El laberinto ucraniano

Por Ricardo López Göttig

 

Vladímir Putin y su gobierno intentan mostrar acción y presencia ante la proximidad del invierno y un frente de guerra muy estancado. ¡Qué lejos quedaron aquellas imágenes, tan pocos meses atrás, de una larga columna de sesenta kilómetros de blindados militares avanzando hacia Kiev en forma amenazadora! Aun cuando la guerra –que el régimen de Putin insiste en llamar “operación militar especial”- se terminó concentrando en las regiones costeras al Mar Negro para asegurar todavía más la ocupación de Crimea, y en las regiones del este de Ucrania, hubo suficiente empuje de la contraofensiva ucraniana para recuperar la región de Jarkiv y la ciudad de Jersón durante el segundo semestre.

En esta exposición de hiperactividad, el ministro ruso Sergei Shoigu, de Defensa, viajó a visitar las tropas rusas en el frente de combate. Pocos días atrás, Vladímir Putin se mostraba con los jefes militares. Y hoy lunes, se reúne Putin con su par Lukashenko, de Bielorrusia, que es de facto un país ocupado con miles de soldados rusos desde las elecciones cuestionadas de agosto de 2020. Además de los ataques continuos a la infraestructura de servicios en Ucrania –energía eléctrica, agua, calefacción- con el uso de drones, con el propósito de desmoralizar a la población, desde Rusia se divulgó la noticia de que se comprarán seis mil drones a la República Islámica de Irán, a fin de incrementar las incursiones aéreas bélicas. El uso de este tipo de tecnología, más allá de su efectividad, también se vincula con la desmoralización e inefectividad de las propias tropas rusas, lo que se hará más notorio en el invierno que ya está comenzando. Mientras los propios “milbloggers” rusos, que crean opinión sobre la guerra en las redes sociales, exigen resultados más rápidos y efectivos, Putin precisa mantener la imagen de fortaleza tras casi diez meses de una guerra que se había presentado como una guerra relámpago.

El viejo recurso de enviar miles y miles de soldados al frente de combate, y ganar a fuerza de cantidades de muertos, ya no sirve en el 2022: la opinión pública tiene peso y se informa, cada vez más, a través de redes diferentes a la televisión y la prensa escrita. Tal como ocurrió con los zares, que a pesar de la autocracia perdieron varias guerras en forma humillante, Putin quizás se haya enzarzado en un conflicto del que no logra escapar airoso, un laberinto ucraniano que él mismo creó.