Será por vocación propia —heredada de nuestros remotísimos ancestros los hebreos, nómadas incorregibles cuya indisposición a la vida sedentaria ya le provocaba molestias a los sumerios—, o por imposición de nuestros enemigos —asirios, babilonios, romanos, europeos varios, árabes varios—, los judíos siempre hemos sido un pueblo migrante. Y hay indicios que señalan que esa vieja costumbre nuestra de agarrar nuestras cosas y movernos de país podría incrementarse en breve.
La fundación del Estado de Israel en 1948 fue el cambio más radical e importante en la condición del pueblo judío desde el año 70 EC.