Pautas del Humanismo Judío

por Dr. Israel Jamitovsky

Para todo el  mundo judío y especialmente para los que estamos afincados en Israel, este Pesaj fue incuestionablemente diferente.  La silla vacía que acompañó a muchos de nosotros durante el transcurso de la leída del texto  de la Hagadá que describe la salida de Egipto del pueblo de Israel y la cena pascual, patentizaron la ausencia de los 133 rehenes  aún retenidos por Hamás, la caída de seres queridos -civiles y  militares- así como la de  centenares de heridos y afectados de un modo u otro, secuela de la confrontación que  libra  actualmente Israel por su  supervivencia desde el 7 de Octubre.

Esta noche consagrada al relato de la redención del pueblo judío de la  opresión a la que estaba sometido en Egipto, conlleva igualmente numerosos símbolos y costumbres.  En este contexto, aflora una tradición y norma que no siempre a mi juicio, se le concede la debida  dimensión y  a tales efectos me baso en el texto tradicional de la Hagadá. Aludo a la norma de derramar gotas de vino mientras invocamos las plagas que se  abatieron sobre los egipcios y por ende disminuir nuestra alegría, al constatar y ser conscientes que lamentablemente nuestra redención conllevó  irremediablemente el sufrimiento de otros seres humanos.

 Se trata de una lectura  diferente que se acopla al rescate   del pueblo de Israel de la esclavitud en mérito al Todopoderoso. La fuente de esta limitación a nuestra alegría, aflora en el Talmud Babilónico, en el Tratado Meguilá, cuando al salvarse el pueblo judío y sucumbir los egipcios en el Mar Rojo, en ese momento los ángeles anhelaron entonar una canción,  ante lo cual el Todopoderoso acotó:¿Mi creación se hunde en el mar y ustedes elevan una canción?

En este contexto esta costumbre  e interpretación no fue la única. El Halel(Alabanza) configura un conjunto de oraciones recogidas de los Salmos que se cantaron durante momentos trascendentes de la historia judía  y que en nuestro tiempo se reza y entona igualmente  en ocasiones como el Día de la Independencia de Israel y el día de Jerusalén.

Asimismo, en el comienzo de cada mes y para incorporarle un signo festivo,  se ora la mitad del Halel, en tanto que  en la Festividad de Entrega de los Rollos de la Ley(Shavuot),  así como en la Festividad de las Cabañas(Sucot) se reza la totalidad de estos textos. En cambio, paradojalmente en Pesaj, la Festividad de Libertad, salvo el primer día, todo el resto de la semana festiva, sólo oramos la mitad del Halel, porque pese a todo, nuestra alegría no puede ser completa.

Esta coordenada y premisa aflora en Ilkut Shimoni (Tratado antiguo que reúne exégesis sobre versículos de la Biblia Hebrea) quien cita un versículo de Proverbios por el cual está prohibido festejar y  alegrarse ante  la caída del prójimo incluso si se trata de un enemigo.. 

Después de largos años de opresión, esclavitud, sufrimiento a los que fue sometido el pueblo de Israel en Egipto e incluso su persecución para reincorporarlos a la esclavitud,   lo natural  sería dar curso y rienda suelta  a la alegría de la liberación, sin imponer restricción alguna. Pero la limitación al desborde de la  alegría y al júbilo desmedidos, aflora porque  precisamente conllevó el sufrimiento de otros seres humanos, aunque como en este caso la gesta liberadora fuera total y plenamente justificada.

La complejidad de la condición humana

En este contexto,  exégetas de la tradición judía han señalado que lo antedicho configura la razón, por la cual el vocablo simjá(alegría) no aflora en Pesaj contrariamente a lo que sucede en otras festividades como Sucot(Cabañas), la festividad de la alegría por excelencia. Una descollante personalidad-El Rabino Lord Dr. Jonathan Sacks- acota en este espacio que en buena medida el Judaísmo apuesta y recalca la complejidad de la vida moral sin caer en dudas o en una suerte de relativismo ético.  En la Torá(Biblia Hebrea) aún en las figuras de mas relieve asoman carencias y a su vez, en las  seres humanos mas cuestionados afloran  en determinadas coyunturas atributos dignos de encomio.

Personalmente incorporaría otra faceta. El Judaísmo sin olvidar el pasado, siempre apunta hacia el futuro procurando evitar la perpetuación de rencores que a nada conducen y todo ello sin perjuicio naturalmente  del enorme mérito que le cabe a  los redactores y exégetas de la Hagadá de Pesaj.

 El Templo fue destruido, el pueblo judío disperso en el orbe, persecuciones, discriminaciones, humillaciones de todo género e índole, todo ello felizmente no afectó su sensibilidad  a la condición humana y al sufrimiento humano, incluso tratándose de implacables enemigos. No en vano el versículo de querer al gentil que reside en espacios judíos, aflora en treinta y seis oportunidades  en la Biblia Hebrea, habida cuenta que en esos mismos versículos se le recuerda al   judío  su condición de extranjero cuando estaba afincado en Egipto.

La condición judía en nuestros días 

Dos últimas reflexiones. Precisamente desde una perspectiva judía,  nuestro deber es asegurar la continuidad judía, afianzando y enriqueciendo nuestra tradición, sin renunciar a nuestra identidad personal, colectiva y nacional, somos y seremos sensibles al sufrimiento de la condición humana -cualquiera sea su origen o etnia- procurando enriquecerla sin cesar.

En segundo término, conviene no olvidar las premisas antedichas  precisamente en los aciagos días que vivimos actualmente en Israel  así como  todo lo que todavía nos espera y a la luz del galopante antisemitismo que lamentablemente reina actualmente en numerosos espacios del orbe.