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El Talmud posee un Tratado llamado Brajot, en el que figuran todas las bendiciones de la tradición judía. El concepto es que a través de una bendición, una frase que contiene poesía y espiritualidad ante cualquier situación, podemos transformar lo que tenemos frente a nosotros en algo diferente, único, especial. En medio de la larga lista, Rab Hamnuna sorprende con una extraña formula: “Aquel que ve una multitud de personas debe recitar: Baruj jajam harazim, bendito el conocedor de los secretos” (Brajot 58a).
En su Psicología de las masas Le Bon entendía que en la masa lo heterogéneo queda anegado por lo homogéneo.