La relación entre religión y sexualidad

Varía enormemente en el tiempo entre unas y otras épocas, así como entre distintas civilizaciones o las normas sociales, los estándares de conducta de las sociedades en cuanto a la sexualidad, suelen ligarse a creencias religiosas de una u otra religión.

De acuerdo con esto, la mayor parte de las religiones han visto la necesidad de dirigir la cuestión de un papel “propio” de la sexualidad en las interacciones humanas. Diferentes religiones tienen diferentes códigos de moral sexual, que regulan la actividad sexual o asignan valores normativos a ciertas acciones o pensamientos cargados de contenido sexual.

Los puntos de vista entre religiones y creyentes individuales discrepan ampliamente, incluso dentro de los que se adhieren a la misma doctrina particular; desde el concepto que demoniza al sexo y la carne, como uno de los enemigos del alma, a la creencia (propia de varias religiones orientales y religiones africanas) de que el sexo es la más alta expresión de lo divino (numinoso en la terminología de Mircea Eliade). Estos conceptos teológicos no se traducen automáticamente en una mayor o menor relajación de costumbres, que en cada civilización tienen su expresión en las muy diferentes formas de matrimonio y de otras relaciones interpersonales institucionalizadas o no, tal como las estudia la antropología cultural.

Algunas religiones distinguen entre las actividades sexuales que se practican para la reproducción biológica (algunas veces permitidas tan solo dentro del estatus marital formal y a cierta edad (edad núbil o de consentimiento)), y otras actividades practicadas para el placer sexual, que se califican de inmorales.

Religiones abrahámicas y sexualidad

Sexualidad entre sexos diferentes, y específicamente la procreación se ve usualmente como el ideal de las religiones abrahámicas, que ensalzan las relaciones monógamas y heterosexuales con la institución sacralizada del matrimonio. En concreto el Antiguo Testamento cristiano o el Tanaj judío prohíben el adulterio y el contacto sexual durante el periodo de la menstruación (niddah).

Judaísmo y sexualidad

El punto de vista “religioso” sobre la sexualidad presentado como proveniente de una “tradición judeocristiana” suele tergiversar el punto de vista del judaísmo sobre la sexualidad. Muchas actitudes del cristianismo con respecto a la sexualidad son completamente opuestas a las actitudes del judaísmo.

Si hay algo que diferencia las percepciones clásicas del judaísmo y el cristianismo es la actitud hacia la sexualidad y la categoría del cuerpo. A diferencia del cristianismo, en el judaísmo no existe una vergüenza por el cuerpo. El judaísmo no es ajeno a la afirmación y celebración del cuerpo y el alma. En el judaísmo no existe un recinto sagrado, como sucede en la iglesia. En la sinagoga se puede hablar de cualquier tema.

El Antiguo Testamento, a diferencia del Nuevo Testamento, no lanza una prohibición general sobre la sexualidad, sino solamente sobre determinados actos como la homosexualidad masculina, el bestialismo y la sodomía. Incluso ensalza el amor conyugal en el Cantar de los cantares.

El papa Inocencio III, al igual que Pedro Lombardo (teólogo escolástico, filósofo y obispo del siglo XII), sostenían que el Espíritu Santo se ausenta de una habitación cuando una pareja casada mantiene relaciones sexuales, incluso si lo hacen con el objetivo de reproducirse, pues el acto sexual avergüenza a Dios. ​ A esa creencia se debe la tradición de no mantener relaciones sexuales los viernes, en recuerdo de la muerte de El Salvador, el sábado por la Virgen María y el domingo por la Resurrección.Sin embargo, esta última creencia no tienes bases bíblicas. Es por esto que hay diferentes corrientes cristianas. El judaísmo afirma que cuando un esposo y su esposa se unen carnalmente en santidad, allí mora la presencia divina. Por eso el shabat, el sábado, es el mejor día para recordar la libertad y la creación haciendo el amor.

El judaísmo no le otorga valor ni a la virginidad ni a la castidad de los cónyuges: una mujer es virtuosa para el judaísmo si tiene una familia numerosa. Los hijos constituyen una bendición.

El pecado original no es el sexo sino el deseo de saber: Eva mordió el fruto del árbol del conocimiento.

Al judaísmo, la noción de matrimonio por amor platónico, tan cara al cristianismo, le es completamente extraña. El ideal cristiano del celibato y de la virginidad que aparecen en el capítulo VI y VII de la Primera epístola a los corintios es totalmente ajeno al judaísmo.​La idea de que es mejor evitar el matrimonio o que los viudos no deben volver a casarse, como proponía Tertuliano, o que el matrimonio es una medicina para la inmoralidad como sostenía San Agustín – para quien el acto sexual era un pecado apenas tolerable -, son impensables en el judaísmo. ​

Mateo el Evangelista declaraba que es mejor hacerse eunuco en consideración al cielo. Para el ideal cristiano, el celibato consagrado lleva a Dios, sin trabas de preocupaciones y responsabilidades por la familia humana, esposa o hijos. Solo los solteros están en condición de servir plenamente a Dios.

El ideal judío es el matrimonio. El matrimonio es mucho más que una preocupación privada, es una preocupación cósmica por el futuro de la humanidad. El amor consagrado tiene ese sentido cósmico: perpetuar la especia humana y salvar las chispas de la divinidad alojadas en el mundo.

Sin embargo, la procreación no es el único fin del matrimonio para el judaísmo. No es bueno que el hombre esté solo. Estar solo es, para el judío, una terrible maldición. El placer debe ser compartido. En el judaísmo, el amor ideal con una mujer, es con su cuerpo tanto como con su espíritu.

Una de las señales singulares que diferencian el ascetismo judío del ascetismo no judío, según Gershom Scholem, es la ausencia de la renuncia sexual autoimpuesta. La libido no es condenada, sin la energía de la libido la civilización estaría agotada. Para el judaísmo, un varón o una mujer que, al casarse, hace votos de abstinencia sexual, viola el carácter del pacto matrimonial y ocasiona “tzará d’gufá”, el sufrimiento del cuerpo. La tradición judaica afirma que “simjat ishto”, el placer de su mujer es la obligación moral del marido.

En un tratado del siglo xiii Menorat Ha-Maor (atribuido a Najmánides pero escrito por Israel ibn Nakawa), en el capítulo sobre la santidad de la sexualidad, dice

Que el hombre no considere el acto sexual como algo repugnante porque de este modo blasfemamos a Dios

Un mito judío del Talmud*, del Midrash** y el Zohar Jadash***, refiere que el primer ser humano fue hermafrodita. Adan era varón y mujer a la vez. Dios tomó uno de sus lados para crear el amor, dividió verticalmente al ser bisexuado haciendo de uno un varón y del otro una mujer. El amor es, entonces, la búsqueda del otro porque sin el otro uno permanece como medio ser:
“Por lo tanto abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”.

*Talmud, obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas. Es un inmenso código civil y religioso, elaborado entre el siglo III y el V por eruditos hebreos de Babilonia y la Tierra de Israel.​

**Midrash, término hebreo que designa un método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá.

***Zohar Jadash, es una colección de manuscritos que se encontraron que contenían material relacionado con el Zohar pero que no estaba incluido en las ediciones impresas de la obra.

La castidad no es un estado deseable para un judío: “Aquel que permanece soltero, se encuentra sin alegría, sin bendición, sin bondad, sin Torá, sin protección y sin paz” (Yebamot 62).

No se permiten las relaciones sexuales con personas de otra religión porque para tenerlas hay que estar casado. Aunque si una mujer judía se casa con un varón gentil (no judío) sus hijos siguen siendo judíos debido a la ley del vientre. El judaísmo prohíbe las relaciones sexuales con personas fuera del matrimonio y mantiene la letra de la escritura bíblica en relación con el matrimonio, incluyendo la observancia de la niddah (prohibición de relaciones sexuales en un periodo que incluye la menstruación). Se debe practicar el tzniut, que exige modestia en el vestir y en el comportamiento, y además se contempla como graves pecados el incesto y la homosexualidad masculina, no así la femenina.

 El judaísmo permite un divorcio relativamente libre, aunque el judaísmo ortodoxo y el judaísmo conservador requiere una ceremonia (get o divorcio religioso) para su reconocimiento a efectos religiosos. Ramas más liberales del judaísmo han adoptado una perspectiva más acomodada a la cultura secular general contemporánea.

La actividad sexual cuyo propósito no es la procreación está permitida dentro del matrimonio, pero el adulterio es considerado un grave pecado. El aborto está permitido cuando está en riesgo la vida de la madre.

El método aconsejado por la mayoría de las autoridades rabínicas es el de la píldora anticonceptiva. ​

Las relaciones sexuales están prohibidas durante el ciclo menstrual de la mujer.

 Las mujeres no tienen obligación de mantener relaciones sexuales con el marido, pero él sí tiene esa obligación si ella se lo exige.

Niveles de modestia requeridos según el judaísmo ortodoxo

Hay varios niveles de observancia de modestia física y personal (tzniut) según el judaísmo ortodoxo, como se derivan de varias fuentes de la halajá*. La observancia de tales reglas varía de la obligatoriedad a la recomendación o aspiración, a través del espectro de la observancia de esta rama del judaísmo.

*Halajá, cuerpo colectivo de reglas religiosas judías, extraídas de la Torá Escrita y Oral. Incluye los 613 mitzvot, la subsecuente ley rabínica y talmúdica, y las costumbres y tradiciones compiladas en el Shulján Aruj.

Se prohíbe:

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  • Albergar pensamientos inmorales o lascivos.
  • Mirar imágenes o escenas que despierten la sexualidad.
  • Tocar personas del sexo opuesto, especialmente de forma persistente (es un punto de disputa entre rabinos).
  • Vestir ropa del sexo distinto al propio.
  • Tener contacto sexual o incluso tocar al cónyuge durante la niddá (‘menstruación’) o hasta que la mujer no se halla inmersa en un mikvá (es el espacio donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo. Se trata de un contenedor de agua donde una persona pueda sumergirse completamente. La Mikve no puede estar llena con agua estancada, sino que tiene que ser agua corriente). después de su término.
  • Estar a solas con una persona del sexo opuesto que no sea el cónyuge o un pariente cercano (yijud).
  • El hotza’at zera levatala (‘derramar el semen en vano‘). Esta prohibición de la masturbación está restringida a la eyaculación, y por tanto no prohíbe la masturbación femenina.
  • El sexo entre mujeres (lesbianismo), o con cualquier tipo de animal (bestialismo), o con cadáveres (necrofilia); también prohíbe las relaciones entre hombres.
  • El uso del preservativo en la relación sexual (no obstante, se permite el uso de la pastilla anticonceptiva en el género femenino).

Se requiere:

  • Mantener el propio cuerpo vestido con ropa respetable, aun en tu propio hogar. En el caso de las mujeres, deben usar pollera por debajo de la rodilla, manga tres cuartos y sin escote.
  • Evitar la compañía de desconocidos y evitar lugares con ambiente frívolo o depravado.
  • Que los hombres y mujeres estén separados durante la oración, la danza y en ciertas ocasiones (mejitza).

El judaísmo ortodoxo también mantiene una fuerte prohibición del matrimonio mixto o relaciones sexuales entre judíos y personas de otras religiones, así como relaciones íntimas fuera del matrimonio.

Los judíos ortodoxos tienden a tener una tasa de asimilación menor que sus correligionarios conservadores o reformistas. La National Jewish Population Survey de 1990 indicaba que de entre todas las confesiones judías, los ortodoxos tenían la menor tasa de matrimonios interconfesionales en la categoría de entre 18-39 años (3 %) frente a la categoría de más de 40 (10 %), comparados con el 37 % frente al 10 % de los conservadores, el 53 % frente al 10 % de los reformistas, y el 72 % frente al 39 % de los judíos seculares.​Un informe del Jerusalem Center for Public Affairs muestra que el judaísmo ortodoxo ha doblado entre los afiliados a sinagogas en los Estados Unidos, desde el 10% de 1990 al 21.8% de 2001, y que la mayor parte del crecimiento corresponde a los más estrictos haredi, como opuestos al moderno judaísmo ortodoxo. Se especula que esta tendencia puede estar relacionada con una tendencia general hacia un mayor tradicionalismo social y religioso, además de ser consecuencia de un matrimonio a edad más temprana y unas mayores tasas de natalidad en las familias más ortodoxas, ambos extremos consistentes con un comportamiento sexual más tradicional.​Solo el judaísmo ortodoxo entre todas las confesiones judías, conserva las relativamente duras condiciones tradicionales para el divorcio, incluyendo la prohibición bíblica de que un kohen (sacerdote descendiente de Aarón) se case con una divorciada o con una mujer que se haya visto involucrada en algún tipo de conducta sexual inadecuada. Estas rigideces, aunque se observan, son consideradas generalmente como asuntos de estatus personal más que de moralidad. En cuanto al reconocimiento religioso del divorcio, se requiere el get (documento de divorcio religioso).

Según el judaísmo conservador

El judaísmo conservador, consistente con su concepción general de que la Halajá (ley judía) es una guía para la vida judía pero sujeta a revisión periódica por el Rabinato, ha levantado algunas de las condiciones más estrictas observadas aún por el judaísmo ortodoxo. En particular, en diciembre de 2006, el conservador CJLS (Committee on Jewish Law and Standards: Comité sobre leyes y normas judías) adoptó unos responsum que presentaban puntos de vista diametralmente opuestos sobre el tema de la homosexualidad. Una de las varias opiniones admitidas restringía la previa prohibición de conducta homosexual únicamente al coito anal entre varones, que se declaraba como la única prohibición bíblica, mientras que se declaraba que todas las otras prohibiciones (por ejemplo: sexo oral entre varones o sexo lésbico) eran rabínicas, y levantaba todas las restricciones rabínicas basadas en su interpretación del principio talmúdico de Kevod HaBriyot (‘dignidad humana’). Mientras se declinaba desarrollar una forma de matrimonio gay religioso, se permitía bendecir las uniones gay y lésbicas y se ordenaba abiertamente que los rabinos gais y lesbianas consintieran en no mantener relaciones sexuales que implicaran penetración anal entre varones.

También se adoptaron dos opiniones tradicionalistas, una que mantenía todas las prohibiciones tradicionales de actividad homosexual, también adoptada como opinión mayoritaria, y una opinión minoritaria que urgía a los homosexuales que desearan vivir como judíos religiosos que buscaran tratamiento médico. Estas aproximaciones permiten a cada rabino, congregación y escuela rabínica mantener su propia política sobre conducta homosexual. Tal cosa refleja un profundo cambio desde la previa prohibición absoluta de prácticas homosexuales masculinas, y reconoce una amplia divergencia de puntos de vista sobre materia sexual dentro del judaísmo conservador, hasta el punto de reconocer que no hay una única aproximación a tal materia desde esta rama del judaísmo. El judaísmo conservador habitualmente se encuentra en posiciones intermedias entre las opiniones liberales y las tradicionales dentro de la sociedad estadounidense contemporánea, permitiendo ambos puntos de vista.

El judaísmo conservador ha mantenido en sus textos una gran variedad de prohibiciones y requerimientos relativos a la modestia, incluyendo el requerimiento a la mujer casada de observar las leyes de la Niddah (apartarse del sexo durante la menstruación y los días siguientes, y realizar una inmersión en una Mikve antes de reanudar la vida marital) y una prohibición general de toda conducta heterosexual extraconyugal.

El mismo día que el CJLS emitió su responsa sobre la homosexualidad, también hizo lo propio con múltiples opiniones sobre el tema de la Niddah, entre las que se incluía un responsum que levantaba ciertas restricciones tradicionales sobre contactos conyugales durante ese periodo, aunque manteniendo la prohibición de relaciones sexuales. El responsum permisivo sobre la homosexualidad usaba el concepto de Niddah para el movimiento conservador como una analogía para construir la prohibición bíblica contra la conducta homosexual masculina, de modo que levantar tales restricciones afectaba a las posturas rabínicas sobre el tema. Dicho responsum indicaba que una analogía práctica sería aquella aproximación en la que las parejas homosexuales masculinas estarían cumpliendo sus obligaciones al refrenar ciertos actos, de forma similar a lo que las parejas heterosexuales hacen durante la Niddah:

Esperamos de los estudiantes homosexuales que observen las reglas de este responsum en la misma manera que esperamos que los estudiantes heterosexuales observen las reglas del CJLS sobre la niddah. También esperamos que los comités de entrevistas, administradores, estudiantes y facultativos respeten la privacidad y dignidad de estudiantes gays y lesbianas de la misma manera que ellos respetan la privacidad y dignidad de los estudiantes heterosexuales.

El responsum instaba a los jóvenes a no ser promiscuos y a prepararse a sí mismos para el “matrimonio tradicional” si era posible, sin levantar ni reforzar explícitamente las restricciones hacia las conductas heterosexuales no maritales.

Incluso antes de este responsum, las restricciones sobre el sexo prematrimonial han sido sustancialmente ignoradas, incluso dentro de las estructuras religiosas. Por ejemplo, cuando el Seminario Teológico Judío propuso llevar a cabo una política contra la cohabitación fuera del matrimonio de los estudiantes rabínicos en los años 1990, las protestas de los estudiantes que mantenían tales cohabitaciones condujeron a la rescisión completa de dicha política.

El matrimonio mixto está bastante extendido entre el laicado judío conservador, y el movimiento conservador ha adoptado recientemente una política de mayor acogida a las parejas mixtas.

El judaísmo conservador, que venía siendo durante el siglo xx la más extendida de las ramas del judaísmo en los Estados Unidos, está en declive desde los años 1990 (pasando del 51 al 33.1% de los miembros de las sinagogas) en beneficio sobre todo del judaísmo ortodoxo, y en menor medida del reformista. La fractura de la sociedad estadounidense entre puntos de vista sobre la sexualidad u otras materias intensificadamente liberales o tradicionalistas, así como la brecha abierta entre la postura religiosa oficial y la práctica laica general han contribuido a ello.

Según el judaísmo reformista y el judaísmo reconstruccionista

El judaísmo reformista y el judaísmo reconstruccionista no observan ni requieren el cumplimiento de las tradicionales reglas en materia sexual, y han aceptado las parejas no casadas y las homosexuales, celebrando ceremonias de compromiso y matrimonios homosexuales. Son más tolerantes con los matrimonios mixtos, y muchos rabinos de estas comunidades los celebran. Tampoco requieren una ceremonia religiosa de divorcio distinta del trámite civil de divorcio.

Se ha especulado sobre si las actitudes más tolerantes de estas ramas del judaísmo en estos asuntos han contribuido al aumento de su popularidad desde los años 1990 (pasando del 33 al 38% de miembros), sobrepasando al judaísmo conservador y convirtiéndose en la denominación mayoritaria en los Estados Unidos.

Fuente: Wikipedia

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