El fundamento teórico del Holocausto era, en el delirante discurso de Hitler, la presunción de que había una raza superior, a la que llamaba “aria”.
¿Cumplía él mismo con los parámetros que promulgaba?
La política de Adolfo Hitler hablaba constantemente de una superioridad racial, de hecho, la propaganda nazi explicaba y mostraba de manera muy clara lo que debía y lo que no debía ser aceptado en el ser humano. Así que con el objetivo de crear una raza de gente alta, rubia y de piel blanca, los más absurdos exámenes médicos comenzaron a llevarse a cabo.
Un colorímetro indicaba cuál era el color de ojos indicado, unas pinzas determinaban el diámetro del cráneo y distintas herramientas eran usadas para tomar múltiples medidas faciales.
Exámenes como estos, aunados a otras estrictas supervisiones, estipulaban si una persona era, o no, de la raza aria.
Por supuesto y con mayor razón, distintas discapacidades físicas y mentales eran consideradas por los nazis como defectos humanos.
En palabras de Hitler eran “vidas que no merecen ser vividas”.
Resulta paradójico y completamente incongruente que Yoseph Goebbels tenía una malformación que lo hacía cojear, así que si el propagandista nazi hubiera implementado para sí mismo sus propias reglas, hubiera terminado en la cámara de gas.
Evidentemente Adolfo Hitler tampoco cumplía con los requerimientos de la raza aria, pues el padre de Hitler creció sin saber quien era su madre biológica, lo que no permite rastrear con claridad el árbol genealógico del mandatario.
Así que si preguntamos estrictamente si Adolfo Hitler era de la raza aria la respuesta correcta es: no lo sabemos. Para entender mejor la paradoja de esto existe un comentario sarcástico del tema, que dice que para ser de la raza aria se requería ser delgado como Göring, alto como Goebbels o rubio como Hitler.
¿Conclusión? Muchos oficiales nazis de alto rango, incluso el mismísimo Adolfo Hitler, no cumplían con sus propias reglas raciales
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