Dura lex, decían los romanos; la ley es dura sed lex, pero es la ley. Sin embargo, la verdad es que eso de la ley parecía algo anticuado, casi cursi, en el mundo de la posmodernidad, regido por el imperio de lo que comúnmente se resume en la fórmula: “mi mismísima gana”.
Claro que a nivel individual todavía parecía normal que un delincuente fuese castigado, con algunas excepciones, porque ya sabemos que la Justicia puede equivocarse, que el ser humano es falible, etc., etc… Pero a nivel colectivo las cosas ya resultaban algo más complejas, porque cada cual se atribuía el derecho de rehusar la ley votada democráticamente, o, si la aceptaba, de adaptarla a su percepción del mundo. … Leer más