Operación de Inteligencia del Servicio Secreto Israelí (Mosad): el secuestro de Adolf Eichmann – Segunda parte

Link de la primera parte:
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Adolf Eichmann fue uno de los que logró entrar a territorio argentino con otra identidad. El Mosad lo descubre a finales de los 50 y se realiza un sociograma político y social de Argentina y, con esto, surge la inquietud de por qué Argentina no extraditaría a un criminal de guerra nazi, concluyendo que el gobierno de Frondizi estaba teniendo planteos militares, que fomentaban la posibilidad de que entre estos habría informadores filonazis que estarían protegiendo a criminales nazis.


Ejecución de la operación

El equipo de espionaje israelí vigiló durante casi dos semanas a Eichmann. A sabiendas de que no podían pedir su extradición oficial, pues, seguramente, esto haría que escapara, el grupo siguió durante varios días al fugitivo nazi, determinando que vivía en el suburbio bonaerense de San Fernando, en una humilde vivienda de la calle Garibaldi: de ahí el nombre con que fue bautizada la operación. El equipo alquiló varios inmuebles: uno para mantener a Eichmann en cautiverio, otro por si todo se complicase en plena capital (para no despertar sospechas) y otro más cerca del aeropuerto para disfrazar a Eichmann y luego sacarlo del país.

La operación tuvo sus momentos de mayor importancia: el 1 de mayo de 1960, cuando un grupo de espionaje israelí perteneciente al Mosad llegó a Buenos Aires, dirigidos por Rafi Eitan y bajo la coordinación de Peter Malkin. No obstante, ese día llegó al país con otro nombre, el cerebro y jefe del servicio secreto israelí, el Mosad, Iser Har’el.

Los agentes secretos israelíes espiaban a Eichman desde un coche alquilado aparcado cerca de su domicilio. Constantemente lo cambiaban para no levantar sospechas. Luego de unos días, conocían sus movimientos y sabían su rutina a la perfección. Eichmann trabajaba como electricista para la automotriz Mercedes Benz, de la que regresaba hacia su casa, indefectiblemente, a la misma hora. Iser Har’el vio en Peter Malkin una muy buena aptitud física para poder apresar al objetivo. Entonces, Harel decide que sea Malkin el primero que tenga contacto físico con el criminal nazi. Para evitar complicaciones, dos agentes más estarían detrás de él en caso de que Eichmann presentara resistencia o huyera; así estarían dispuestos a ingresar a la casa de la calle Garibaldi. Para esto habían ubicado un automóvil modelo estadounidense, alquilado por uno de los agentes a un particular, para transportar a Eichmann a una casa refugio. Dos automóviles más fueron ubicados sobre la ruta 202 simulando averías mecánicas. Tales vehículos debían estar con las balizas prendidas y con los capós abiertos para no despertar sospechas. Para el 11 de mayo, el cansancio físico de los participantes de la operación era notorio, dejando atrás cuatro días de vigilancia a Eichmann; lo que sembró dudas en los mismos sobre si el criminal nazi había cambiado de rutina y si seguía regresando a casa a la misma hora, por el mismo camino y en el mismo servicio de ómnibus de la línea 203.

A las 18:00 del miércoles 11 de mayo de 1960, sonó el timbre que representaba el fin del día laboral para los obreros de la fábrica Mercedes Benz, sitio donde trabajaba Ricardo Klement (Adolf Eichmann). Este accede a una serie de transportes hasta llegar al colectivo 203. Al momento de subir al transporte público el cansancio, producto de la jornada, hace que Eichmann se relaje, causándole una modorra cercana al sueño, lo que le impidió percibir a los pasajeros que tenía a su alrededor. Entre estos había uno que se escondía tras su gorra: era uno de los hombres del servicio de inteligencia israelí que había tomado el colectivo 203 con la intención de seguir a “Klement” tras su descenso del transporte, que se produjo cerca de las 20:20. Cuando Eichmann bajó del colectivo 203, ya habían pasado dos transportes de esa misma línea, lo que generó nerviosismo en el comando que simulaba presentar averías en sus automóviles. En el instante cuando estacionaron sus vehículos para ejecutar el secuestro del exdirigente alemán, un ciclista se detuvo para ofrecerles ayuda (dado que este creía que estaban en problemas), que fue rechazada con firmeza por parte del grupo. Ricardo Klement circulaba sobre la ruta 202, en la zona de San Fernando, como lo indicaba su habitual rutina. Los hombres del Mosad vieron que llevaba su mano al bolsillo, lo que les hizo temer la presencia de un arma. Eichmann no sospechó al ver el vehículo averiado y uno de los agentes (Peter Malkin) se acercó y le dijo en la única frase en español que sabía: “Un momento señor, ¿puedo preguntarle algo?”. Eichmann, que venía con una lámpara de mano se acercó al vehículo. Al iniciar la operación, Malkin llevaba cubiertas sus manos con guantes de goma para evitar el contacto físico con el objetivo, debido a la repulsión que este le causaba. Durante la ejecución de la operación, Malkin, en la corrida, llevaba sus cordones del calzado desatado, por lo cual dio un tropiezo, pero luego de atarse los cordones, se abalanzó sobre Eichmann para reducirlo, ayudado por otros tres agentes que se le abalanzaron encima. Eichmann gritó, pero el motor del vehículo se puso en marcha y amortiguó sus gritos. Tras lograr ello, lo introdujeron en uno de los autos (este método se denomina asimiento de centinela, que consiste en atrapar al objetivo y evitar que este se defienda), para después trasladarlo a un refugio donde fue interrogado durante nueve días. En el transcurso del viaje hasta el escondite, uno de los agentes del Mosad le habló a Eichmann en alemán lo que hizo ver de inmediato al exteniente-coronel de la SS que había sido capturado. En el interrogatorio quisieron corroborar que la persona detenida era la que realmente buscaban, Adolf Eichmann. Se le preguntó por identidades anteriores y dónde residía. Le preguntaron también su número de afiliación en la SS Después de ello, los investigadores del servicio de inteligencia exterior israelí concluyeron que era el objetivo preciso. La inteligencia israelí había dispuesto reglamentaciones internas severas en la casa donde tenían a Adolf Eichmann: los agentes podían salir de noche para no despertar sospechas y solo cuando la calle estuviera oscura; durante el día, como medida de distracción, se aparentaba la vida normal de un supuesto matrimonio que vivía en la casa-comando.


El cautiverio de Adolf Eichmann

Durante el cautiverio, solo una persona del comando tenía autorización para hablar con Eichmann, el interrogador Hans. Sin embargo, Peter Malkin, rompiendo el protocolo (ya que el prisionero dio lugar a romperlo preguntando si él era la persona que se le había abalanzado), llevó a cabo largas charlas con el jefe nazi. En la conversación Malkin le preguntó cuáles eran sus anteriores trabajos, le preguntó también si sospechaba algo de esta operación. Eichmann le responde que su sospecha era fundada cuando escuchó comentarios de vecinos sobre una supuesta fábrica que instalarían grupos estadounidenses, porque en su barrio no había agua potable ni luz y presintió que lo estaban siguiendo, entonces Malkin le preguntó porqué no siguió con la fuga y le contestó que estaba cansado de huir, de cambiar de nombre y buscar un trabajo. Prefirió seguir el juego y entregarse.

En el período del cautiverio también se le preguntó identidades anteriores a Ricardo Klement, el prisionero contestó: Otto Kissinger, Adolph Barth, Otto Eckmann. Le preguntaron también porque los estadounidenses no lo capturaron, y contestó que estos estaban interesados por los miembros de la Gestapo y no por miembros de las SS.

Eichmann no quería ir a Jerusalén. Preguntaba por qué no a Fráncfort del Meno o a Múnich, pero finalmente terminó firmando una declaración de que salía voluntariamente de Argentina. Redacta una declaración a propia mano diciendo que no le gustaba el juego de seguir escapando y de separarse de toda su familia por el hecho de ser perseguido. En su declaración aparece también diciendo que no valía la pena el seguir viviendo y que los equipos que puso Israel habían ganado el juego. Dice también que han hecho una mejor jugada tomando todos los detalles. También Malkin le había ofrecido vinos kosher y cigarrillos para poder contenerlo, así podía hablar con el jerarca.


Traslado

La parte final de la operación implicaba sacar clandestinamente a Eichmann hacia Israel. Iser Har’el tenía que resolver como trasladarían a Eichmann desde Buenos Aires a Tel Aviv. Pensaba llevárselo en un barco con los guardias secretos y un médico a bordo. Resultaba que el viaje era lento y peligroso. Descartó esa hipótesis, no obstante decide simular una prueba de vuelo de una nueva línea israelí que ansiosamente deseaba probar un vuelo vacío desde Israel a Buenos Aires y viceversa. Llega la víspera del 25 de mayo, los diarios publicaron los festejos de 150º aniversario de la Revolución de Mayo. Vieron la suerte golpeando en la puerta del Mosad dado que entre todas las delegaciones invitadas había una israelí, y que había llegado en un avión de la línea El-Al, que por primera vez aterrizaba en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. La inteligencia israelí decidió entonces sacar a Eichmann en ese vuelo. Eichmann iba disfrazado como un guardia borracho y que era acompañado por una persona que era el médico puesto por la inteligencia israelí. Se había realizado internamente en esta operación una operación llamada accidente de carretera. Uno de los agentes de inteligencia entró a un hospital argentino simulando que había sido accidentado. Entonces quedó internado y pidió constantemente ser llevado a Israel. El 20 de mayo por la mañana le dieron el alta y el documento del agente de inteligencia pasó a tener una fotografía de Adolf Eichmann.

El 20 de mayo de 1960 llega el día del traslado a Israel. Peter Malkin había disfrazado a Eichmann de guardia y se le inyectaron tranquilizantes para que quedase dormido, para que no colocara en una situación peligrosa la acción. No obstante, le habían rociado su chaqueta de whisky para simular ebriedad. En el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Iser Har’el arma una mesa de operaciones en una de las cafeterías, que cómo estaba llena de gente por el festejo de la fecha patria, tuvo que realizar una especie del juego de la silla, que consistía que los agentes tenían que tomar la primera silla que estaba vacía sino quedaban parados, debían esperar con buenas intenciones que las sillas estén vacías. Entonces Eichmann pasa todos los controles aduaneros junto con el médico de la operación porque simulaban que tenían que controlarlo por un accidente de carretera. Eichmann logra subir al avión que luego se coloca en pista de despegue. El avión realiza un sonido ensordecedor y finalmente cuando llega su carrera final despega comenzando el largo vuelo a Israel. Muy pocas personas sabían el motivo de la operación, pero muchos empezaban a notar movimientos extraños durante toda la estadía de la delegación israelí.


El vuelo de él hacia Tel Aviv

El avión ya estaba en vuelo. Habían advertido al pasaje de la presencia de un pasajero misterioso, y que durante el vuelo iban a revelar su nombre. Uno de los agentes de inteligencia le pregunta a Harel si quería decir quien era el pasajero misterioso. Y le dijo que mejor era esperar a que el aparato saliera de territorio argentino, lo convenció de tal manera para que dijera el nombre del misterioso pasajero. Entonces se hizo notar ante toda la delegación israelí diciendo “El pasajero que viaja con nosotros es Adolf Eichmann”. Muchos de lo que estaban emprendiendo el viaje empezaron a llorar, empezaron a recordar sus familiares muertos por el Holocausto. Le estaban ofreciendo cigarrillos al jerarca nazi, y uno le dijo “tú le das cigarrillos, él nos dio gas”. El libro “La Casa de la calle Garibaldi” da nota de lo que estaba aconteciendo con el traslado de Eichmann a Israel.

El grupo que dirigió el secuestro estuvo viajando en primera clase. No se le permitía a nadie hablar con el prisionero como tampoco acercarse. Solo el jefe del servicio de inteligencia Har´el, como el médico estaban autorizados a estar cerca. Adolf Eichmann al despertarse pregunta si el avión que lo trasladaba a Tel Aviv era cuatrimotor preocupado en su seguridad acostumbrado en realizar vuelos para llevar su maquinaria de exterminio. También pregunta si tenían excelentes pilotos para volar hacia Israel. Además, felicita a todo el grupo por la eficacia que llevaron tal operación que era arriesgada y que nunca lo asesinaron o lo envenenaron. Comía su comida kosher con gran apetito porque tenía mucha hambre y estaba con los efectos de la anestesia.

Dentro de esa operación de inteligencia, se realiza una suboperación de inteligencia llamada Operación Mengele con el objetivo de traer al criminal de guerra nazi, el médico Joseph Mengele, acusado de gravísimos crímenes de lesa humanidad y violación del juramento hipócrático al someter a experimentos médicos crueles, muchas veces fatales, a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz. Se realizaron actividades de inteligencia en la zona norte del conurbano bonaerense. Uno de los agentes se hizo pasar por un sobrino de Mengele, utilizando su verdadera identidad (dado que este había ingresado como Helmut Gregor). El rastreo dio un resultado negativo dado que a los empleados del correo les rebotaban todas las cartas dirigidas contra el criminal. Tuvieron una diferencia de dos semanas al rastreo. Iser Har’el frenó el rastreo a Mengele y dio la orden de ocuparse del tema Eichmann para evitar poner en peligro la operación principal. ​


La llegada de Adolf Eichmann a Israel

Adolf Eichmann llega a Tel Aviv luego de largas horas de viaje. El avión estuvo cargando combustible en África Occidental, en Dakar. A su llegada Iser Har’el Harel se comunica por teléfono con el primer ministro David Ben Gurión y con toda su familia para decirle que había llegado. El jefe del Mosad pide entrevista con el primer ministro, le contesta que había venido con una visita importante, luego se echa a reír y dice que había venido con Adolf Eichmann. David Ben Gurión para evitar un paso en falso pide que al menos dos personas que hubiesen conocido a Adolf Eichmann reconociesen al prisionero. Luego de ubicadas esas dos personas, se realiza una reunión muy secreta que solo el criminal podría reconocer. Fueron para que este los reconociera preguntándole temas íntimos de la reunión, como pudo dar detalles muy precisos de la reunión que solo el criminal podría reconocer no ofreciendo lugar a duda que era el criminal. David Ben Gurión se dirige al parlamento y destaca oficialmente que los Servicios de Seguridad pudieron ubicar, secuestrar y traer a Adolf Eichmann y que se encontraba sometido a la jurisdicción del Estado de Israel. En un principio, menciona que fue ubicado en un país extranjero, pero toda la prensa sospechaba de la República Argentina. Cuando al criminal nazi lo bajaron del avión fue custodiado por dos guardias de seguridad que sufrieron secuelas del Holocausto, no obstante, Iser Har’el mandó a mencionarles que se trataba de un peligroso espía. Después de enterarse de que era Adolf Eichmann se sintieron defraudados.

Detalles anecdóticos y obstáculos que tuvieron que resolver

Iser Har’el en su libro que cuenta toda la operación consigna algunos detalles e inconvenientes que tuvieron que superar al realizar la operación:

En primer lugar, les costó muchísimo trabajo conseguir alquilar un inmueble que sirviese de casa refugio. Deseaban que fuera una casa que tuviese una quinta con un paredón verde que cubriese todos los alrededores de la vivienda. Encontraron una casa que estaba cerca de la ruta 202 y construyeron un refugio especial para poner al objetivo oculto. Tuvieron que ubicar un matrimonio ficticio para simular la apariencia de normalidad en la casa.

Por otra parte, no podían liberarse del vigilante del inmueble, por lo que le tenían que solicitarle una serie continua de mandados para que este vigilara lo menos posible la vivienda, en la que estaría la consumación del delito de privación ilegítima de la libertad. Era inusual, en aquella época prescindir del vigilante del inmueble, ya que este era cuidador y jardinero. Por lo tanto, le efectuaban pedidos extravagantes que lo hacían trasladarse desde la provincia de Buenos Aires a la Capital Federal para ganar tiempo.

Además, tuvieron que resolver el tema de la movilidad, alquilaban automóviles, pero estos se encontraban la mayor parte averiados, y tenían que esconder que los estaban arreglando a costa propia para poder llevar a cabo la operación con el menor riesgo posible. No podían poner en peligro toda la operación si el coche estaba descompuesto. No podían comprar automóviles, ya que sus nombres falsos iban a quedar registrados en una base de datos públicas y ser descubiertos por la primera compra. Solo podían alquilarlos, operación que se hacía por instrumento privado. El depósito que pagaban por el auto en mal estado era considerablemente caro.

No obstante, cuando secuestran y trasladan a Eichmann a la casa refugio, Peter Malkin relata no haber visto a un criminal y a un monstruo, sino a un ser humano de carne y hueso, que trabajaba y cuidaba a toda una familia, y que daba afecto y amor a sus hijos. El secuestrado le planteó que, si se lo llevaban de la Argentina, quien cuidaría de su familia. El grupo de interrogatorio le preguntó, si había pensado lo mismo cuando ejecutó la solución final, enviando a las cámaras de gas a millones de personas que morían de hambre y de asfixia con el objetivo de aniquilar a un pueblo entero.

También tuvieron que resolver el tema de las personas que llevaban a cabo la operación. Estas se estaban cansando físicamente y psíquicamente. Veían que estaban cocinándole a una persona, afeitándolo, bañándolo y vistiéndolo mientras que este les había torturado, asesinado y arruinado a todas sus familias. El detalle que tuvo la Operación Garibaldi es que muchísimos integrantes eran víctimas directas y vivieron en carne y hueso las secuelas del Holocausto. Muchos integrantes perdieron padres, madres, abuelos, tíos, sobrinos, primos, hermanos y a seres allegados. Por esto el operativo planteó un dilema moral.

Cabe aclarar que uno de los integrantes del operativo tuvo un accidente automovilístico, al chocar su auto contra otro. Para evitar que acudieran autoridades policiales el agente tuvo que autoincriminarse, y pagar una buena suma de dinero sin contradecir a la otra parte.

Además, cuando investigaban al falso Ricardo Klement, tenían dos falsas suposiciones. En primer lugar, que los nazis que entraron a la Argentina llevaban de por sí un bienestar económico considerable, por tanto, si vivía en una casa como la que estaban investigando, le resultaba difícil creer que pudiese vivir allí Adolf Eichmann, porque no tenía servicios de luz, de agua, de gas y estaba en deplorables condiciones. No entendían que una persona que había llegado a ser teniente coronel en la Alemania de Hitler y por sus antecedentes, se levantara a la madrugada para ir a trabajar y volviera a altas horas de la noche en un transporte colectivo de línea y en un tren lleno de obreros. Lo veían como el teniente coronel que mandó a millones de personas a las cámaras de gas. Por otra parte, sobrestimaron la capacidad y logística de las fuerzas de seguridad argentina. Suponían que desapareciendo un electricista llamado Ricardo Klement, se produciría una revisión general en todos los automóviles, que se cerrarían los puertos y aeropuertos, y que habría un control muchísimo más exigente en todas las viviendas. No obstante, durante los días del 11 hasta el 20 de mayo, que es el segmento del cautiverio de Eichmann en manos del Mosad, los diarios argentinos de gran circulación no publicaron jamás este hecho. No obstante, la esposa de Eichmann que mantuvo su misma identidad, pero simuló matrimonio con un segundo hombre y contándoles a sus hijos que su padre biológico había muerto en la Segunda Guerra Mundial, jamás hizo una denuncia de tal desaparición, porque estaría delatando su verdadero nombre y sus antecedentes militares.

La tercera y última parte se editará el 05-11-2022

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