Visionario del estado judío junto a su amigo Teodoro Herzl.
El contexto y la perspectiva son elementos clave para entender la historia. El motivo principal que impulsa el sionismo en el siglo XIX fue la existencia de una identidad judía muy singular construida sobre la base de la fe, la Torá, el ritual y el principio que establece que miembros de la comunidad judía son responsables los unos de los otros.
Otro motivo que inspiró el sionismo fue el miserable antisemitismo.
El agudo sentimiento anti judío obligó a los judíos a vivir de manera precaria donde predominaban un agobiante empobrecimiento, las amenazas físicas y la negación de los derechos de ciudadanía.
Los judíos creyeron que serían emancipados de la opresión gracias a la ilustración europea, pero esa expectativa resultó ser falsa en casi todos los lugares donde los judíos residían.
Los judíos fueron siempre habitantes, casi nunca ciudadanos. El antisemitismo, aprobado por el gobierno y alimentado por sentimientos racistas sostenidos no solo por los políticos locales, sino también por gran parte de la población, indujo a algunos judíos a cambiar sus prácticas religiosas o a emigrar a lugares considerados más seguros.
Pero el sionismo ofrecía otra opción: la idea de que la verdadera emancipación judía solo podía lograrse creando un lugar seguro propio que se convierta eventualmente en un estado judío mayoritario.
Esta alternativa protegería a los judíos de las vicisitudes de la miseria económica y de la plaga del antisemitismo. A la vez, tal posibilidad preservaría la identidad religiosa de los judíos aun cuando la mayoría de los sionistas no eran religiosos practicantes.
En el último cuarto del siglo XX, Max Nordau (1849-1923) y su amigo Theodor Herzl fueron testigos de la opresión antisemita. Ambos nacieron en Hungría. Ambos entablaron una relación de amistad.
Ambos ensayistas y escritores de clase media profundamente indignados por el famoso caso Dreyfus ocurrido en Francia a principios de la década de 1890. Este caso involucró a un capitán judío del ejército francés quien fue acusado errónea e intencionalmente de espiar para Alemania. Ambos creían que las chances de lograr una emancipación judía en una Europa liberal eran imposibles. Herzl escribió El Estado Judío en 1896, una reseña de cómo los judíos deberían tomar el destino en sus propias manos y construir un territorio propio.
Nordau obtuvo un título de médico y, como Herzl, se convirtió en un sionista fervoroso. En agosto de 1897 asistió al primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, donde pronunció un apasionado discurso sobre la condición judía general en Europa.
La participación de Nordau en los comienzos de la organización sionista incentivó a muchos intelectuales judíos que siguieron su ejemplo. Según el destacado politólogo e historiador sionista israelí, Shlomo Avineri, “Si Herzl le dio un discurso al sionismo, Nordau y su origen judío ortodoxo entendieron mejor que Herzl el pensar y accionar del judío común.’
Cuando Herzl falleció repentinamente en 1904 a la edad de 44 años, se le solicitó a Nordau que lo sucediera, pero este se negó a liderar el movimiento sionista. No obstante, se mantuvo activo en el movimiento y se convirtió en un referente frecuentemente citado de la misión sionista de vincular a los judíos con la tierra de Israel. Nordau fue parte de un grupo de pioneros y devotos líderes sionistas. En ese círculo se encontraban también Menachem Ussishkin, quien cumplió un papel crucial en los años de formación del Fondo Nacional Judío (Keren Kayemet Le Israel); David Wolffsohn, quien fue el líder del movimiento sionista luego de la muerte de Herzl; y más tarde Chaim Weizmann, quien negoció la Declaración Balfour durante la Primera Guerra Mundial.
Estos individuos demostraron como un grupo de líderes capaces con puntos de vista muy diversos dieron impulso al movimiento sionista y lograron convertir una idea en una realidad. El discurso de Nordau en 1897 en el Primer Congreso Sionista reflejó el apasionado compromiso con el sionismo que estos líderes pioneros poseían. Él habló acerca de la penosa inseguridad física que los judíos debían soportar.
Cuando uno observa en retrospectiva la época en la cual el sionismo político evolucionó a mediados del siglo XIX, es fácil comprender por qué algunos judíos deseaban reemplazar su precaria existencia de vivir en los márgenes más remotos de sus sociedades y establecer, por medio del trabajo y del sacrificio, un futuro seguro para sí mismos en una entidad territorial propia.
Profesor Kenneth W. Stein