La revelación de la muerte de al-Masri a manos de Israel y los Estados Unidos es algo que una gran parte del mundo islámico acogerá con satisfacción, ya que ayuda a trascender el miedo a las organizaciones terroristas suníes y demuestra que Irán puede ser vencido en su propio terreno.
El 7 de agosto, dos pistoleros en motocicletas dispararon a un sedán blanco Renault L90 en el acaudalado suburbio de Pasdaran, al norte de Teherán. Los informes iniciales identificaron a los muertos en el vehículo como el profesor de historia libanés Habib Daoud y su hija de 27 años, Maryam.