Sigmund Freud

Aunque el psicoanálisis freudiano ya no es tan popular en el campo de la psicología aún es muy aceptado en ciertos países, donde es muy aceptado porque se comprende la importancia de explorar a fondo las neurosis personales. Sin embargo, las teorías de Freud y sus seguidores siguen vigentes en las universidades, como en el análisis del totalitarismo político, la violencia, los medios masivos y sus efectos, la producción cultural y otros campos de las ciencias sociales y humanidades.

Considerando las limitantes de su tiempo, Freud ofreció al mundo una nueva forma de comprender la psiquis humana a nivel individual y social.

Freud estudió para médico pero, por ser judío, dado el prevalente antisemitismo en Austria, no logró avanzar en la carrera de medicina. Pasó entonces a la práctica privada en una disciplina considerada entonces marginal: la psicología. Las obras más conocidas de Freud están profundamente imbuidas en el judaísmo reformista; en el que creció. Esto a pesar de que siempre procuró obviar la identificación de su trabajo con el judaísmo, para evitar el rechazo de esta nueva disciplina por parte del público debido a los terribles prejuicios ya mencionados.

Es importante analizar el contexto, pues esa misma época y país produjo a Adolf Hitler. Fueron contemporáneos. Los judíos, así fueran prósperos o famosos, vivían una otredad impuesta por la sociedad austríaca, que era muy católica e idealizaba la homogeneidad y la pureza de la «raza germánica»; por ende, no se permitía a los judíos ser miembros completamente aceptados de la misma, aunque estos se consideraban parte de ella. Freud, nacido 6 de mayo de 1856; y su familia tuvieron que exilarse en Inglaterra para escapar del Holocausto. Fue un neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Su interés científico inicial como investigador se centró la neurología, derivando progresivamente hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales, a las que se dedicó en su consultorio privado. Estudió en París, con el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. De regreso a Viena y en colaboración con Josef Breuer desarrolló el método catártico. Paulatinamente, reemplazó tanto la sugestión hipnótica como el método catártico por la asociación libre y la interpretación de los sueños.

El sueño inicial, el que primero descifró es el de la Inyección de Irma. Hace de él un análisis muy exhaustivo y coloca allí el descubrimiento del inconsciente. Fue publicado el 24 de julio de 1895.

En una de las últimas reuniones en Austria con algunos colegas de origen judío, Freud expresó: «después de la destrucción del Templo en Jerusalén, Rabí ben Zakkai fundó una escuela en Yavne para el estudio de la Torá. Nosotros haremos lo mismo en Inglaterra. Después de todo, estamos acostumbrados a ser perseguidos por nuestra historia y nuestra tradición». Freud se refería a fundar una escuela de psicoanálisis, no de religión, pero consideró adecuado, por la identidad judía propia y de sus colegas, usar como referencia en común la Torá.

Existe aún la percepción de que Freud rompió con el judaísmo; sin embargo, los estudiosos demuestran lo contrario. A pesar de ser innegablemente secular, como lo son muchos académicos, nunca rechazó su identidad judía; de hecho, siempre se identificó como tal.

Lo cierto es que, quizá exacerbado por el antisemitismo sufrido, Freud mantuvo un gran interés en la experiencia intelectual y espiritual del «ser judío». Sus biógrafos reiteran su interés profundo en la figura de Moisés y el misticismo judío. Aunque no se participe en una religión, no es posible divorciase del propio alambrado cultural. Así, la identificación de Freud con el judaísmo (en su versión más progresista) influenció su quehacer científico e intelectual. Hay 2 ejemplos claros de ello: Totem y tabú (1913) y Moisés y el monoteísmo (1939).

En Totem y tabú, Freud referencia los tabúes más encajados en la experiencia judía, por ejemplo: los tabúes contra el incesto y las comidas impuras o «treif». Poniéndolo muy resumido, Totem y tabú presenta un caso mítico: la gente se siente abrumada por el conflicto causado por las severas restricciones sociales (tabúes) a las que está sujeta, pero las acepta como necesarias para que sobreviva la civilización. Freud identifica lo más rígido del D´s bíblico con el superego del inconsciente humano. El superego es el elemento que impone las reglas y prohibiciones internalizadas por los humanos; es una especie de patriarca severo.

El D´s monoteísta es castigador y hasta cruel, el mismo que requiere que Abraham sacrifique a su hijo Isaac y que, más adelante, sacrifica a su propio hijo en la cruz. En otras palabras, el superego nos rige a través del temor y los tabúes.

Moisés y el monoteísmo es una obra que generó mucha controversia entre judíos y cristianos por igual. En esta, Moisés es un líder egipcio (no un hebreo), a quien Freud considera «el verdadero padre del judaísmo». Moisés, como padre –punto clave de la teoría freudiana– es asesinado por sus «hijos», el pueblo judío. Esto, por supuesto, es una recreación fantástica del texto bíblico original. El genio de Freud radica en analizar la Biblia como un texto fundacional escrito por seres humanos comunes y corrientes que, como todos los humanos, siempre desean encubrir sus inseguridades y acciones nefastas (en este caso, el asesinato del padre) con una fachada blanqueada, o sea, idean una narración que glorifica sus acciones, haciendo de este mito «una historia verdadera» que oculta las fallas originales.

Así, pues, se crean las religiones que guían las vidas de millones y así también los mitos fundacionales perpetuados como historia nacional y patriotismo. Las teorías freudianas, tan criticadas y debatidas en su momento, ya no son novedosas; de hecho, son muy utilizadas y convencionales. Pero seguramente no existirían si Freud no se hubiese sentido impulsado a explorar, a través del lente del judaísmo, la naturaleza de la psicología humana.

Sigmund Freud falleció en Londres el 23 de septiembre de 1939.

 

Dr. Mario Burman

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