Mientras los Estados Unidos se preparan para las elecciones presidenciales de 2020, hay razones para pensar que esta vez, el país podría librarse de la campaña de interferencia masiva que Rusia llevó a cabo en el 2016. En aquel entonces, Moscú tenía una clara oportunidad. El coste de dirigir la Agencia de Investigación de Internet (IRA), la granja de trolls con sede en San Petersburgo creada por el Kremlin para difundir la desinformación durante las elecciones estadounidenses, era de unos 1,25 millones de dólares al mes. Ese fue un pequeño precio a pagar por un notable golpe de política exterior: un presidente estadounidense aparentemente pro-Rusia en Donald Trump, una humillante derrota de Hillary Clinton (a quien el presidente ruso Vladimir Putin había detestado durante mucho tiempo) y, sobre todo, una oportunidad de exponer la democracia estadounidense como disfuncional.… Leer más





