Los conocedores del Tanaj (la Biblia hebrea), recordarán cómo en el libro de Samuel I el pueblo le pide al profeta que les ponga un rey como a todas las Naciones. Recordarán el rechazo del profeta a esa petición, la conseción efectuada. Recordarán la tensión permanente entre esas dos visiones de mundo (la profética y la monárquica), y las no pocas desventuras que produjeron no pocos reyes de Israel.
En su sabiduría el texto bíblico sabía del peligro de la acumulación de poder en manos de un ser humano ungido en Rey, el mismo establece una normativa muy clara y estricta con respecto a las leyes, límites y exigencias que debe cumplir un rey.
Podemos decir que la elección de mañana en Israel es una reedición de la vieja discusión que nunca se termino de zanjar.
Bibi Melej Israel, Bibi el rey de Israel gritan los seguidores del Primer Ministro, y a él no parece disgustarle. Los opositores tienen en común sólo un tema; que Bibi no siga siendo Primer Ministro. A esto se reducen estas tres últimas elecciones.
Incluso los más acerrimos opositores a Netanyahu no desconocen los méritos de este verdadero animal político que ha llevado a Israel a partir de su liderazgo (el más extenso en la función de Primer Ministro desde la creación del estado), a transformarse en una potencia mundial.
El debate interno es descarnado y su eje es casi exclusivamente la figura de Netanyahu y su acumulación de poder. Muchos, como en otras latitudes expresan: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Las causas de supuesta corrupción y la utilización fraudulenta de su posición como Primer Ministro para su beneficio y el de sus amigos, son los cuestionamientos centrales que han puesto en jaque a la democracia Israelí.
Lieberman y Gantz abiertamente expresaron que sin Bibi de inmediato habrían estructurado un gobierno de amplia mayoría con el Likud. En realidad, no difieren más allá de los matices discursivos, en su mirada sobre los temas de seguridad, rumbo económico, geopolítica del Medio Oriente, etc. De esta manera la elección se reduce casi exclusivamente al tema del liderazgo, a la presencia o no de Netanyahu en la escena política.
Para los que vivimos fuera e incluso para muchos de los que viven en Israel, Netanyahu es una especie de superpoderoso, aquel que puede contra todas las batallas. Un hombre de energía ilimitada, que puede en paralelo lidiar con los enormes desafíos de seguridad, Hezbollah, Hamás, Irán y muchos etc. vincularse y negociar de la mejor manera con Trump, Putin, Merkel, Xi Jinping y todos los líderes del planeta, incluyendo a no pocos del mundo árabe, liderar el avance de la StartUp Nation en su desarrollo tecnológico y de ciencias, su economía, responder a los frentes judiciales e incluso tener tiempo para convocar a sus fieles votantes y divertirse en el camino. Un “Animal político impresionante” y al que parecería que los desafíos en lugar de desgastarlo sólo lo potencian.
La tensión y discusión que vive Israel es un fenómeno universal. Un debate que no se acota a sus fronteras.
Volvamos a nuestras fuentes y su sabiduría. Moisés, el arquetipo del líder de nuestro pueblo, supo en carne propia lo ingrato de su tarea, con un pueblo de dura cerviz. Su mayor atributo su humildad y la conciencia de su finitud. Preparó a Joshúa para que oportunamente supiera continuar su obra en la plena conciencia de su finitud humana.
Es difícil prever que pasará en estas “nuevas” elecciones que no tienen nada de nuevas. Se impondrá la profecía o la monarquía, he aquí la discusión e incógnita.
Miguel Steuermann
Director General de Radio Jai