Abraham Zacuto, el brillante astrónomo que asesoró a Cristóbal Colón

Fuente: Grupo de Facebook Personalidades judías de todos los tiempos. Compilado por Raúl Voskoboinik.

Abraham ibn Samuel Zacuto fue probablemente la figura más importante entre los científicos judíos españoles de los siglos XV y XVI. Fue el último exponente de la riquísima tradición astronómica andaluz. A fines de 1486 entregó a Cristóbal Colón las “Tablas Astronómicas” que había creado y que fueron imprescindibles para que Colón pudiera llegar hasta América. 

Nació en 1452 en Salamanca, proveniente de una familia de origen francés que había emigrado hacia el reino de Castilla tras la expulsión de los judíos de Francia en 1306. Creció en la misma ciudad, siendo educado por su padre, el rabino Samuel Zacuto y por el rabino Isaac Aboab. Estudió la Torá y el Talmud, así como también la Cábala. Posteriormente estudió Astronomía en la Universidad de Salamanca.

Recibió desde su nacimiento una sólida educación judía como discípulo de los rabinos Isaac Campantón e Isaac Aboba, adquiriendo simultáneamente una formación secular.

Se interesó por la medicina, las matemáticas y la astronomía, ciencias que lo llevarían ya en su juventud, a convertirse en una figura destacada incluso para los jóvenes eruditos no-judíos de su época, pues muy pronto se conoció su fama de excelente matemático y astrónomo. Impartió clases de estas materias a un círculo de eruditos de la ciudad, entre los que parece ser se encontraba el mismo obispo Gonzalo de Vivero quien actuaría posteriormente agradecido a sus enseñanzas como su mecenas y protector.

Escribió varias obras por orden de su protector, siendo la principal de ellas el “Tratado de las influencias del cielo”. Debido a la ausencia de una gran biblioteca, Zacuto tuvo que escribir todo prácticamente de memoria durante su estancia en Gata.

Después de vivir un tiempo en Zaragoza, donde impartió varias enseñanzas y realizó importantes observaciones astrológicas que se reflejarán en sus estudios sobre las estrellas fijas. 

Retorna a su ciudad natal, Salamanca, en cuya Universidad, el hecho más importante en el siglo XV había sido la creación de la cátedra de Astrología en 1460, concentrando en torno a ella las tendencias y tradiciones científicas más variadas, sumado todo en perfecta simbiosis con las corrientes de pensamiento de corte humanista. 

En esta cátedra salmantina se encuentra Abraham Zacuto cuando publica varias obras fundamentales para la navegación astronómica, pero también para la reforma del calendario. Hablamos de su obra principal de astronomía escrita en hebreo titulada “Hajibur Hagadol” o “Compilación Magna”, que utiliza el año 1473 y se centra fundamentalmente en el cálculo de las oposiciones del sol y la luna, básicas para el calendario judío, y derivadas de la tradición hebrea del sur de Francia y al que añade una serie de tablas para el cálculo de las longitudes planetarias. 

Por otra parte. Con el título de «Almanach Perpetuum» ve la luz otra obra, constando de dos partes: las tablas astronómicas propiamente dichas y unos cánones en los que explica las razones que le llevaron a escribir la obra.

La utilidad más importante de la astronomía para los judíos, es la de señalar la aparición de la luna nueva que indica el comienzo del sábado, su día sagrado, además del principio del año nuevo y otras festividades. 

Estas tablas de Zacuto constituyen un auténtico almanaque, con las composiciones de los planetas a intervalos de un día, o unos pocos días en cada uno de los años del ciclo de cada planeta.

A fines de 1486 recibió Zacuto en Salamanca a Cristóbal Colon, quien por medio de su discípulo Vecinho le había solicitado las “Tablas Astronómicas” necesarias en aquél entonces para la navegación.

El proyecto de Colón había sido rechazado anteriormente por los Reyes Católicos, pero Zacuto le dio aliento y ánimo para perseguir su sueño. Le entregó las “Tablas” y le aconsejó pedir una nueva audiencia con Don Fernando e Isabel y mostrarle las tablas. Finalmente, los Reyes Católicos recibieron nuevamente a Colón quien llevó las tablas de Zacuto y ahora sí los pudo convencer y le dieron la aprobación para la expedición. 

Zacuto siguió aconsejando a Colón hasta la salida de su expedición de Palos, el viernes 3 de agosto de 1492, no es pues de extrañar, que el descubridor del Nuevo Mundo, hablara posteriormente con elogios de este astrólogo.

La vida de Abraham Zacuto tuvo también sus dificultades, siendo en 1492 uno de los ciento veinte mil judíos que se veían obligados a emigrar de España por el edicto de expulsión de los Reyes Católicos. Dada su sabiduría recibió promesas de honores y riquezas si abandonaba su fe judía y abrazaba el cristianismo. Sin embargo, como era ante todo un judío devoto, y su fe, la Torá y sus preceptos, le eran más preciados que su vida misma, no aceptó.

Zacuto nunca se había alejado de su religión, y a pesar de sus múltiples ocupaciones, siempre había encontrado tiempo para enseñar el Talmud a sus hermanos como lo hizo en Salamanca y Zaragoza.

Resistiéndose a salir de España, se refugió en Gata, protegido por D. Juan de Zúñiga, Gran Maestre de la Orden de Alcántara, donde finalizaría su trabajo más explícitamente astrológico, que fue escrito totalmente en hebreo y así ratificaba su origen y creencias. Se llamó el “Tratado de las Influencias del Cielo y Juicio de los Eclipses”. 

En esta obra insiste en las ideas de que la astronomía era fundamental para la medicina por la creencia de que la posición de las estrellas influían en cada una de las partes del cuerpo, lo cual ayudaba a determinar los pronósticos de las enfermedades. Es igualmente en esta obra donde se refiere a las estrellas fijas, además de los datos astronómicos que incluye en ellas, resultando un texto que sorprende por su exquisitez geométrica.

En 1492, tras la expulsión de los judíos de España, buscó refugio en Portugal, donde fue nombrado Historiador y Astrónomo Real por el rey Juan II, cargo que mantuvo durante el reinado de Manuel I. Asesoró y tuvo una clara influencia en la planificación de los viajes de Vasco de Gama para llegar a la India.

A pesar del éxito obtenido en ese breve espacio de tiempo en la corte portuguesa, no pudo escapar a las persecuciones decretadas por D. Manuel I contra los judíos.

Hacia 1497 Zacuto abandonó Portugal para escapar de las conversiones forzosas y se instaló en Túnez tras un viaje en el que fue encarcelado en dos ocasiones. Allí completó algunas de sus obras y se dedicó a la enseñanza, pero, ante la posibilidad de que los españoles conquistarán Túnez, Zacuto abandonó el país dirigiéndose a Turquía en 1515.

Actualmente la biblioteca del Campus de Ciencias en la Universidad de Salamanca lleva el nombre “Biblioteca Abraham Zacut”.

Además, frente a ella hay un edificio construido sobre el solar que ocupó la sinagoga antes de la expulsión de los judíos y en él está ubicada la sección de matemáticas de la Facultad de Ciencias. En su interior, en una placa puede leerse una frase que proviene de dicha sinagoga. La frase reza así: “El ruido no hace bien; el bien no hace ruido”.

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