismo es el principio de estructuración más fundamental del rezo judío. En ningún otro lugar esto está más claro que en la forma en que la Torá comprende el Shabat: un día con tres dimensiones vividas sucesivamente al atardecer, a la mañana y a la tarde. Lo que está fragmentado en la cultura secular en ciencia, religión e ideología política, está aquí reunido en la experiencia transformadora de Dios que creó el universo, cuya presencia llena nuestros hogares de luz, y que un día nos conducirá a un mundo de libertad, justicia y paz.
Fuentes
- Rabi Shimon ben Tzemaj Duran (1366–1441) sostuvo que todos los Trece Principios de Fe de Maimonides podrían reducirse a estos tres. Ver Menajem Kellner, Dogma in Medieval Jewish Thought (Oxford: Littman Library Of Jewish Civilization; New Ed edition, July 22, 2004). En la era moderna, esta idea está principalmente asociada con Franz Rosenzweig.
- Yehuda Halevi, El Kuzari, II:50.
- La frase goy ejad baaretz, que aparece tres veces en el Tanaj, tiene dos significados: “una nación única en la tierra” (Samuel II, 7:23, Crónicas I 17:21), y “una nación reunificada” después de todas las divisions internas (Ezequiel 37:22). Aquí tiene los dos significados.
Traductores
Carlos Betesh