Nitzavim.
El capítulo semanal leído el último Shabat habla de firmeza. Todo el pueblo parados firmes y juntos escuchando a Moshé Rabenu el pastor fiel.
La parashá o sección semanal, es un adelanto de lo que se nos viene encima. Es decir, Rosh Hashaná o el día del juicio, donde el Todopoderoso se sienta a juzgar a cada criatura y considerar destinos y decretos.
Pasando Elul.
El mes preparatorio, donde hay que aumentar en fuerzas y en cumplimiento. Mes de selijot (oración de perdones), y levantarse muy temprano, mes de shofar para ciertas comunidades.
Mes de balance y mes para intentar reconciliaciones y esmerarse en realizar mayor cantidad de actos caritativos y de bondad.
Persiguiendo un fallo favorable.
Todos los judíos deben bajar la velocidad y repensar nuestros objetivos de vida. Y recalculando, como dice el GPS (sistema de posicionamiento global), ver donde estamos en verdad parados, y que podemos ofrecer y comprometernos a mejorar el año próximo.
Dos días para dos facetas.
Un doble análisis, donde Hashem examina minuciosamente la actuación y el involucramiento de cada individuo dentro del conjunto, y por otro lado mira con lupa a cada judío en especial, a nivel personal o individual sus logros y faltas, sus grandezas y obvio también sus miserias.
El análisis resulta un combo perfecto donde ningún detalle escapa a la cámara de eso que sería el Gran Hermano. Una cámara que nos filma las 24 horas del día los 365 días del año.
Reflexión final.
El rab Gabriel Yabra z“l nos dijo antes de la pandemia, que la fórmula que necesitamos pedir a Hashem no es de “vida x vida”, si no, “pedir más vida para poder cumplir más preceptos o mitzvot”. La solicitud de extensión de la vida debería estar ligada a un deseo genuino de poder brindar y cumplir con la ley divina.
Igualmente solicitamos, pero Él decide. El D’os de todos los misterios.
Aguardamos con temor, pero también con cierta dosis de esperanza, que la misericordia sobrepase al rigor o juicio severo.
Para concluir, seguramente deberíamos tallar profundo en el versículo del Cantar de los Cantares del Rey Salomón, aquel que dice: “yo soy para mi amado y mi amado es para mí”, pero por el otro lado afirma: “su izquierda (rigor o juicio) debajo de mi cabeza, pero con su diestra (bondad) me abraza”.
Deseo a todos los lectores y aquellos que hacen posible Aurora: “Shana Tová Umetuka”. Un año bueno y dulce.
Dr. Natalio Daitch
Comentario del Rabino Jonathan Sacks Z´L´
Responsabilidad Global
En Rosh Hashaná y Yom Kipur decimos: tefilá (oración), teshuvá (penitencia) y tzedaká (caridad) evitan el decreto maligno. Ningún decreto es definitivo; ningún destino es inexorable. Nuestras vidas pueden volverse diferentes, mejores. Podemos cambiar.
Lo hacemos cambiando nuestras relaciones fundamentales. La oración es nuestra relación con Dios. La penitencia es nuestra relación con nosotros mismos. La caridad es nuestra relación con los demás. Si esto cambia, descubriremos (no inmediatamente, pero sí en última instancia) que nuestras vidas adquieren un sentido y un propósito que no tenían antes.
Teshuvá (penitencia, o más literalmente “retorno”) es algo que reconocemos. La nuestra es una generación de baalei teshuvá, personas que han encontrado su camino hacia la tradición. Muchos hoy buscan más contenido judío en sus vidas, no menos. Por primera vez en siglos, los niños suelen ser más religiosos que sus padres.
Tzedaká también lo entendemos. La comunidad judía es generosa con causas caritativas desproporcionadamente con su número. Debido a esto, apoyamos una mayor variedad de servicios (escuelas, grupos juveniles, instituciones de bienestar, instituciones educativas y culturales) que en cualquier otro momento de los 350 años de existencia de los judíos británicos. Hemos enriquecido la vida judía y ella nos ha enriquecido a nosotros.
Para muchos, sin embargo, la tefilá, la oración, sigue siendo un problema. A menudo la gente me dice que los servicios de la sinagoga les parecen demasiado largos, demasiado aburridos y demasiado ininteligibles. Pediré a todas nuestras comunidades que emprendan actividades diseñadas para profundizar nuestra comprensión de la oración judía. Todos necesitamos formas de encontrar a Dios y la oración nos ayuda a concentrarnos en vivir en Su presencia.
La oración, la tefilá y el aplauso pueden ser una experiencia transformadora. Me ha ayudado en momentos difíciles. Natan Sharansky ha contado la conmovedora historia de cómo el Libro de los Salmos que le regaló su esposa de el Avital le ayudó a sobrevivir a sus años de encarcelamiento por parte de la KGB. He escuchado de sobrevivientes del Holocausto cómo la oración les dio fuerza en tiempos de oscuridad. Y ahora hay una gran cantidad de investigaciones médicas que muestran los efectos positivos que tiene la asistencia regular a un lugar de culto en la salud e incluso en la longevidad.
El poeta del siglo XI Judah Halevi dijo que la oración es para el alma lo que el alimento es para el cuerpo. Si el cuerpo muere de hambre, se debilita. Muere de hambre el alma de la oración y se marchita. La oración es nuestra conexión “Bluetooth” con la energía creativa Divina en el corazón del ser. Orar es descubrir que estamos aquí por una razón. Nuestra existencia no es un accidente. El universo no es sordo a nuestras esperanzas y temores. Cuando hablamos desde lo más profundo de nuestra alma, lo que decimos es escuchado y tenido en cuenta. “Dios está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en verdad”. En estos tiempos difíciles, inciertos y estresantes necesitamos la fuerza que proviene de la oración. Sostuvo a nuestros antepasados a través de algunos de los desafíos más difíciles que jamás haya enfrentado un pueblo, y nos sustentará a nosotros. En el año venidero, que Dios nos dé el valor y la confianza para orar desde el corazón, la sabiduría y el entendimiento para orar con la mente, y que Él escuche nuestras oraciones, nos escriba a nosotros, a nuestras familias y a nuestro pueblo en el Libro de Vida.