El discurso completo del Rey Felipe VI de España en Jerusalem

Un mensaje firme contra el odio, un compromiso por combatirlo.
Y un final emocionante, en hebreo.

El monarca habló en nombre de todos los líderes internacionales, en la cena de Estado ofrecida por el Presidente de Israel Reuven Rivlin a los invitados al acto conmemorativo del 75° aniversario del cierre de Auschwitz en Yad Vashem
Es un gran honor-que me provoca humildad- dirigirme a vosotros esta noche, al reunirnos para el V Foro Mundial del Holocausto de mañana. Es una reunión destacada de líderes mundiales comprometidos con la memoria, con una causa justa y con una obligación moral.
Gracias Presidente Rivlin.Y gracias por sus sabias palabras, que siempre son una fuente de inspiración.
Estoy seguro que cada uno de nosotros aquí tendría pensamientos para expresar en este evento histórico. Yo sólo trataré modestamente de condensar algunos de ellos, con la esperanza que os sintáis representados.
75 años después, el mundo no olvida, el mundo aún recuerda y se compromete a estar vigilante. Esto es lo que esta reunión impresionante hoy aquí ha decidido proclamar con firmeza y claridad.
Nuestro gran pensador judío Moisés Maimónides, nacido en Sefarad, en la ciudad de Córdoba, escribió en aquella Edad Medio, siguiendo los pasos de otros grandes pensadores: “Todos los grandes males que los hombres se causan entre sí, se original en la ignorancia”. Indudablemente, la Humanidad ha sufrido sus horas más oscuras cuando millones de vidas inocentes de muchos ámbitos de la vida e innumerable comunidades fueron hechos desaparecer abruptamente por el odio ciego, perverso e ignorante.
Es que no hay mayor mal que el derivado de ignorar que todas las mujeres y hombres son iguales y que cada ser humano ha sido receptor de la mayor dignidad. No hay mayor irresponsabilidad que sentirse superior a otros, cuando la gente se cree con derecho a discriminar, a aceptar la intolerancia o promover el resentimiento hacia otros por ganancias políticas, extremismo político u odio racial.
 Podemos hallar el remedio a tal desprecio malicioso e inmoral de la dignidad del “otro”, ante todo y por sobre todo, en el ejemplo de aquellos que sufrieron de su enemistad asesina. (…) Y mañana en Yad Vashem tendremos el honor de encontrarnos con algunos de los sobrevivientes de los campos de la muerte.
 Durante décadas, estos hombres y mujeres nos han iluminado sobre la importancia de mantener viva la memoria de su terrible experiencia. Olvidar la Shoa no sólo sería un deshonor a la memoria de millones de víctimas, sino que también sería extremadamente peligroso.
Sin embargo, bien sabemos que a pesar del profundo esfuerzo de quienes nos dieron-o aún nos dan también hoy- su testimonio personal (o el de sus familiares), de la poderosa inspiración que ello significa para nosotros, solamente recordar, desafortunadamente, no es suficiente. También sabemos que la barbarie puede crecer cuando menos se le espera, inclusive en medio de tecnología avanzada y de cultura. Nunca estamos plenamente a salvo de ella, y en diferentes grados, vemos aún hoy cómo golpea fuerte en distintas partes de nuestro mundo.
Es claro que no podemos mirar hacia el otro lado. Debemos perseverar en la implementación, la enseñanza y la vida misma de acuerdo a los principios y valores de la Declaración Internacional de Derechos Humanos.
Hemos venido hoy Señor Presidente, no sólo para presentar nuestro respeto por los sobrevivientes y nuestra repugnancia por lo ocurrido-hace no tanto- en Auschwitz-Birkenau y muchos otros sitios.
Estamos aquí también-quizás primordialmente- para mostrar nuestro inquebrantable compromiso a dedicar todos los esfuerzos necesarios en nuestros respectivos países, a la lucha contra la intolerancia ignorante, el odio y la total falta de empatía humana que hicieron posible el Holocausto. Porque prevenir esa enfermedad de la civilización, es una responsabilidad colectiva, pero también individual. No puede haber lugar para la indiferencia ante la presencia del racismo, la xenofobia, el discurso de odio y el antisemitismo.
Penosamente, somos testigos hoy en día de un aumento en los despreciables ataques a judíos en diferentes partes del mundo. Tantas veces en la historia, la animosidad contra judíos ha demostrado, vergonzosamente, ser un síntoma y un claro ejemplo de intolerancia y aversión hacia otros diferentes.
Teniendo un pasado judío rico y complejo y una comunidad judía vibrante, España ha decidido crear un marco sólido de reglas e iniciativas para combatir sin descanso el antisemitismo y toda forma de xenofobia y racismo. Hay, por supuesto,  muchas otras naciones-tanto aquí presentes como otras-que están realizando esfuerzos similares y avanzando en ello.
Pero aunque yo me mantengo optimista, sé-todos lo sabemos- que siempre necesitaremos perseverar juntos a fin de que esas palabras, tantas veces repetidas, “nunca más”, sigan siendo nuestra guía y nuestro principio perenne.
Nunca más, Leolám lo Od.

El Rey Felipe VI y el Presidente Rivlin   Ana Jerozolimski

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