Algo maravilloso sucedería esa noche. Nuestra renovada Bimá, sería el escenario de un acontecimiento largamente esperado y soñado.
La sinagoga resplandecía en sencillez, pero sin dudas, en la atmósfera se respiraba lo majestuoso del momento. Solo una suerte de atril y objetos de escritura que utilizaría nuestro sofer en el centro del púlpito y una pantalla gigante, conformaban la única “decoración”.
A las 19.30 una hermosa tefilá de Arvit fue el preludio de lo que minutos más tarde se concretaría: El lanzamiento de la escritura del primer Sefer Torá de la Comunidad Dor jadash.
La sinagoga resplandecía en sencillez, pero sin dudas, en la atmósfera se respiraba lo majestuoso del momento. Solo una suerte de atril y objetos de escritura que utilizaría nuestro sofer en el centro del púlpito y una pantalla gigante, conformaban la única “decoración”.
A las 19.30 una hermosa tefilá de Arvit fue el preludio de lo que minutos más tarde se concretaría: El lanzamiento de la escritura del primer Sefer Torá de la Comunidad Dor jadash.