Documental confronta el costo del «Santo Silencio» del Papa Pío XII durante el Holocausto

Estrenada el 21 de enero, antes de la inminente apertura de los Archivos Secretos del Vaticano de 1939-1958, la película ofrece un contexto histórico de las 17 millones de páginas de documentos que se harán públicos.

El año pasado, el Papa Francisco anunció que el 2 de marzo de 2020 abriría los Archivos del Vaticano del pontificado de Pío XII. Es una gestión largamente esperada, ya que la falta de acción de Pío XII para salvar vidas judías durante el Holocausto ha estado envuelta en controversia durante décadas. De hecho, la canonización de Pío XII se ha retrasado – o posiblemente totalmente anulado – debido a interrogantes sobre su renuencia a usar la influencia moral de la Iglesia durante este oscuro período.

«La Iglesia no teme a la historia», proclamó el Papa Francisco en su anuncio oficial de la apertura programada de los archivos.

Los empleados de los archivos del Vaticano, liderados por el obispo Sergio Pagano, prefecto de los Archivos Secretos del Vaticano, se han preparado durante años para esta apertura anticipada (los archivos generalmente se abren 70 años después del final de un pontificado). Además de los Archivos Secretos del Vaticano (recientemente renombrados como Archivos Apostólicos del Vaticano), se abrirán otros archivos del pontificado de Pío XII de 1939 a 1958. A los académicos les llevará años revisar las aproximadamente 17 millones de páginas de documentos que se espera se hagan públicos.

Mientras tanto, el público puede aprender más sobre los antecedentes históricos de los eventos reflejados en estos documentos, de una nueva película, «Holy Silence (Santo Silencio)«, que se estrenó mundialmente el 21 de enero en el Festival de Cine Judío de Miami.

El cineasta Steven Pressman comenzó a trabajar en «Santo Silencio» en 2017 sin saber de la posible apertura de los Archivos Secretos del Vaticano. Sin embargo, obviamente está satisfecho con la favorable sincronización con la finalización y estreno de la película.

«Para ser honesto, me desperté esa mañana [2 de marzo de 2019] con la noticia sobre la apertura de los archivos [en un año] y sentí pánico… Pero luego me di cuenta de que el momento era realmente bueno y que soy muy afortunado”, dijo Pressman a The Times of Israel.

Pressman, que vive en San Francisco, tuvo éxito con su primer documental de la era de la Alemania nazi, «50 Children (50 Niños)», pero desconocía, mayormente, la posición del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial. Descubrió que el tema de Pío XII y el Holocausto había sido cubierto a fondo en libros, pero no en películas.

Pressman, de 64 años, contactó a muchos de los diversos autores como parte de su investigación. Los comentarios de al menos una docena de estos académicos, periodistas y miembros del clero se entremezclan a lo largo de la película con partes de material de archivo y varias recreaciones dramatizadas.

Para proporcionar un marco distintivo para «Santo Silencio», Pressman acentuó el ángulo estadounidense de la historia. Se centra en figuras estadounidenses – clérigos, oficiales y políticos – que intentaron influir en el Vaticano durante la década de 1930 y durante la guerra. Pressman también examina la influencia del antisemitismo doméstico, como la del p. Charles Coughlin sobre los católicos estadounidenses y sobre las relaciones estadounidense-europeas.

La principal pregunta planteada por «Santo Silencio» es si Pío XII hizo todo lo posible para oponerse a la Alemania nazi y salvar a los judíos. La respuesta es, claramente, no, basada en la mayoría de los puntos de vista expresados ​​por los expertos entrevistados.

«Estaba decidido a no hacer una película que apareciera únicamente como un ataque contra la Iglesia Católica, aunque critica a Pío XII», dijo Pressman.

En «Santo Silencio», la Dra. Suzanne Brown-Fleming, directora de programas académicos internacionales en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos y autora de «El Holocausto y la conciencia católica» afirma que a los líderes nazis no les hubiera importado lo que dijera el Papa. Sin embargo, Pío XII podría haber hecho más para elevar la conciencia moral de los ciudadanos del Reich.

«Estoy pensando en esos 21 millones de alemanes católicos que tuvieron que cooperar y apoyar al régimen nazi para que funcione a nivel cotidiano. Tal vez se habrían comportado de manera diferente. Quizás habrían albergado a una familia judía. Tal vez habrían respondido de manera diferente a una orden en el campo de batalla, o habrían reaccionado frente al matón nazi en su vecindario, o cuando su propia iglesia estaba siendo atacada», dice Brown-Fleming en la película.

¿Una decisión pragmática?

El papa creía que los nazis ganarían la guerra y controlarían la mayor parte de Europa como resultado. Por lo tanto, no escuchó los pedidos estadounidenses de que apoye a los Aliados. En sus declaraciones públicas y discursos de radio, el pontífice denunció la violencia y expresó su pesar por sus víctimas, pero no mencionó explícitamente a los judíos. En un discurso, suplicó a los combatientes que no bombardearan los tesoros artísticos y arquitectónicos de Roma y la Ciudad del Vaticano, pero no expresó mucha preocupación por proteger a las personas.

La película indica que actualmente no hay evidencia clara de que el Vaticano advirtiera a los judíos de la inminente deportación cuando Alemania ocupó Italia en 1943, o que el Papa haya emitido una directiva a las instituciones católicas de proteger a los judíos. En una ocasión, el 16 de octubre de 1943, 1.259 judíos fueron arrestados a pocos metros de la Ciudad del Vaticano.

Pío XII veía su papel como el de pacificador. En una misiva al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, escribió: “Como vicario en la tierra del Príncipe de la Paz, hemos dedicado nuestros esfuerzos y nuestra preocupación al propósito de mantener la paz y luego restablecerla. Sin prestar atención a la falta momentánea de éxito y las dificultades involucradas, continuamos siguiendo el camino marcado por nuestra misión apostólica”.

Sin embargo, hay una segunda pregunta igualmente importante planteada, que es si la historia hubiera sido diferente si el predecesor de Pío XII, Pío XI, no hubiera muerto en febrero de 1939 mientras estaba a punto de presentar un borrador de encíclica denunciando el racismo y el antisemitismo en una asamblea de los obispos.

Pío XI, quien tuvo un cambio de actitud tarde en la vida sobre enfrentar el antisemitismo y el fascismo, a lo largo de las décadas de 1920 y 1930 se basó en el consejo de su secretario de estado, el cardenal Eugenio Pacelli – quien más adelante se convirtió en el Papa Pío XII. Pacelli había vivido y representado al Vaticano en Alemania durante muchos años, y por lo tanto tenía una afinidad por el país.

«No había evidencia de que Pío XII fuera antisemita, pero era claramente pro-alemán», dijo Peter Eisner, periodista y autor de «La última cruzada del Papa: cómo un jesuita estadounidense ayudó a la campaña del Papa Pío XI para detener a Hitler».

En la primera mitad de «Santo Silencio», Pressman cuenta cómo Pío XI convocó en secreto en 1938 a un sacerdote jesuita estadounidense llamado John LaFarge, conocido por su activismo contra el racismo y el antisemitismo. El Papa le pidió a LaFarge que redactara una encíclica que contrarrestara efectivamente todo lo que Hitler y la Alemania nazi representaban. LaFarge lo hizo y se lo dio a un superior jesuita para que lo entregara a Pío XI. En ese momento las cosas se detuvieron; pasaron los meses y LaFarge no supo nada del Papa.

«La mitad del Vaticano estaba en contra de la encíclica», dijo Eisner, al explicar por qué tardó tanto en llegar al escritorio de Pío XI.

Pío XI murió el 10 de febrero de 1939, inmediatamente antes de revelar su encíclica a los obispos y presionar para su adopción. Pío XII fue elegido, y de acuerdo con «Santo Silencio», el borrador de la encíclica fue destruido.

Una historia digna de Sherlock Holmes

Pero esto no es exactamente lo que sucedió. Eisner le dijo a The Times of Israel que a principios de la década de 1970, un sacerdote jesuita que trabajaba en los archivos de la Universidad de Georgetown que dejó LaFarge después de su muerte en 1963 descubrió un borrador de la encíclica. Luego, en 1995, se publicó un libro en Francia basado en el documento descubierto.

Sin embargo, cuando Eisner fue a buscar la encíclica en Georgetown, no estaba allí. Lo descubrió en el Boston College. Un sacerdote llamado Edward Stanton había tomado prestados los archivos de LaFarge de Georgetown en la década de 1980 y había sufrido un ataque cardíaco fatal antes de devolverlos.

«Encontré el borrador original en inglés y una carta de LaFarge al Papa Pío XI preguntando qué estaba pasando con el mismo», dijo Eisner.

Después de la elección de Pío XII, se le ordenó a LaFarge destruir el borrador de la encíclica y no contarle a nadie sobre ella. Se mantuvo en silencio durante muchos años, pero en los meses previos a su muerte, contó a sus colegas jesuitas toda la historia.

Según Eisner, las versiones alemana y francesa del borrador de la encíclica también sobrevivieron en los archivos del Vaticano, pero toda la documentación que rodea la redacción y los planes para el documento fueron destruidos.

La encíclica puede haber salvado «quizás millones de vidas»

Eisner no es el único que cree que Pío XI habría emitido la encíclica, y que podría haber hecho una gran diferencia, al menos para algunos judíos europeos.

Después de revisar lo que se conoció como «La encíclica oculta», el National Catholic Reporter publicó un editorial el 15 de diciembre de 1972 que decía: «Teniendo en cuenta que Hitler recién había comenzado a avanzar hacia la persecución a gran escala de los judíos, y aún no había comenzado el planeado exterminio; considerando que Italia recién había comenzado a copiar las leyes raciales de Alemania; considerando la persecución de los judíos a lo largo de la historia; considerando la dificultad, especialmente en Europa, de lanzar un ataque similar a gran escala contra los católicos; y considerando el peso moral del papado, especialmente en ese punto de la historia – considerando todo esto, debemos concluir que la publicación del borrador de la encíclica en el momento en que fue escrito podría haber salvado cientos de miles, quizás millones de vidas».

Por supuesto, nunca sabremos con certeza qué hubiera sucedido. Pero la apertura del Archivo Secreto del Vaticano del pontificado de Pío XII con suerte proporcionará respuestas a preguntas que los eruditos no han podido responder hasta ahora.

Brown-Fleming es parte de un equipo de cinco miembros del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos que se dirigirá a Roma a partir del 2 de marzo. Tiene muchas preguntas, pero en su mayoría se reducen a lo que el Papa Pío XII y la Santa Sede sabían, ¿cuándo lo supieron, y qué hicieron al respecto?

La falta de acción del Papa ya habla más que las palabras en los 17 millones de documentos que pronto se harán públicos, pero sin duda habrá información matizada para ampliar y profundizar nuestra comprensión de lo que realmente sucedió.

Quizás los historiadores descubrirán la verdad: ¿Pío XII estaba solo protegiendo a la Iglesia, o estaba motivado por un ánimo antisemita? Es una pregunta sobre la que personas de todas las religiones pueden especular mientras ven la película de Pressman y reflexionar sobre el costo de permanecer en silencio.

Fuente: The Times of Israel 

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