Muchas iraníes han perdido el miedo, pero ¿estamos ante una revolución?

Las protestas que sacuden Irán desde la muerte el 16 de septiembre de la joven de 22 años Mahsa Amini, tras ser detenida tres días antes por la Policía de la moral por llevar mal el velo, conjuran la revolución liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní.

Entonces, los iraníes se echaron a la calle contra el que sería el último sah de Irán Mohamad Reza Pahlaví, a quien “perdió el desconocimiento de su propio país”, en una revolución que puso fin a 2.500 años de monarquía en Persia.

Kapucinski, afamado periodista y escritor polaco, se encontraba en Irán y asegura que fue testigo del preciso momento en el que “empezó” aquella revolución.

EL MIEDO

En su clásico “El Sha o la desmesura del poder” relata cómo un policía encara a gritos a un hombre en una protesta multitudinaria en la ciudad santa de Qom, pero el manifestante no huye, sino que mira con “descaro” al agente.

“No sabemos si el policía y el hombre de la multitud se han dado cuenta de lo que acaba de ocurrir. De que el hombre de la multitud ha dejado de tener miedo y de que esto es el principio de una revolución”, cuenta Kapucinski.

Ahora no es un hombre, sino una mujer, y más que mirar a los policías quema velos con “descaro” en Qom, Teherán o Shiraz, a pesar del riesgo de arresto -hay miles de detenidos- o de morir -oenegés noruegas sitúan el número de muertos en 108-.

Estos actos de desafío sin miedo se ven ahora a diario: este periodista observó en una céntrica zona de cafés de Teherán como un policía llamó la atención a una mujer sin velo, a lo que ésta respondió enfadada y siguió una fuerte discusión en la que el agente sacó un spray con el que amenazó a la joven.

La mujer no dio un paso atrás y al policía se lo llevaron otros agentes, que dieron la orden de desalojar el área.

Los hombres sin miedo gritaban en 1979 “el sah debe marcharse”, eslogan que comenzó como “una cosa de lo más sencilla para que todos y cada uno la pudieran recordar”, cuenta Kapucinski.

Ahora, las féminas sin miedo entonan “mujer, vida libertad”, también sencillo y fácil de recordar, convertido además en un “hashtag” en redes sociales.

Otros lemas se parecen más. El “muerte al sah” se ha convertido en «muerte al dictador”, en referencia al líder supremo de Irán, Ali Khameneí.

Muchas mujeres, y también hombres, han perdido el miedo pero es ¿suficiente?

TAMAÑO DE LAS PROTESTAS

Kapucinski también presenció “una anchísima y agitada marea humana, que no tiene fin y que fluye por la calle principal desde la madrugada hasta la noche” de gente protestando.

Ahora no hay “mareas humanas”, muy lejos de ello.

Las protestas han ido evolucionando conforme las autoridades han reaccionado: de medianas movilizaciones en docenas de ciudades pasaron a universidades y colegios, y ahora se centran más en pequeñas concentraciones, esporádicas y dispersas.

Pero solo una pequeña parte de la población se ha sumado a las protestas, sobre todo adolescentes y universitarios, que se acostumbraron a ciertas libertades con el expresidente reformista Hassan Rohaní (2013-2021) y rechazan el conservadurismo del actual mandatario Ebrahim Raisí.

En algunas zonas de protestas de Teherán, los conductores hacen sonar sus cláxones en una muestra de apoyo a los jóvenes, pero no se bajan de los coches porque no todo el mundo ha perdido el miedo.

Las llamadas a las huelgas están teniendo poco éxito, más allá del Kurdistán iraní, región de origen de Amini, un factor que fue decisivo hace cuatro décadas a la hora de poner fin a la monarquía.

Algunos trabajadores de algunas compañías petroquímicas se han unido a las protestas, pero se desconoce su alcance.

UN LÍDER

Kapucinski incide en la figura del líder de la revolución y fundador de la República Islámica, el ayatolá Khomeiní, con un “inquebrantable rostro de un hombre de gran determinación, de voluntad implacable y contundente que no conoce la vuelta atrás y, tal vez, ni siquiera la vacilación”.

Ahora no hay líderes que encaucen el enfado de los jóvenes que quieren libertades.

“No hay un líder arriba del todo, por eso no es una revolución”, dice Raffaele Mauriello, iranólogo y profesor titular de Lengua y Literatura Española de la Universidad Allame Tabatabaí en Teherán.

El experto considera que el liderazgo es un factor fundamental para lograr cambios políticos, pero también las ideas revolucionarias, el apoyo de una parte importante de la población o una crisis de legitimidad del Estado con las fuerzas de seguridad, cuestiones que en su opinión ahora no se están dando.

Las protestas no parecen que de momento supongan una amenaza existencial para la República Islámica, pero sí son un desafío de una joven generación, que al fin y al cabo es el futuro del país y que podría ir a más.

“Son las protestas más graves a las que se enfrenta el sistema porque van al corazón de lo que es la República Islámica”, explica un experto con larga experiencia en el país que prefiere mantener el anonimato.

El velo es quizás el mayor símbolo de que la República Islámica fundada por Khomeiní sigue en pie, pero ahora representa la represión para muchos jóvenes.

Kapucinski recuerda como el lema “el sah debe marcharse” sonó al principio como “el grito de un maníaco, de un loco” y que “hicieron falta quince años para que todos pudieran también comprenderlo”.

Hoy muchas mujeres iraníes, y también hombres, comprenden el grito “mujer, vida, libertad”.

“Esto no es aún una revolución, pero podría ser la semilla de una revolución”, dice una joven iraní. EFE

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