
La parashá de esta semana inicia su relato recordando que en los primeros veinte años de casados, Itzjak y Ribká no habían tenido hijos.
Luego de rezarle al Todopoderoso, Él los bendijo, concibiendo Ribká a los mellizos Esav y Yaacob.
El nacimiento es extremadamente doloroso para Ribká, y Di-s le revela que su sufrimiento es un preludio microcósmico del conflicto que habrá en el mundo entre las dos grandes naciones: Edom-Roma e Israel, descendientes de sus mellizos.
Esav nace primero, y trata de prevenir el nacimiento de Yaacob, pero Yaacob se agarra del talón de Esav y emerge al mundo.



